PRÓLOGO

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El viento era tan fuerte que los arboles parecían danzar, era un aire seco que traía nubes de un gris oscuro

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El viento era tan fuerte que los arboles parecían danzar, era un aire seco que traía nubes de un gris oscuro. Era cuestión de tiempo para que pequeñas gotas de agua cayeran sobre los vendedores ambulantes, sobre los transeúntes, y sobre aquellos miles de autos que formaban una gran fila sobre las calles de Tokio.
Tal vez el clima no estaba de su lado, pero tampoco era de su importancia, la tarde noche lucia bien para Tanaka Kenta, él miraba a través de la pared de cristal con vista hacia la ciudad. Sonrió cuando un rayo de luz iluminó el cielo.
─El clima es agradable ─mencionó con tranquilidad.
─Si tú lo dices ─respondió su amigo y confidente omega─. Creo que es un mal augurio.
─¿Un mal augurio? ─no preguntaba porque no supiera el significado del término, preguntaba porque no comprendía el motivo por el cual Hatoyama había elegido semejante definición─. No lo entiendo.
─Aún no es hora de que se oculte el sol y ya luce completamente oscuro, además, va a llover, justo cuando has decidido seguir con la cadena de mandato sobre la empresa ─Kenta hizo un gesto despreocupado y se rascó la frente.
─¿Crees en ese tipo de supersticiones? No lo sabía.
─Solo quiero...
─En primavera ─empezó─, durante mi primer año de universidad, practicaba hockey. Era realmente bueno. Tan bueno que un día anote tres goles. El entrenador había dicho que era un jugador esencial, que parecía tan experto sobre el hielo. El equipo me alabó. Y todos sabían que las mujeres formaban una gran fila para insinuarse ─el omega no comprendió porque semejante comentario venía a la conversación, pero tampoco interrumpió─. Era un día soleado, podías sentir como ese calor te quemaba la piel y como la gentileza del viento te refrescaba la cara. Era ese tipo de clima que aprovecha una familia feliz para salir al parque a disfrutar del almuerzo, pero, muy a pesar de que todo lucia maravilloso, no lo era en absoluto. Ese día mama murió y el clima parecía festejar ─el oyente no dijo nada por un largo tiempo.
─Lo siento ─dijo por fin.
─Ah ─suspiró el gran alfa─. No tienes que disculparte, pero debes tener menos prejuicios ─<<Después de todo eres mi compañero>>, pensó.
Pasó un largo tiempo antes de que cualquiera de los dos abriera la boca, la mención de la señora Tanaka había hecho que el ambiente se tornara sombrío, y no era porque ya había abandonado este mundo, era porque la historia de la madre de Kenta no había sido nada bonita. Los medios de comunicación encendían cámaras y micrófonos, e incluso hacian reportajes completos con su historia cada aniversario luctuoso.
─De cualquier manera la empresa ya está mal parada. No hay forma de que al tomar yo la dirección se arruine aún más ─el imponente hombre se alejó de la ventana, decidido a tomar el lugar que hace no mucho le pertenecía a su padre. Recordó que se había jurado no tomar las riendas de la empresa y que nunca jamás sería igual a su padre. Y por supuesto, eso haría─. Pensé en cambiar el nombre de la empresa. Siempre he pensado que el nombrar a una empresa con tu apellido lo hace sonar demasiado egoísta, es como si quisieras decirles a todos que eres el único que ha trabajado para obtener lo que tienes. Y si me lo preguntas, el florecimiento de una empresa si depende de su líder pero también de sus subordinados.
─¿Cambiar el nombre? ─preguntó el omega aún no creyéndolo─. No puedes hacer eso. Piensa en tu padre, Kenta, en tu familia, en los medios. ¡Te criticaran!, No puedes tomar una decisión como ésta solo por un capricho. La empresa fue fundada hace cinco generaciones ─se detuvo cuando no vió reacción alguna en su compañero. Quería gritarle, y no porque estuviera enojado, sino porque quería evitar problemas futuros, aún así, no lo hizo, la expresión del alfa delante de él era tan ajena a la situación, un rostro lleno de gracia, de descaro y satisfacción.
─El apellido Tanaka tiene un buen significado pero es muy directo
─continúo─, lo estuve pensando anoche y creo que tengo mi decisión final.
─Sería tan inapropiado de tu parte...
─Tarō. Lo diré de nuevo porque creo que aún no me estás entendiendo. Pensé en cambiar el nombre de la empresa
─repitió con calma─. Y ya he tomado una decisión ─Hatoyama asintió vencido, comprendió que no estaban pidiendo su opinión─. BBS ─soltó por fin.
─¿Eh?
─Abreviatura de: "Batalla de Buena Suerte"
─Kenta sonrió satisfecho. Parecía un niño pequeño al cual se le había ocurrido un nombre bonito para su mascota─. ¿Qué piensas, es bueno?
─Creo que es... apropiado ─lo apremió el omega.
─Ahora que ya está decidido ─dijo como si hubiese tomado en cuenta la opinión de quien próximamente sería su fiel secretario─, también consideré oportuno dar la bienvenida a mejores y competentes empleados. Con tan solo pisar el primer escalón me di cuenta de que este lugar está plagado de ratas.
─¿Hablas de despedir a los trabajadores?
─Por supuesto que, no a todos. Además, removeremos a algunos a un área donde se desarrollen de manera más eficiente
─el joven amo tomo una de las miles de carpetas que habían en el escritorio. Hacia horas que había mandado a buscar cada perfil de los empleados de su empresa─. La señorita Suzuki de veinticinco años, una beta, es perteneciente al área de recursos humanos, pero parece ser que fue una estudiante de idiomas en la universidad, ¿Qué hace una señorita con la capacidad de hablar inglés, francés y chino en el departamento de recursos humanos?
─Kenta miró al omega esperando una respuesta sincera.
─Se tratará de un error ─atinó a decir.
─Negligencia e ignorancia ─Tanaka tomó una carpeta al azar y parpadeó sorprendido─. ¿Qué hace un menor de edad trabajando para la empresa?
Iba a ser un trabajo duro, quizás imposible, pero lo importante era que Kenta no estaba solo, ¿Verdad?
El padre de Kenta, Ichiro, nunca fue conocido por manejar su empresa de manera licita, es decir, comúnmente se tenían arreglos con otras compañías que operaban de la misma manera, era muy común tener en primera plana del periódico la palabra "fraude" junto al apellido Tanaka. Evadían impuestos y robaban trabajos, se había llegado a la idea de que nada bueno podía venir si un Tanaka estaba al frente, o eso era así hasta la llegada del actual presidente.
Tarō se levantó, se acomodó el traje y sin que le dijeran nada más se encaminó hacia la salida.
─Llamaré al director de recursos humanos ─el alfa suspiró, miró de nuevo la carpeta en sus manos, y mientras se pasaba la mano por su castaña cabellera se dijo:
─¿Qué se supone que haga con esta porquería?

─Llamaré al director de recursos humanos ─el alfa suspiró, miró de nuevo la carpeta en sus manos, y mientras se pasaba la mano por su castaña cabellera se dijo: ─¿Qué se supone que haga con esta porquería?

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