11
Diciembre, 1951.
Delimitar sus prioridades siempre fue un dilema, porque le costaba hacerlo. Hoseok jamás quiso ser partícipe del daño a otras personas, mucho menos el ejecutor principal. Y todo lo que sucedió en su vida en aquel entonces implicó dañar a alguien.
Incluso a sí mismo.
Observaba a Yoongi con preocupación, a pesar de que lo veía sonreír con esperanza al mismo tiempo en que tomaba sus manos, besaba el dorso de ambas y le repetía una y otra vez «eres lo mejor de mi mundo» terminando una anécdota tras otra.
—Hoseok —llamó.
Pestañeó unos segundos, volviendo a encontrarse con la realidad aplastante del no saber qué hacer.
—¿Sí? —murmuró.
Eran pasadas las seis de la mañana. Hoseok ya debía iniciar su día y tocar la campana que permanecía estática sobre sus cabezas para anunciar un nuevo día. Sin embargo, a pesar de que era probable que el padre Jongsu se levantase y él no tuviese lista la eucaristía a las ocho de mañana de aquel veintiséis de diciembre, le preocupaba mucho más lo que pretendía Yoongi con sus palabras.
—¿Me oíste? —preguntó con suavidad, decayendo un poco.
—Eh..., sí, sí. —Asintió de forma efusiva.
—Bien —vaciló Yoongi—. ¿Entonces estás de acuerdo con que atemos al cura a la campana y juguemos a la piñata con su cuerpo hasta que se disculpe?
Los párpados de Hoseok no tardaron en expandirse, provocando una mezcla de burla y enfado en la expresión de Yoongi.
—¿Q-Qué?
—Ya ves que no me estás escuchando. —Sus manos fueron liberadas y lo vio levantarse, limpiando sus pantalones por todos sitios—. Está bien. Da igual. Debo irme de todos modos o mis padres van a llamar al cura y no quiero que eso suceda.
—Espera, Yoongi...
—No pasa nada. —Giró sobre sus talones—. Vuelves a estar extraño.
Hoseok se levantó y acomodó su ropa tan rápido como pudo para evitar que Yoongi avanzase, tomando su antebrazo con cuidado.
—Lo siento —musitó—. Estoy distraído. ¿Puedes repetirlo?
—Cada vez que... tú y yo... Ash, da igual. Sólo te pones extraño, Hoseok. De verdad, a veces siento que no te importa lo que suceda con nosotros. Simplemente vives tu vida, llegas, te vas y continúas. No tienes idea de lo que significa para mí lo que tenemos y lo infeliz que me hace no poder vivirlo en paz, tener que ocultarlo sólo porque todos lo odian.
—Yoongi...
—Sólo sabes decir eso.
—¿De qué otra forma puedo detenerte?
—Sólo quiero una respuesta —murmuró, encontrando su mirada.
—Escúchame, ¿sí? —Avanzó para evitar que Yoongi moviese otro pie, tomándolo esta vez por los hombros, aunque le causaba cuidado mirarlo a los ojos sabiendo que podía llorar en cualquier momento—. Significas más para mí de lo que alcanzo a demostrar, pero es difícil, tienes que entenderme también. Me estás pidiendo que lo deje todo atrás sin siquiera alcanzar a pensarlo.
Porque aquello era lo que Yoongi estaba diciendo: «escapemos, Hoseok, huyamos juntos». Y si sonaba a tan buena idea, ¿por qué Hoseok sintió tanto miedo?
Más que ver la expresión decepcionada de Yoongi al no obtener una respuesta afirmativa.
Más que ver como sus mejillas se humedecían.
Más que sus palabras antes de marcharse.
—Piénsalo rápido. Ya no lo soporto más.
ESTÁS LEYENDO
La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...