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Enero, 1952.

Una vez Hoseok escuchó que «siempre es bueno continuar cuando lo ves todo perdido, porque no sabes con qué tipo de sorpresas puedes toparte en el camino». Y quizá se lo tomó demasiado en serio.

Porque Hoseok decidió continuar.

Perdió tanto para llegar hasta donde se encontraba. Incluso a su propia madre. Sin embargo, no fue capaz de imaginar un día de su vida lejos de Min Yoongi.

Por eso Hoseok decidió continuar.

Tres semanas tras la advertencia, sus nudillos golpetearon con suavidad la puerta de la mansión Min. Extrañamente vacía para su gusto, pues no había portero, ni jardinero, ni chófer en la entrada. No había nadie, pero la entrada se encontraba abierta.

Y un par de pasos se oyeron en la lejanía cuando llamó a la puerta principal por tercera vez.

Y un rostro familiar, delgado, pálido y de ojos oscuros se encontró con él al abrirla.

Y en lugar de lo que esperaba, Min Yoongi sonrió.

Y en lugar de lo que esperaba, Min Yoongi sonrió

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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora