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Abril, 1951.

En ocasiones, llamarse a sí mismo «enfermo» era la única manera que tenía para soportarse.

Permitir que Hoseok entrase en su vida no fue una de sus mejores ideas. Lo peor es que lo dejó entrar justo antes de siquiera intentarlo la noche anterior bajo la lluvia. Sin pensárselo tanto, Yoongi lo buscaba, y peor aún, lo encontraba. Aquella situación no era algo ni remotamente similar a lo que sucedió con él. Él era quien lo buscaba. Quien lo llamaba. Quien lo encontraba y lo escondía. Quien le enseñaba. Esta vez era al revés. Y aunque Yoongi ni siquiera debió pensarse en situaciones como las que vivió con él, junto a Hoseok, lo hizo de todos modos.

Temía aferrarse tanto a Hoseok ahora que tenía su confianza, pero se sintió tan bien, por más que su presentimiento de que todo acabaría mal, era mayor a los beneficios. ¿Cómo detenerse? Nunca lo había hecho. Temía, sí, mas también quería continuar. Si Hoseok se lo permitió, ¿por qué no hacerlo? Quizá podría tener un nuevo amigo, en su defecto.

—Yoongi —llamó la grave voz de Taehyung, mientras movía una mano frente a su rostro, cuyo giró para enfocar la mirada en él—. Te fuiste. —Sonrió a medias—. ¿Dónde andas?

—Me fui como tú ayer —respondió—. Ah, espera, verdad que nunca llegaste.

Taehyung abultó los labios y chasqueó la lengua.

—Ya dije que lo siento, Yoongi. Mi mamá se puso mandona y no me dejó salir.

—Sí, claro.

—Es la verdad —hizo berrinche—. Tienes que creerme.

—Como sea.

Taehyung presionó sus labios y lanzó un suspiro resignado.

—¿En qué piensas?

—En muchas cosas.

—A veces, no te entiendo, Yoongi.

—No tienes que hacerlo.

—Pero es que siempre quiero hacerlo. Somos amigos, ¿no? —Yoongi asintió, derrotado, aquella palabra significaba mucho saliendo de sus labios—. Siento que no me cuentas algunas cosas de tu vida, como yo te cuento las mías.

Arrugó el entrecejo, no por la afirmación, sino por el hecho de que sólo pensar en eso llevaba a Hoseok a su mente y no quería que se notase que de verdad estaba ocultando algo escabroso. Ya no era simplemente que gustase de otros hombres, sino el hecho de quién era el hombre que le gustaba justo en ese momento.

—Lo sabes todo de mí, ¿qué más quieres saber? —inquirió.

—Hay algo que no me cuentas —aseguró Taehyung con una mueca de disgusto—. Y sé que es lo que te tiene muy angustiado últimamente. ¿Ya no confías en mí? ¿Es eso?

Lo hacía, claro que lo hacía, pero...

—Creo que no estás preparado para tener esta conversación aún, Tae.

—No entiendo por qué.

—Te lo contaré pronto, lo prometo. Sólo espérame un poco más, ¿sí? ¿Harías eso por mí?

 Sólo espérame un poco más, ¿sí? ¿Harías eso por mí?

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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora