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Noviembre, 1951.

La tormenta anunciada inició en el momento menos esperado. Hoseok dio un salto en el sofá de la sala principal tras el primer estruendo, recibiendo miradas curiosas y una sonrisa burla por parte de Yoongi. Se le abrigaron y enrojecieron las mejillas al instante.

—¿Todo bien? —preguntó su madre.

—Sí —murmuró—. No pasa nada.

—Le teme a las tormentas —comentó Yoongi con diversión, riendo bajito. Hoseok cambió su expresión a una naturalmente ofendida por el secreto revelado—. Lo siento —musitó.

Se sintió relajado, nadie tocó el tema de la boda inminente y todo parecía una escena normal donde presentaba a su novio a sus padres y estos se llevaban de maravilla. En cierta forma fue así, al menos para él. Hoseok lo fue todo y sintió siempre esa necesidad abrumante de gritarlo a los cuatro vientos, y sus padres lo adoraron tanto como él. Pero claro, siempre estuvo el pequeño detalle de que su madre se levantase del asiento y lo abofetease sin piedad.

El teléfono de la casa sonó en la lejanía. Su padre se levantó y casi corrió para contestar, regresando unos minutos más tarde anunciando que la tormenta acababa de cerrar calles y que sería imposible para Hoseok marcharse, por más que estaba claro que ya no lo haría.

—Puede dormir en la habitación arriba —sugirió.

—Claro que no —sentenció su madre—. Está vieja y descuidada. Dormirá abajo.

Ver como Hoseok asintió en acuerdo, hizo que Yoongi tuviese que luchar por no abultar los labios. De todos modos, esperó que comprendiese que el hecho de que durmiese abajo no era un impedimento para él. Aquella fue una de esas situaciones y oportunidades que aparecían de la nada y que tomaría con gusto. Dormir con Hoseok entre sus brazos era uno de sus nuevos deseos. Esperaba que lo aceptase.

Cuando sus padres se fueron a la cama, pidieron a Judith que le mostrase el dormitorio a Hoseok, que había ropa limpia para dormir en el armario y que podía llevárselo si lo deseaba. Él los acompañó en silencio con la excusa de que quería que Hoseok no se sintiese incómodo junto a Judith, quien solía ser silenciosa y poco permisiva con las visitas. Ambos la vieron acomodarlo todo antes de marcharse con una mirada suspicaz.

Observó a Hoseok girar hacia la ventana del dormitorio, cuya daba vista directa al oscuro patio trasero donde se alcanzaban a divisar algunos árboles. Apenas se sobresaltó con un estruendo que cayó del cielo, Yoongi se acercó hasta él con una expresión preocupada.

—¿Estás bien?

—Sí —musitó Hoseok avergonzado.

—¿Podrás dormir solo?

—¿Tengo que dormir solo? —cuestionó desviando la mirada.

Yoongi sonrió y mordisqueó su labio inferior con fuerza, aprovechando la distracción de Hoseok para rodear su cintura y apegarlo a él, buscando sus ojos.

—¿Sucede algo?

Hoseok negó con la cabeza.

—Todo está bien —respondió, llevando las manos hasta sus mejillas para acercar sus rostros y unir sus labios unos segundos—. Creo que debes ir a dormir.

—Bien —suspiró Yoongi—. A la cama —cedió.

Deslizó sus manos por los brazos de Hoseok, brindándole caricias suaves antes de sonreír a medias y tomar distancia para caminar en dirección a la puerta. Aunque este no se lo permitió. Con una mano rodeó su antebrazo y lo detuvo antes de que alcanzase a caminar.

—Yoongi.

No necesitó más palabras. Yoongi simplemente se apegó al cuerpo de Hoseok y lo besó, acarició su espalda y se aferró a él, siendo tan bien correspondido que de su garganta escapó un quejido.

—¿Sucede algo? —musitó Hoseok, abriendo los ojos de inmediato para tomar algo de distancia.

—Estoy bien.

Sin temor, sus manos buscaron sus prendas con intención de eliminarlas del camino, mirando a Hoseok a los ojos todo el tiempo para buscar su consentimiento, o su rechazo. Atento a lo que deseaba y dejaba de desear.

Hoseok se lo permitió todo.

Dejó que besase sus mejillas y sus párpados. Que desabotonase su camisa y dejase sus prendas superiores en el suelo. Que le besase los labios, la mandíbula y el cuello. Mientras respondía con jadeos y silencios. Con la piel ardiendo.

Sus bocas se encontraron con premura, eliminando sus miedos entre caricias. Con Yoongi llevando a Hoseok a la cama para invadirlo por completo, acomodándose a horcajadas sobre él, y notando como su cuerpo había despertado tanto como el suyo. Por varios minutos permanecieron así, tomando respiros y volviendo a besarse.

—Tócame —pidió Yoongi en un susurro, tomando las manos de Hoseok para posarlas sobre su trasero—. Tócame, Hoseok.

Agradeció en un jadeo cuando las manos de su novicio ejercieron presión en la zona, logrando que sus caderas se contrajesen lo suficiente para ejercer un movimiento involuntario que terminó en fricción. No lo quería de esa forma, por lo que se vio en obligación de eliminar capas de sus propias prendas hasta que ambos estuvieron en ropa interior. La mirada de Hoseok deslumbró en inocencia y el corazón de Yoongi se contrajo, porque notó que sólo se dejaba hacer. Estaba nervioso.

—Me detendré si así lo quieres —musitó.

Hoseok negó con su cabeza, haciéndole sonreír. Volvió a atacar su boca. Volvió a lamer su cuello y se permitió tocarlo sin temor. Cuando acarició el bulto bajo la ropa interior de Hoseok, este gimió y cerró los ojos de inmediato, y a pesar de que no sabía como tomarlo, continuó. Acomodó su cuerpo a un costado de su novicio e internó la mano bajo la prenda para acariciar su piel, mientras sus labios besaban su mejilla y cuello.

—Te quiero —murmuró, aumentando la velocidad de sus caricias y llenando sus oídos de los quejidos de Hoseok.

Le otorgó un poder que no sabía que necesitaba tener sobre él. Fue la primera persona que lo tocó de aquella manera. La primera persona que lo escuchó gemir de placer y lo hizo sentir bien. El único, se aseguró, el único y para siempre.

—Yoongi —gimió Hoseok y se cubrió la boca.

Y él lo sintió. No se detuvo hasta que notó la calidez del éxtasis de su novicio entre los dedos, y hasta que el temblor en sus piernas se detuvo. Debió luchar contra la necesidad de llevarse la mano a los labios. En definitiva lo hubiese hecho de no ser porque Hoseok lo tomó por la nuca y lo besó con fuerza.

Sabía que la situación había cambiado todo de un momento a otro para ambos. Cruzaron una barrera que creyó imposible.

Y nunca supo que tan bueno fue hacerlo.

Y nunca supo que tan bueno fue hacerlo

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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora