One-shots Sesshome

El Amor

"-¿Has oído hablar de ella?"

Una hermosa mujer, una dulce y encantadora mentira, la vida, o para aquellos que vivieron a su lado, prefirieron ponerle un nombre, Kagome, así era llamada por los demás.

"-¿Y de él? ¿Que sabes sobre él?"

Un hombre, una cruda y triste realidad, la muerte, recibió el nombre de Sesshomaru, un solo toque, por más mínimo que fuera, mataba todo a su paso, sin piedad y sin culpa alguna.

"-¿Que pasó entonces?"

Se enamoraron y pagaron el precio,crearon un caos que puso a todos en peligro, les dieron a elegir y ellos lo hicieron.

"-¿Que eligieron?"

El amor.
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Cada día a la misma hora, en el mismo lugar y con el mismo propósito, Kagome paseaba por su bosque, siempre tocando todo para dar vida a la vegetación, haciendo crecer árboles, flores e incluso a animales.

Cuando el sol se oculta, dando paso a la luna, ella se adentra aun más en aquel bosque y caminaba hasta un lago, que indicaba la mitad de este mismo, un lugar tan distinto se asomaba del otro lado, un lugar carente de vida, le faltaba color, ella siempre se sentaba imaginando como sería cruzar y tocar todo, darle un aspecto distinto, se imaginaba todos los tonos del verde en los árboles y césped, más las preciosas flores que haría crecer y también animales, muchos animales dándole vida.

Una sombra acercándose al borde del lago la hizo dejar de pensar en todo eso, veía como se acomodaba y quitaba su capucha, dejando ver un rostro carente de emoción, con unos exóticos ojos ambar, que parecían oro fundido, una melena plateada brillante como si cuidara cada día de ella.

Ambos se miraban anhelando cruzar, él queriendo descubrir como era posible que aquella mujer no le temiera, era imposible para él quitarle la vida, pero si podía matar su creación, aquella "hermosa y perfecta creación" como decía ella.

Sesshomaru miró junto a su mano una flor, ella había logrado hacerla crecer desde la distancia, era linda, de un extravagante color turquesa con detalles morados, unas hojas pequeñas de color verde claro y el centro era amarillo, sin dudarlo la tomó entre sus dedos, deleitándose al verla marchitar.

Kagome realizó un puchero al ver como destruía aquel obsequio, con un poco más de esfuerzo creó un conejito, blanco con una esponjosa cola, sin duda alguna muy lindo, con ayuda de sus poderes y mucho cuidado lo dejó del otro lado, el pequeño conejito saltó y comenzó a olfatear el suelo, cerca de él, quien al verlo lo tocó con un solo dedo, el tierno animalito no era más que huesos en estos momentos, siguió saltando, solo que ahora sin vida.

-¿Por que matas todo lo que te regalo?

-Para eso nací, para acabar con la vida, ese es y siempre será mi propósito.

Él no poseía un corazón, no sabía lo que era el amor, pero sabía y podía asegurar que, si un día el llegase a perderla a ella, nada en su vida sería lo mismo, para los demás quizá no era más que un ser hecho para matar, para arrebatar y no dar, pero en estos momentos estaba usando sus poderes para que aquel conejito viviera, no de la forma que ella conocía, si no que eternamente al lado suyo para recordarle lo valiosa que era ella.

El tiempo no era problema para ellos, vivirían muchos años, pero la necesidad de tocar y conocer el mundo del otro era más fuerte, Kagome con el paso del tiempo comenzó a crear un puente hecho de ramas de árboles, les daba firmeza con lianas y cuando lo terminó ambos lo cruzaron, topandose de frente el uno al otro, y con cada paso que daban la vida y la muerte moría gente, niños, mujeres y hombres morían al no estar bajo el cuidado de Kagome.

Los poderes de Sesshomaru se descontrolaron acabando con todo a su paso, y cuando se vieron frente a frente, tocaron sus rostros, el rostro de él era frío, dándole un escalofrío por su columna, y ella era tan calida, dándole una sensación tan agradable que quería más, quería seguir tocando su piel, lo necesitaba, pero en un parpadeo ya estaban frente a los grandes mandos.

Por que sí, incluso ellos debían obedecer reglas, ellos eran liderados por Toga e Irazue, ambos eran quienes se encargaron en su momento de alejarlos, sabían del peligro si un día se cruzaban, por que la vida era tan hermosa que cautivaria a la muerte provocando el caos, les nombraron cada uno de sus errores, cada una de las muertes causadas por ellos y luego les dieron a elegir.

-Pueden volver a sus hogares, olvidarse el uno del otro y que el mundo siga su curso normal o...ser desterrados, perder sus poderes y vivir como unos simples humanos, ¿que eligen?

-El amor.

Sesshomaru explicó cada cosa que le producía Kagome, lo valiosa y cuanto la necesitaba, por que las muertes ocurridas hoy, no eran nada en comparación a lo que podía causar.

Con un chasquido Toga hizo a ambos dormir.
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Abrió sus ojos mirando el maravilloso día despejado, hoy iría con sus amigas a la piscina, pasarían un agradable día platicando de su semana con Ayumi y Yura.

Se puso un vestido blanco que llegaba hasta arriba de las rodillas, unas sandalias negras y gafas, llevaba puesto el traje de baño y una muda de ropa en la mochila, junto a una toalla.

Mientras caminaba al lugar acordado notó un nuevo cartel, se trataba de uno de los mejores abogados, Sesshomaru Taisho, su corazón se aceleró al igual que cada vez que lo miraba, ¿por qué pasaba si no le conocía en persona?

Se mordió el labio y siguió su camino, no era la primera vez que le pasaba, y la verdad sentía que lo conocía, siquiera cuando tuvo su primer amorío se sintió así, y ahora con veintidós años quería y sentía que debía estar con él.

Decidió apresurar el paso para despejar su mente, llegó al metro y cuando estaba por doblar chocó contra un hombre, antes de caer fue afirmada por un fuerte brazo y la apretó un poco contra su cuerpo, levantó la mirada topandose con unos ojos dorados.

-Ten más cuidado

-Perdoneme señor Taisho

Sesshomaru no la soltaba, había sentido lo mismo que Kagome y aún cuando sabia que no podía llegar y llevarla para estar juntos, su mente y corazón pedían a gritos que no la perdiera, era la primera vez que la veía, pero sentía conocerla de toda la vida.

-Ustedes escogieron el amor, yo respetaré su decisión.

Desde un lugar que no podía ser visto por humanos, ellos eran vigilados día y noche, a la espera de que otra vez se conocieran, y ahora que lo habían hecho ellos se encargarían de juntarnos para la eternidad.

FIN