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Junio, 1952.

La nueva mansión de los Min se encontraba a pocos kilómetros de la anterior. Era enorme y blanca con detalles en negro. Era evidente que el ingenio y la creatividad de Min Yoongi pasó por encima de todo. De esperarse, sabiendo que sería su hogar para siempre junto a su nueva familia.

—Bienvenido, señor Jung.

Sonrió con amplitud y asintió hacia el hombre que lo recibió. No tenía idea de quién era, pero tampoco era demasiado importante para su ocupada cabeza.

En el trayecto pensó en varios escenarios en donde él y Yoongi se encontraban entre la multitud y decidían huir juntos el resto de la noche. Todo era borroso y confuso, porque no tenía un plan para hacer algo como eso. Sabía que el chico tampoco estaba interesado. Ya tenía a alguien más.

Vio a la distancia a los dueños de casa como una pareja joven y feliz. Hana Yi tomaba a Min Yoongi por el brazo y ambos conversaban de manera animada con personas que él no conocía.

—Pensé que no vendrías —escuchó de alguien a su espalda.

Esperaba toparse con Seokjin entre tantas personas, pero no tan pronto. Aún no ideaba una excusa lo suficientemente buena para zafarse del hecho de que fingió encontrarse enfermo cuando se lo preguntó en casa.

—Estoy mejor —contestó y se frotó la nuca con nerviosismo—. ¿El padre Jongsu?

—Con los Min. —Seokjin apuntó con su cabeza hacia uno de los rincones del salón—. ¿Seguro que estás bien? Te noto... ido.

—Estoy bien —aseguró.

—Ido —reiteró—. Desde que llegamos estás así.

—Estoy bien.

—No lo estás. Ni siquiera hablas más de cuatro palabras al día, Hoseok. Sólo sabes decir buenos días y buenas noches.

—Menos aquí.

—Entonces ¿cuándo? Si necesitas que alguien te ayude o te escuche, estoy yo, lo sabes bien.

La mirada lastimosa que le dedicó, lo hizo sentir molesto y pequeño.

—No necesito nada, Seokjin.

Sus pies se fueron apenas les dio la orden. Estaba exhausto como para soportar un interrogatorio.

Permaneció la mitad de la noche hablando con personas de manera aleatoria, huyendo de los dueños de casa. No se habían percatado de su presencia aún, pues sabía que lo buscarían en algún momento si eso ocurría.

—Señor Jung.

Claro que no duró demasiado aquella invisibilidad.

Claro que Seokjin le dijo al sacerdote que él apareció de todas formas.

Claro que ambos comentaron a los Min de su presencia.

—Creí que no vendría. —Hana Yi sonreía con amplitud y, para su alivio, iba sola. Gracias a ello correspondió la sonrisa—. El padre Jongsu dijo que se encontraba mal de salud.

—Es un evento importante. No podía perdérmelo. Supongo que el señor me ayudó.

Le ardieron las mejillas cuando Hana Yi rio, pero al menos asintió a su mentira.

—Ya que está aquí, ¿podemos hablar? Tengo algo importante que pedirle.

Se le revolvió el estómago con anticipación, por lo que decidió aceptar al mismo tiempo en que tomaba una copa de vino para acompañar el mal trago que sabía que vendría.

Hana Yi jamás habló con él sobre algo que no fuese Yoongi. Aquella no fue la excepción. Lo supo cuando le pidió salir al patio trasero y más aún cuando la vio tomar una copa también. Tardó en hablar. Lo suficiente como para que él se acabase la copa que llevaba. Ella también lo hizo.

Antes de mencionar una palabra, suspiró con pesadez.

—Sé que cuestionarle estas cosas debido al camino que escogió para su vida puede ser una falta de respeto —inició—, pero ¿qué haría usted si supiese que su esposa lo engaña? A pesar de todo..., digo, incluso si acordaron vivir cada uno por su lado... En algún momento juraron a Dios respetarse y una parte no lo cumple. —Tomó un respiro. El corazón de Hoseok comenzó a bombear en supervivencia—. Ah, señor Jung, seré clara: Yoongi se ha reencontrado con un amor del pasado y se están viendo casi a diario. Necesito que me ayude a pedirle que se detenga.

Amor del pasado, repitió para sí mismo. Amor del pasado.

—¿Sabe quién es ella? —inquirió, jugando al idiota.

—Usted y yo sabemos que no es una ella, más bien, es un él. Lo ha traído a la fiesta. —Su voz comenzó a romperse—. Lo ha contratado como trabajador y piensa que yo soy estúpida. —Y terminó por romperse. El pecho de Hoseok se apretó más—. Hasta me lo ha presentado. Dios, es un enfermo. Ya no sé cómo pedirle que me respete, que respete esta casa, pero desde el día uno comienza viéndome la cara. Estoy harta de su enfermedad.

Ni siquiera llevaban un año casados, ¿cómo pensaban sobrevivir el resto de su vida?

Comprendió a la perfección la situación de Hana Yi. Y entendió el comportamiento de Yoongi, aunque le ardiese por dentro. Por consiguiente, no supo qué decir. Que la chica estuviese harta no fue una señal para minimizar. La rabia y el cansancio son peligrosos cuando no se saben manejar.

—Ustedes tienen una buena relación, ¿no? —La miró sonriendo apenado—. Mi suegra me ha contado... sobre eso.

«Eso», ¿qué era «eso»? Había demasiadas posibilidades.

¿«Eso» que tuvieron?

¿«Eso» que los unió?

¿«Eso» que los destruyó?

—¿Disculpe? —inquirió sorprendido, evitando sonar ofendido o acorralado.

—Sus familias tuvieron problemas y... que ustedes, ya sabe, son medios hermanos —susurró al final.

Fue una lanza directo a su corazón. Por muy bajo que lo dijese, parecía que lo hubiese gritado. Se sintió expuesto y dolido, enfadado con ella.

—Lo siento, soy una indiscreta. No debí.

—No pasa nada. —Desvió la mirada. Quiso pedirle que se marchase y limpiase la boca antes de hablar sobre su vida—. Hablaré con él si así lo quiere, pero no prometo conseguir algo.

 Hablaré con él si así lo quiere, pero no prometo conseguir algo

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La fragilidad de un nudo ✄ yoonseok.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora