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Febrero, 1952.

—¿Por cuánto tiempo te vas? —cuestionó el sacerdote con la mirada fija en la maleta de Hoseok.

—Sólo por este fin de semana, padre. —Alzó una ceja—. Regreso el lunes.

—Cierto. —Asintió suavemente, y luego suspiró de manera pesada.

—¿Algún problema?

Caminó hacia el escritorio del sacerdote para sentarse frente a él. Su actitud cambió de manera drástica el último tiempo. Hoseok simplemente no lo comprendía.

Iniciaba su año como diácono de manera transitoria. Sólo sería una año más antes de convertirse en presbítero y ser parte de la jerarquía principal de la Iglesia del pueblo. Ser diácono era un mero trámite para Hoseok. Se suponía que ese era el plan desde el día uno para ambos. Lo hablaron tantas veces antes.

—¿Estás seguro de lo que haces? —inquirió el padre Jongsu—. Aún puedes solicitar el diaconado permanente y continuar con tu vida como te plazca. Si es que así lo quieres. Siempre serás parte de este Templo, hijo.

Lo miró con detenimiento un largo tiempo. ¿A qué iba aquella pregunta? Así era como debía suceder desde que Hoseok inició el seminario. El sacerdote jamás puso en duda sus decisiones con respecto a ello antes.

Y vaya que sí se lo pensó. Fue extraño que el padre Jongsu pusiese en duda el resto de su vida, pero para él no. Hoseok cada mañana se cuestionaba si es que hacía lo correcto. Si el camino que optó por seguir desde los diecisiete era el que anhelaba. Si es que podría echarse atrás y jamás sería tarde para desertar.

Ante el cuestionamiento sólo sonrió a medias y asintió.

—Lo estoy, padre —afirmó.

Se ganó una sonrisa amplia como respuesta.

Aguardaron juntos el resto de la mañana hasta que el taxi de Hoseok llegó.

—Nos vemos —murmuró el sacerdote en aquel abrazo de despedida.

—Recuerde que no llegaré solo.

—Claro. Mis saludos anticipados a Kim Seokjin.

Si alguna vez Hoseok ganó un amigo, ese fue Kim Seok-jin. Lo conoció en el seminario en su llegada, cuando él llevaba ya tres años dentro. Era poco usual para todos mantener lazos de amistad duraderos, porque la Diócesis siempre los terminaba separando. Sin embargo, por alguna razón Seokjin logró ganarse la confianza del padre Jongsu desde Byeol y llegaría para iniciar su año de servicio anterior al diaconado. Prácticamente en reemplazo de Hoseok.

Su viaje de camino a Byeol fue extenso y agotador. Los viajes en tren eran sus favoritos, porque Hoseok adoraba dormir mientras viajaba, pero aquella vez no pudo hacerlo. Era imposible que dejase de pensar en Min Yoongi y en cómo se encontraba en ese momento. No sabía nada de él desde el día en que lo echó de su casa.

Lo único que tenía claro acerca de él es que pronto dejaría de ser Min Yoongi para convertirse en esposo.

Lo único que tenía claro acerca de él es que pronto dejaría de ser Min Yoongi para convertirse en esposo

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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora