20
Enero, 1952.
Durante la última tarde de enero, Min Yejun apareció en su sala de instrumentos con dos tazas de té y una sonrisa. Yoongi ya había perdido la cuenta de las horas al día que se la pasó encerrado dentro de esas cuatro paredes desde que Hoseok abandonó la mansión una semana atrás.
—¿Qué necesitas? —inquirió con suavidad.
—Tú y yo tenemos una conversación pendiente, hijo.
No soy tu hijo, quiso decir, no me llames así. Lo siento.
—Pues habla.
Se levantó del asiento del piano y caminó hasta un extremo de la habitación para tener su debida distancia. Min Yejun siempre fue bueno y sincero con él. Le escocía por dentro el daño que su madre había causado para todos
—Es sobre el novicio.
Se le detuvo el corazón.
—¿Qué hay con él? —Desvió la mirada—. Ya no hablamos.
—¿Sucedió algo?
—Terminó su trabajo, ¿no?
—Pero... ha estado viniendo este último tiempo. Creí que...
—Creíste mal.
—Hijo —suspiró Yejun—. No es necesario que me mientas. Tú y yo sabemos muy bien lo que sucede entre ustedes. —Los ojos de Yoongi se enfocaron en él—. No me parece correcto, sobre todo si consideras que Hoseok es parte de la Iglesia, pero... si te hace feliz...
—No sigas —le cortó.
—Escúchame, hijo...
—Basta —murmuró.
—Quiero decirte que tienes mi apoyo, y que te amo sin importar lo que quieras hacer con tu vida. Si Hoseok y tú... son... lo que sea, está bien para mí. Pueden contar conmigo.
Basta.
—Pa... —Se atragantó—. Pad... ash.
Yejun se acercó hasta él y con poco convencimiento lo estrechó entre sus brazos. Yoongi ya temblaba por contener el llanto, por lo que se lo permitió y se aferró al primer abrazo real que Min Yejun le dio en años.
—Sólo ten cuidado —susurró—. Si algo te sucede, yo me muero, Yoongi. Eres lo único que tengo.
No podía dejar de pensar en lo que Yejun diría cuando supiese la verdad. Cuando se percatase de que su paternidad nunca tuvo sentido y que, por lo demás, estaba intentando apoyarlo en mantener una relación que jamás debió existir. Se sentía sucio con sólo llamarlo «padre».
Por eso, cuando febrero apenas inició, Yoongi caminó a paso decidido hacia el despacho de Min Yejun. Llevaba unas horas junto a su madre allí dentro, terminando de planear los últimos detalles de la boda.
—Permiso —se anunció sin llamar a la puerta—. Tenemos que hablar.
—Ahora no, Yoongi —dijo su madre.
—Ahora será —sentenció—. No tengo mucho tiempo para continuar con esta mierda.
—Cuida tus palabras —pidió Yejun.
—Van a escucharme, quieran o no. —Se acomodó contra una de las estanterías—. Así que consideren sentarse.
Su madre entornó la mirada y cedió. Lo mismo hizo Yejun pocos segundos después.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...