31
Julio, 1951.
—Si pudiera volar —mencionó Yoongi—. Jamás me detendría.
Sus pies desnudos y húmedos jugueteaban con el verde césped. Acababa de salir del agua, sus costosos pantalones sufriendo las consecuencias, pero su sonrisa era irreemplazable. Yoongi lucía feliz y relajado. Una pequeña curva bailaba en sus labios y miraba a Hoseok fijamente, buscando palabras para continuar hablando sobre sí mismo.
—Siento que la vida es mejor allá arriba —añadió.
Las comisuras de Hoseok intentaron sonreír para corresponder ese sentimiento, pudo notarlo, pero no alcanzó a hacerlo, terminó formando una mueca algo entristecida.
—¿Siempre piensa en ello? —murmuró.
—No es por eso. —En referencia a que siempre hablaba sobre la muerte, era algo de cada día y cada encuentro. Así era Yoongi—. Las aves son libres, y se marchan cuando desean, y se posan donde quieren y pueden huir si algo sale mal. Son libres.
En cambio, él se sentía como una piedra. Inerte, vacía, inamovible, con la que cualquiera tropieza y después continúa su camino después de patearla lejos.
—¿No lo cree? —inquirió, buscando la mirada de Hoseok que parecía estar allí, pero al mismo tiempo no.
El novicio se aferró a sus rodillas. Se negó a entrar al agua, por lo que permanecía entre seco y sudoroso debido al calor de julio y su abrumante verano. La estación favorita de Kim Namjoon.
—Sí —volvió a murmurar—, creo que sí.
Jamás decía lo que pensaba en momentos así. Por lo general, las respuestas de Hoseok se basaban en monosílabos o con más preguntas hacia sus propias respuestas.
—¿Por qué no puedo saber lo que está pensando?
—No estamos aquí para hablar sobre mí.
—¿Qué es lo que hacemos, señor Jung? Porque, además de un ameno interrogatorio, no hemos avanzado en nada.
Algo pareció ahogarlo. Yoongi observó como la garganta del novicio se movió y después resonó el característico carraspeo.
—Yo... —inició, pero calló.
—¿Usted?
—Creo que he dejado claro con esto que no sé qué estoy haciendo.
En lugar de molestarse, Yoongi lanzó una carcajada, mientras las mejillas de Hoseok enrojecían con furia, logrando que su cabello blanco por poco brillase debido a ello.
—Podemos ser buenos amigos, ¿sabe? —La mirada de Hoseok se desvió, él permaneció enfocado en su perfil—. Más o menos —aclaró. Lo lindo que el novicio le parecía y las ganas que tenía de tocarle el rostro ponía un tanto compleja la tarea—. Pero para eso, tendría que saber más sobre usted, ¿no cree?
—Y tal vez perdernos un poco el respeto.
—Cuidado con sus palabras, señor Jung, porque hay muchas definiciones para eso y yo soy una persona muy literal.
—Yoongi... —alegó, arrugando el entrecejo.
Él rio.
—Bien, bien. Podemos hablarnos de tú a tú, ¿es eso? —Hoseok asintió—. Entonces, Hoseok... oh, que extraño suena. Hoseok, ¿cómo puedo conocerte un poco más?
—Puedes preguntar lo que quieras.
Lo que quiera. ¿Te agrado?
—¿Sabes que nuestras familias se conocen? —preguntó en su lugar—. El otro día encontré una fotografía de nuestros padres juntos. Bueno, mi padre me dijo que eran ellos dos. Y no te pareces en nada, ¿tienes más parecido con tu madre?
—Sí, a todo —contestó Hoseok.
Su semblante aún no se transformaba del todo de su entrecejo arrugado.
—Tu madre debe ser preciosa, entonces.
—Lo es. —Presionó sus labios—. Lo es, de verdad.
—Sí, de alguna forma lo sé. —Finalmente, Yoongi se rindió a ser visto, por lo que copió la posición de Hoseok y miró hacia el lago, lanzando un suspiro—. Me gustaría poder ser lindo como mi madre.
Un largo silencio. Un ave cantó por encima de ambos y un viento frío escaló por su espalda, justo cuando Hoseok habló.
—Lo eres.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...