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Noviembre, 1950.

Yoongi caminaba todos los días con su bolso, sin soltarlo en ningún momento por temor a que alguien más lo encontrase. Dentro había cartas que jamás pudo enviar, canciones, poemas, escritos sin sentido que lo ayudaban a manejar su vida sin tener que contarla a los demás. Guardaba todos sus secretos en él. De esos secretos que aprendió a ocultar a medida que iba creciendo, primero a sus padres y luego a Judith.

Tenía ya veinte años. No comprendía la necesidad de toda su familia por saber qué cosas escondía, cuando su mayor secreto se hablaba por todo el pueblo y lo destrozaban con él desde entonces.

Kim Taehyung lo acompañaba en la salida de sus clases. Juntos se acercaron a un banco que se encontraba en medio del patio de la escuela, donde Hana Yi y Amelie Lin los esperaban. Ninguna de ellas eran personas que Yoongi considerase amigas, pero Taehyung sí, por lo que se veía obligado a tenerlas cerca con bastante frecuencia. A decir verdad, no le incomodaba Hana Yi del todo, pues la conocía desde pequeño. Amelie Lin era el problema, simplemente no le agradaba su forma de ser.

—Hola, chicos —saludó Amelie Lin con una sonrisa.

—Hola, chicas —respondió Taehyung, correspondiendo aquella sonrisa con una suya de lo más idiota.

Un secreto que Yoongi conocía, que era parte de sus armas de chantaje más fuertes, era el enamoramiento que Taehyung tenía por Amelie Lin. Sólo él lo sabía hasta donde tenía conocimiento. Aunque parecía que Hana Yi se había percatado hacía bastante tiempo ya, por la forma en que los miraba cuando se encontraban juntos.

—Hola, Yoongi —saludó aquella.

Él le dedicó una media sonrisa para no ser grosero y desvió la mirada hacia la salida. No tardó en comenzar a caminar en su dirección, los demás lo siguieron sin decir nada, ya era algo que tenían normalizado. El disgusto que sentía por Amelie Lin también. Hasta la misma chica no se preocupaba por ello.

El trayecto habitual de los cuatro incluía pasar por fuera de la Iglesia. El enrejado que cubría los alrededores jamás le había resultado atractivo, pero ver al novicio desde esa distancia había captado su atención. Su cabello blanco era inconfundible. Estaba seguro de que lo hubiese notado incluso sin esa característica. Desde la otra vereda, lo observó. Jung Hoseok permanecía con las manos en la espalda y con una enorme sonrisa, mirando a dos hombres desconocidos.

—¿Ese es el nuevo novicio? —preguntó Hana Yi.

Yoongi aguzó el oído.

—Lo es —respondió Amelie Lin.

—Es muy... particular.

—Y muy guapo.

Las chicas terminaron su conversación entre risas embobadas. Yoongi lo consideró una falta de respeto que sin duda la madre de Hana Yi y la suya hubiesen reprendido con una bofetada que les dejaría las mejillas enrojecidas.

Él estaba de acuerdo con ellas. Hoseok no sólo era particular. Sin lugar a dudas, era increíblemente atractivo.

—Asquerosas —masculló, inconsciente de sus palabras, pero con evidente asco. Posterior a ello, alzó el mentón y aceleró el paso para alejarse.

—¿Qué pasa, Yoongi? —cuestionó Amelie Lin—. ¿Celoso?

Al momento, la chica se quejó de dolor. Hana Yi la había golpeado, porque su referencia a celos era por ella.

Conocía a Hana Yi desde que tenía memoria. Nacieron con tan sólo unos días de diferencia y sus padres eran muy amigos desde siempre. Insistían en mantenerlos unidos. Desde los quince años que tenían citas informales, por mera obligación. Al menos, lo eran para Yoongi. La presencia de Hana Yi no le incomodaba, la consideraba una mujer agradable y para nada prepotente, pero sí era molesto tener que salir con ella cuando no le apetecía. De los tantos malos intentos por lograr que pensase en las mujeres de la misma forma en que pensaba a los hombres. Yoongi no podía incluso poniendo de su parte.

La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora