3
Septiembre, 1950.
Tic-tac, pensaba Yoongi, viendo el reloj encima de la cabeza de Kim. Apresúrate.
—Tenemos tiempo, Yoongi.
Maldijo en su interior por creerse capaz de pasar a llevar a un profesional observador. Evadir. Sólo quería hacer eso. A veces, pensaba que sus padres estaban detrás de la puerta escuchándolo todo.
—No tengo nada de qué hablar —masculló.
—Claro que sí —aseguró Kim. Sus ojos se enfocaron directamente en él ante esa respuesta tan firme. La libreta marrón se abrió una vez más y el bolígrafo comenzó a trabajar en lo suyo—. Estás yendo a clase, ¿no? —Yoongi rodó los ojos—. ¿Cómo vas con eso? —Y dirigió las muelas al interior de sus mejillas, presionándolas con fuerza—. ¿Y bien? —insistió.
Tomó un profundo respiro y decidió cambiar de posición. Echó la espalda contra el sofá, abrió las piernas y dejó descansando las manos, aún entrelazadas, entre ellas. Negó con la cabeza antes de decir algo al respecto. Si de esa forma lo dejaría en paz, le daría lo que quería. Como a todos.
—Es difícil adaptarme a los horarios —vaciló en un principio—. Pero mis prácticas en casa están yendo bien.
Se podría decir que Yoongi tenía una doble vida. Así era siempre en su cabeza. De día era una estudiante pulcro de contaduría y administración que, por cierto, odiaba los números. De noche era un músico empedernido que luchaba por vivir de ello, aun si jamás lo haría. Sus padres lo dejaba tomarla como un premio de consuelo a su futuro prescrito. Aunque a su padre, en específico, le hacía feliz verlo feliz con ello.
—¿Te gusta lo que haces? —preguntó Kim.
—¿Qué exactamente?
—La escuela.
—Ah, no —bufó sin querer—. La detesto. Pero el asunto de la música va genial. Es más importante para mí —aclaró.
—¿Más importante? —Yoongi asintió—. ¿En qué sentido?
—Pues..., es un escape. —Chasqueó la lengua de inmediato. Se sentía ridículo por la emoción en el tono de su voz cada vez que hablaba sobre sus instrumentos—. Me refiero a que me ayuda a olvidarlo todo. Practicar y componer es un sueño.
—¿Qué es lo que pretendes olvidar?
La mandíbula de Yoongi se tensó al instante. No entendía cómo es que siempre volvían a lo mismo. O cómo es que Kim lograba hacerlo hablar cada vez, por más que se resistiera.
—Ya lo sabes —respondió entonces.
La libreta marrón volvió a ser tomada y él contó los segundos en que Kim sólo escribió.
—Llevas un año con esto, ¿verdad? —inquirió. Yoongi asintió—. ¿Te sientes preparado para pensar en el futuro? Quiero decir, en un futuro real que tenga que ver con la escuela específicamente. Tal vez, formar una familia..., el asunto de la empresa de tus abuelos...
El momento de relajación obtenido se fue volando por completo. ¿Por qué pensaría en el futuro? Ni siquiera sabía si tendría ganas de despertar el día siguiente. Además de que todo lo que los demás querían de él, no le parecía agradable.
En ocasiones, a Yoongi le gustaba olvidar hasta su propio nombre. Un día no era hijo de un pseudoempresario y una mujer devota. Otro, no es uno de aquellos hombres sucios que gustan de otros hombres. A veces, también finge que no extraña a aquel hombre que ya no está.
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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.
Fanfiction✄ : ❝ Cuando una cinta se corta puedes hacerle un nudo. Min Yoongi no conocía mandamientos más allá que los de su propia historia. Jung Hoseok se sabía los diez de memoria. Se pisaban los talones desde el punto de inicio. Con remiendos en el pecho...