Inspiración

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II

No sabía cuánto tiempo llevaba sentada en esa silla, mirando su cuaderno, tenía mil ideas en su mente, queriendo ser plasmadas una tras otra, pero ella, solo podía imaginar a Sesshomaru y aquel beso que le había robado hace tan solo un día atrás, trató en lo posible de no toparlo, así, él no vería el estado en que estaba, parecía una colegiala enamorada por primera vez.

Llevó una mano a sus labios, recordando la calidez que sintió, aquel había sido su primer beso, y deseaba recordarlo, así que comenzó a tratar líneas y para cuando se dio cuenta, ella y Sesshomaru estaban plasmados en un boceto, le dibujó un fondo, le gustó mucho el dibujó así que cambio de hoja e hizo otro.

Aquel día, llenó cerca de cinco hojas con bocetos para pasar a lienzos, esos serian sus dibujos más preciados, nadie debía verlos, solo ella.

Naraku llegó con comida, así que dejó todo bien guardado y fue al comedor, había camarones en salsa blanca, carne de cerdo con crema de vino tinto, gyozas de verduras y un trozo de pastel de arándanos, su favorito.

-¿Que celebramos?- preguntó ante tanta exquisites, Naraku no dijo nada, solo fue por una botella de vino y tres copas- ¿visitas?

Bien terminó de hablar y el timbre sonó, Kagome fue a abrir la puerta y allí, frente a ella, Sesshomaru le sonreía de lado, llevaba consigo una bolsa y un vino.

-¿Puedo pasar?- aún aturdida por tenerlo frente a ella, se movió permitiendo su ingreso- gracias.

-Bien, a comer- habló Naraku tomando asiento y palmeando la silla junto a él para que se sentara- vamos, ¿no quieres saber que celebramos?

-Obviamente si- tomó asiento, recibió un plato con comida y luego le sirvieron vino- ¿y que hace Sesshomaru aquí?

-Pues todo lo que celebramos es gracias a él- alzaron sus copas y las juntaron unas contra otras- Kagome, oficialmente, tendrás un estudio donde dibujaras y podrás vender tus cuadros- el anuncio le pareció el regalo más hermoso- Sesshomaru logró encontrar un local en venta, nos ayudó y puedes decorarlo a tu manera.

-¿Por qué hiciste algo como eso?- el solo imaginar que Sesshomaru le estuviera pagando su futuro lugar de trabajo le llegaba a molestar, ella podía trabajar y pagar sola- ¿y por que no me preguntaron antes?

-Cuando vi tu cuadro, extrañamente recordé las historias de mi madre, tu arte me permitió viajar entre mis recuerdos- respondió dejando la copa en la mesa al igual que los demás- y cuando mi padre la vio, sintió lo mismo, tu arte es capaz de mostrar los sentimientos que deseamos mostrar, los demás merecen aprecirte y quise ayudar- estaba mareada, era la primera vez que lo oía decir tantas palabras- le dije a Naraku que el lugar sería tuyo, solo para que puedas crecer como artista y si algún día quieres, abras tu propia galería.

Kagome sonrió feliz, miró a su amigo y lo abrazó, hubiera querido hacer lo mismo con Sesshomaru, pero seguía recordando una y otra vez el beso y le provocaba vergüenza, por que él parecía haberlo olvidado.

Les agradeció a ambos, comieron en un agradable silencio y por último, Kagome comió el postre, pues a Naraku no le gustaban los dulces y Sesshomaru, era alérgico a los arándanos, no arruinaría la velada mandandolo al hospital.

Kagome se encargó de limpiar la loza, Naraku fue a atender unos cuantos mensajes y Sesshomaru esperaba en la sala, deseaba hablar con ella, expresar el como se sentía, pero no había tenido oportunidad por que ella lo ignoraba, y ahora, aunque solo fueran unos minutos, deseaba hablarle.

One-shots Sesshome Donde viven las historias. Descúbrelo ahora