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Septiembre, 1951.

Caminaba con cajas entre sus brazos desde las nueve de la mañana. Los primeros días de septiembre, desde tiempos inmemoriales, se generaban eventos caritativos propiciados (o, más bien, protagonizados) por la presencia de las familias más pudientes del pueblo. Aquel año era el turno de los Min. Hoseok pasó toda su mañana junto a algunos jóvenes voluntarios acomodando cajas, mesas y alimento para las familias más necesitadas y perdidas del pueblo, aquellas que no solían subir con frecuencia a la Iglesia los domingos.

Esos días eran sus favoritos. Desde pequeño, junto a sus hermanos, solía ayudar al padre Jongsu, acomodando y organizando todo. En algún momento de su adolescencia fue parte de los ayudados que se sentaron a comer. Aquel día le tocó ser quien lo organizaba todo de principio a fin para la familia que ponía el dinero.

Por primera vez en muchos años, Hoseok observó desde un rincón de la parroquia como los principales dueños de las empresas Min se dedicaron a contar el dinero y hablar sobre asuntos comerciales a pocas horas de iniciar un evento de caridad, esperando ser los más renombrados por encima de aquellos que también suponían un apoyo para reunirlo.

—¿Esa no es la familia del amigo de Yoongi? —preguntó Min Yejun al padre Jongsu.

—¿Quién? —inquirió éste en respuesta.

Hoseok aguzó el oído.

—Los Kim. Taehyung, creo que se llama. Van en la escuela juntos.

—Vaya sueños —se burló el sacerdote—. ¿Dónde pensarán que va a trabajar ese pobre diablo cuando salga?

—Algunos no conocen su lugar —comentó Min Seohyeon, luego de mofarse.

Hoseok tensó la mandíbula y fue suficiente para que Min Yejun le dirigiese una mirada rápida, y luego cambiase el tema.

—Hoseok —llamó el padre Jongsu.

—¿Sí?

—¿Podrías salir a ver cómo va todo? Las personas tendrían que estar llegando.

Dio un asentimiento y caminó en dirección a la plaza frente a la Iglesia. Las personas estaban comenzando a reunirse por los alrededores, algunos acompañaban a los voluntarios y otros aparecían para tomar sus puestos en las mesas que les correspondían. Las personas más acomodadas tenían mesas apartadas adelante, mientras que los verdaderos beneficiados estaban casi listos en mesas enormes y extensas por la parte de atrás.

—Señor Jung —llamó una voz femenina detrás de él. Al girar, Hoseok se encontró con Hana Yi tomada del brazo de Min Yoongi, quien sólo dio un asentimiento en su dirección y desvió la mirada—. ¿Cómo se encuentra hoy?

—Bastante contento, la verdad. ¿Listos para el evento?

—Totalmente. Estamos muy emocionados. —Yoongi ni siquiera correspondió a su sonrisa—. Bueno, más bien yo estoy muy emocionada —aclaró Hana Yi.

—Pueden tomar sus lugares. Iniciará pronto.

Estuvo enfocado en Yoongi durante todo el tiempo en que mantuvieron aquella tan poco natural conversación, siendo ignorando de manera evidente. Era cierto que no se veían con frecuencia desde la celebración de su cumpleaños, sucedió que el padre Jongsu insistió tanto con su repentina desaparición aquella noche que tuvo que contarlo (a medias), algo que terminó con él siendo castigado y encerrado durante los últimos días. Supuso que Yoongi estaba molesto por ello.

Vio a la pareja alejarse y acomodarse en su mesa. Su puesto estaba en la mesa contigua, junto al padre y un par de sacerdotes de pueblos aledaños que también fueron invitados.

La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora