24
Febrero, 1952.
Una persona se acercó a paso acelerado hacia él, golpeó su antebrazo con fuerza y luego lo tomó firmemente por ambas muñecas, sacudiéndolo. Lo logré, pensó Yoongi, porque debió hacerlo, no cambia duda. Era la única razón.
—Yoongi —volvió a llamar aquella voz—. ¿Qué mierda estás haciendo? Mírame, por favor.
Te estoy viendo, respondió en su cabeza, porque de todas formas tuvo que escucharlo. No había otra manera.
—Yoongi. —Ambas manos tibias se posaron esta vez sobre sus mejillas—. Yoongi, por favor.
Él pestañeó un par de veces y presionó sus labios, pensando en cómo responder, de qué manera saludar. Todo era un poco borroso aún en su cabeza. Supuso que así se sentía llegar al otro lado: borroso.
Era eso o alucinaba.
Era eso o su cabeza generó aquella imagen para evitar una tragedia y hacerlo recapacitar.
No quiero vivir sin ti, pensó. No estaba seguro del verdadero receptor de aquella oración.
—Yoongi —volvió a repetir su voz.
Se sentía tan real. No era posible. Negó con su cabeza y cerró los ojos con fuerza, intentando eliminar aquella imagen. Su rostro plasmado frente a él, sus ojos enormes y asustados.
No estás, porque si estás eso significa que yo ya no estoy.
—Yoongi —murmuró—. Soy yo. Soy yo, te lo prometo. Tranquilízate. Respira.
Apenas fue consciente de que estaba temblando y sollozando. Era normal estar asustado. Yoongi sabía que lo había logrado y que debía asimilarlo bien. Las cosas nuevas siempre lo asustaban.
—Estoy muerto o loco —balbuceó—. Muerto o loco. Muerto o loco. Muerto o loco.
—No lo estás, Min. —Su voz. Esa voz. Min—. Sé que esto es muy confuso, pero soy yo, de verdad soy yo. Te lo explicaré todo, lo prometo, pero ahora mantente tranquilo, ¿sí?
Continuó negando, temblando, sollozando. Él tomó sus mangas y las reacomodó. Le besó la frente y lo abrazó con tanta avidez que, a pesar de que sabía que estaba enloqueciendo, se dejó cobijar durante horas.
Hasta que dejó de luchar por unos minutos y sus párpados se abrieron. Yoongi se hallaba en el mismo lugar, frío y húmedo. Pero no estaba solo. Había una persona a su lado en cuyo hombro él reposaba la cabeza. Sus manos presionaban las suyas y por momentos le acariciaba.
¿Sí estoy muerto? La simple idea lo hizo sonreír.
Tomó un pequeño respiro y levantó la cabeza. Recibió una sonrisa y luego una duda.
—Estoy completamente loco —aceptó Yoongi en voz alta.
—No lo estás.
—Soñando.
—No.
—Muerto.
—No vuelvas a repetir eso.
Tomó cierta distancia, pues a pesar de todo, esperaba despertar en algún momento. Quizás en el hospital. Quizás en su dormitorio. Ojalá en el dormitorio junto a su novicio.
—Yoongi.
—¿De verdad?
Alzó una mano a medias, pero no alcanzó a llegar a su rostro por temor a que se desvaneciese.
—Sí, Min, de verdad.
Su mano fue tomada y llevada a una mejilla cálida, algo áspera por la barba creciente en ella. Las facciones de su rostro ya habían encontrado su sitio y forma. Estaba más alto, más fuerte, más guapo. No tenía aquella maraña de cabello que Yoongi recordaba, estaba bien cortado, casi al ras. Vestía prendas nuevas y olía a pino. Era un nuevo hombre, pero era él. La sonrisa, la risa, la manera que tenían sus ojos de sonreír por sí solos, incluso si su boca decía lo contrario.
Era increíble, pero era él.
Kim Namjoon había regresado.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...