Ellas son mi vida

501 64 11
                                    

Kagome bajó las escaleras ante el incesante golpeteo, juntó la bata con una mano mientras abría la puerta e intentaba enfocar su vista, tuvo que levantar la mirada, ante ella, los hermanos Taisho la miraban con suplica y entonces dos llantos llamaron su atención.

–¿Que demonios..?– susurró antes de dejarlos entrar, mientras iban a la pequeña sala miró el reloj, ¡las malditas 02:30 am! Y mañana debía cubrir dos turnos completos– ¿Que hacen aquí a estas horas?

–¡Kagura y Sarah nos dejaron!– gruñó enojado Inuyasha, quien mecía al bebé en sus brazos– ¡no sabemos que hacer! Kag...ayúdanos.

Kagome sintió dolor, tanto por ellos como por su amor, por que había esperado toda su vida ser ella quien le diera un hijo al mayor de los Taisho, esperaba ser ella quien recibía las caricias en su barriga de embarazada, ella y no Kagura.

Suspiró, dejó de lado todo aquello y le quitó con cuidado al pequeño, tocó su pañal, los miró feo, se acercó a Sesshomaru y repitió lo mismo.

–¿Como esperan que estén contentos, si tienen que cambiarles el pañal?– sonrió con un ligero tic en su ojo, les pidió la siguieran, subió de nueva cuenta y se dirigió a la habitación de visitas, cuando entraron, notaron una cuna, algunos juguetes y ropa– veamos pequeño...

–Hiroshi– dijo Inuyasha, Kagome sonrió, ese nombre era hermoso– ¿Crees que también tenga hambre? Intentamos darles de comer, pero no recibieron el biberón.

–Por lo general deberían estar tomando pecho– respondió mientras abría la ropa y quitaba el pañal, limpio la zona y usó uno de los que había en un cajón, puso un poco de crema para evitar que se la zona se irritara– Inu, ve a la tienda que esta a la vuelta, esta abierta toda la noche, pide leche en polvo de recién nacido y tráeme unas toallas húmedas.

Inuyasha no esperó, salio corriendo a comprar todo, Sesshomaru se estaba poniendo nervioso, ni con su hermano había tenido que pasar esto, y ahora, debía cuidar a su pequeña por una irresponsable que lo abandonó.

–Tómalo por favor– salió de sus pensamientos, puso a su hija en la cama y recibió a su sobrino– bien pequeña, ahora sigues tú– pareció calmarse al sentir como retiraban el pañal sucio y ponían uno limpio– ¿como se llama?

–Aiko– sintió enormes ganas de llorar, de gritarle mil veces en la cara que ella se lo advirtió, que ella le dijo que Kagura no era buena, que jamás tendría ese instinto maternal, pero mordió su lengua al saber que eso no era lo que necesitaba en esos momentos– ¿y ahora?

Inuyasha los llamó, bajaron y allí Sesshomaru le dio al pequeño, él tomó a Aiko mientras Kagome preparaba la fórmula en las mamilas que ellos habían llevado en las mochilas, ambos fueron a verla para ver que habían hecho mal, notaron que Kagome vertía un poco de leche en su mano y luego la probó, puso los biberones en una taza con agua fría y allí ambos soltaron una exclamación.

–Díganme que se percataron de que estuviera tibia– les pregunto al ver su cara de nervios– ¡Serán...!– gritó y asustó a los bebes– ¡su paladar es más sensible que el de un adulto!

–¡Esto es nuevo para nosotros!– exclamó Inuyasha sintiendo lágrimas en sus mejillas– esto...esto es algo que aprenderiamos con ellas.

–Tomen, están listas– les dio a cada uno un biberón y les dijo como dárselas, se sentaron en la sala mientras veían televisión, aún que muy poca atención prestaron– puedo ayudarlos, les enseñaré cada cuidado, pero deben prometerme una cosa– ambos asintieron– en su vida vuelvan a prepararles los biberones.

Una gota cayó por sus frentes, ella se acurrucó en el sillón y cerró sus ojos unos minutos, los volvió a abrir al escuchar otra vez el llanto, se acercó a Inuyasha y les enseñó cómo hacerlos eructar, siguió con Sesshomaru, para que le diera pequeños y suaves golpes en la espalda.

One-shots Sesshome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora