34

129 48 3
                                    

34

Julio, 1952.

Nunca tuvo la manía de romper las cosas que tenía a la mano. Siempre que quiso romper algo, lo hizo consigo mismo. La piel de sus dedos. La piel de sus labios. La piel de sus brazos. A veces, la de sus muslos. Pero siempre fue él, no lo demás.

Ese día algo cambió.

Sintió ganas de romperlo todo. Incluido él mismo. Inclusive el rostro de Namjoon, quien lo observaba desde el rincón en que lo dejó después de discutir durante media hora el por qué de no querer hablar acerca de lo que sucedió el último año de su vida junto a Hoseok, cuando él decía merecer esa conversación.

—¿Por qué la merecerías? —gritó.

—¡Porque soy tu pareja y él un examante!, ¿no te parece justo?

—Sabes cómo terminaron las cosas. No necesitas saber más.

Entonces Namjoon se paralizó, lo observó con detenimiento y se le acercó a paso agigantado.

—Todavía lo amas —aseguró.

—¿Qué?

Sí.

—Todavía lo amas. Dilo, Yoongi. Acéptalo.

Lo acepto.

—Estás loco. —Negó con su cabeza, comenzando a respirar pesado—. ¿Cómo puedes decir eso? Sabes quién es.

—Pero no lo ves así.

—¿Tú qué sabes? —Alzó la voz nuevamente—. No tienes ni puta idea de lo que siento y lo difícil que es esto para mí.

—Sí lo sé, Yoongi, trabajo aquí. —Namjoon extendió sus brazos, explicitando sus palabras—. Te veo cada día de mi vida con la cabeza gacha y perdido en tus pensamientos, incluso cuando estás conmigo. Aún lo amas. Lo supe ese día en el jardín trasero. No soy idiota.

—¿A qué quieres llegar con esto?

—¡A que me digas la verdad!

—¡Es la verdad!

—¡No lo es!

—¡Lo es! Maldita sea, Namjoon, ¿qué más quieres que haga? No tengo más acciones ni palabras para explicar cuanto quiero estar contigo. No te entiendo.

El puño de Namjoon fue a parar a la pared, luego sus manos se enredaron en su propio cabello y se echó de espaldas hasta que esta topó con uno de los rincones de la habitación. Yoongi comenzó a temblar mientras lo veía moverse de un sitio a otro.

Primero estuvo en el rincón por varios minutos. Luego comenzó a caminar en dirección al armario, revisando entre un par de cajas escondidas entre ropa que ambos guardaban allí para cuando fuese necesaria. Namjoon lo miró con molestia, alzando entre una de sus manos un cuaderno viejo y desgastado por su uso. Vio hacia sus pies cuando se lo lanzó.

—¿Desde cuándo no confías en mí? —inquiere.

Namjoon tuvo el atrevimiento de revisar sus cosas a sus espaldas.

—Desde que ese tipo volvió a aparecer.

Lo leyó todo. El único lugar secreto y en calma que le quedaba. Todo lo que Hoseok no pudo escuchar salir de su boca, porque estaba prohibido, porque la belleza de ese amor asustaba a todo el mundo.

—¿Tienes que sacarlo en cada conversación que tenemos?

—Es en lo único que piensas últimamente, ¿no? —Apuntó hacia el cuaderno—. Creí que estaba bien hacerlo.

—¡Deja de decir esas cosas!

—Le escribes cada puto día de tu vida, Yoongi. —Namjoon volvió a caminar hacia él. Alcanzó a hacer ademán para recoger el cuaderno entre sus pies, pero él lo detuvo poniendo uno encima—. Como sea. No puedo sacarme tus palabras de la cabeza.

Su corazón comenzó a bombear con fuerza. El llanto estaba a punto de explotarle.

—Basta, por favor.

—Yoongi, dime que aún lo amas y lo entenderé. Tomaré mis cosas y me iré. Te amo más que a nadie, pero no puedo soportar un segundo más a tu lado si continúas pensando en él cada vez que estoy contigo, cada vez que te toco...

Negó con su cabeza de manera ferviente.

—Namjoon, basta.

Te lo suplico.

—Dime la verdad.

—No me dejes otra vez —suplicó.

Sus piernas comenzaron a flaquear.

—No puedo estar contigo si continúas así. Piensa en cómo me siento.

—Ya no lo haré. —Miró su pie y terminó pateando el cuaderno lejos del alcance de ambos—. Dejaré de escribir para él, dejaré de desahogarme, lo haré. Haré lo que necesites para que estés tranquilo, pero, por favor, no te vayas. No voy a soportar un día sin ti.

Un día sin Kim Namjoon era un día perdido. Soledad y vacío. Necesitaba un lugar al cuál llegar, un sitio donde apoyarse. Yoongi no quería volver a quedarse solo. No iba a permitir que se fuese.

Tomó el rostro de Namjoon entre sus manos. En todos aquellos años que compartieron juntos cuando eran adolescentes, jamás lo miró de esa forma tan extraña. Realmente se iría si él decía la verdad.

—Por favor —musitó. Las lágrimas comenzaron a mojarle las mejillas. Namjoon lloraba desde hacía varios minutos—. Perdóname, por favor, por favor. Ya no lo haré. Nunca más volveremos a saber de él.

Silencio. Sus miradas lucharon durante un rato.

—Está bien —susurró Namjoon—. Está bien, mi amor.

Unió sus labios en una caricia desesperada. Se aferró al cuello de Namjoon como si su vida fuese acabar al soltarlo. Y a pesar de que fue correspondido con la misma necesidad, la boca le supo a rencor.

—Te amo —mintió—. Te amo, te amo tanto.

 Te amo, te amo tanto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora