33
Agosto, 1951.
Fue capaz de reconocer a la perfección que Min Yoongi depositó en él toda su confianza. Y si no fue así, entonces fue el mejor fingiendo como tal. Hoseok lo sabía, de cierta forma. Supo tanto sobre él, supo tanto sobre su historia y sobre lo que amó y odió que sentía que lo conocía a la perfección. Yoongi era transparente, aunque aparentase los contrario. Lo fue con él.
Fue capaz de reconocerlo todo. Por eso se encontraba allí, corriendo empapado bajo una tormenta de aquellas que odiaba, tras la llamada desesperada de Min Seohyeon.
—Sólo quiero saber que está bien —dijo—. Dígale que no iremos por él si no quiere.
—No está aquí.
—Le daremos su espacio.
—No está aquí, señora Min.
Y se ofreció a buscarlo. ¿Qué era lo que pensaba? Sabía tanto sobre él. Eso era lo que creía hasta que se percató de que no tenía idea alguna de donde encontrarlo. Recorrió calles anexas a la Iglesia. Calles arriba. Calles abajo. Con los truenos espantándolo, con el agua colándose por sus prendas. Con su paraguas olvidado en la parroquia.
Pero la lluvia cesó. En algún momento, cuando se encontró resignado caminando de vuelta al patio sacerdotal. Y lo vio. Puede que lo encontrase Yoongi a él en lugar de lo contrario. Sus pies chapotearon sobre el asfalto en su dirección. El chico se detuvo y sus miradas se encontraron bajo la lluvia que volvía a caer.
—¿Yoongi? —llamó en voz alta para ser escuchado con claridad por encima del sonido del agua golpeando el suelo.
—Hoseok —dijo Yoongi, aunque apenas audible.
—¿Estás bien?
La expresión de Yoongi se relajó de golpe, su semblante se volvió pacífico y se acercó en tres rápido pasos hacia él para rodearlo con sus brazos por medio de su torso. Los brazos de Hoseok permanecieron a sus costados, era la segunda vez en su vida que Yoongi mantenía aquel tipo de contacto tan cercano con él y le resultó extraño que su corazón golpetease con tanta fuerza esta vez.
—Estás empapado —alegó.
—Tú también.
Ambos rieron. Después de ello el cuerpo de Yoongi comenzó a temblar y de sus labios escapó un notorio sollozo, acciones suficientes para que los brazos de Hoseok se alzasen para rodear su cuerpo por primera vez. Permanecieron así hasta que el llanto cesó, o al menos cuando hubo señal de que sucedería, pues Yoongi tomó cierta distancia para encontrar su mirada.
—¿Por qué estás afuera? —preguntó Hoseok.
—Podría preguntar lo mismo.
—Te estaba buscando. Tu madre me llamó desesperada, ¿de dónde vienes?
La lluvia cesó mientras esperaba una respuesta, pero Yoongi sólo desvió la mirada con notoria tristeza y se mordisqueó el labio.
—Ven.
Tomó la muñeca de Yoongi y lo jaló en dirección al patio sacerdotal, casi obligándolo a avanzar a trompicones, pues parecía no querer hacerlo a pesar de que al final cedió. Observó la ventana de la parroquia con sigilo para asegurarse de que el sacerdote continuaba en cama y lo llevó hasta su dormitorio.
—Inapropiado —comentó Yoongi, mirándolo desde el borde de la puerta—. Te estás juntando demasiado conmigo. —Entró, y fue cuando Hoseok cerró detrás de ambos sin siquiera pensarlo—. Oye, debo admitir que pensé que tu habitación estaba llena de imágenes religiosas y velas, pero no, está decente.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...