EXTRA XII. COMO EL ABUELO

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El lunar del niño estaba por encima de su ojo izquierdo, adornando su parpado de una manera coqueta, era pequeño pero notable, atrevido, como el de su abuelo.
─Está en el mismo lugar que el de papá ─decía Ayari con un ligero sonrojo.
Era poco posible que el niño se convirtiera en un alfa dominante como Kuta, pero era realmente bello, como su madre.
─Incluso tiene tres lunares más en el cuello, ¡Mira eso!, es idéntico a ti, Kuta ─le siguió Nori, muy impresionado. Era increíble el gran parecido que tenía Aoi con la familia Hatoyama.
─Pero, ¿ya se fijaron en sus ojos? ─recalcó el padre de la criatura, buscando algo de atención.
─Es cierto. ¡El bebé tiene los lunares en el mismo lugar que papá! ─seguía gritando Ayari─. Su cabello es igual que el de papá ─todos siguieron observando al niño que permanecía en un profundo sueño. De vez en cuando, Aoi bostezaba, o se retorcía en brazos del gran Kuta, y entonces toda la audiencia:
─¡Awww! ─no tenía más opción que deleitarse cada vez que se ofrecía la oportunidad.
El padre de Tarō no decía mucho, solo escuchaba las palabras de los alrededores.
─Aoi tiene las cejas igual que su abuelo.
─Aoi tiene la misma nariz que su abuelo.
─Aoi tiene los mismos labios que su abuelo.
─Aoi tiene el mismo atractivo que su abuelo ─lo cierto era que, si los ojos del chiquillo no fueran iguales a los de Shiraishi, y en su lugar fueran dorados, sería la réplica exacta de Kuta.
El viejo alfa estaba orgulloso, Tarō era más similar a su madre, y ni siquiera Ayari se parecía tanto a él. <<Por supuesto que es apuesto, se parece a mí>>, pensaba en su interior. <<El pequeño Aoi es idéntico al abuelo>>, y ocultaba una sonrisa de triunfo.
El omega dominante observó el rostro de su padre, lo conocía lo suficiente como para darse cuenta que el viejo estaba satisfecho.
─De todas maneras ─dijo la madre recuperando a su hijo─. Debo amamantarlo ─el anillo de matrimonio del secretario lució brillante ante todas las miradas─. Además hay un cambio más de ropa ─el abuelo ladeo la cabeza, ¿Cuántos cambios de ropa llevaba su hijo? Primero había sido el kimono blanco en el templo, ahora un traje rojo, ¿Qué más seguía?, ¿las bodas tradicionales requerían de tantas vestimentas?─. Ahora es un traje blanco ─sonrió explicando a su padre.
─No está mal, Shiraishi ─decidió ignorar el tema de los vestuarios y prestarle atención a la sortija.
─Reliquia familiar ─contestó la abuela de Shiraishi un poco engreída─. Fue de mi bisabuela.
─Abuela ─la regañó el novio.
─No parece una esmerada ─dudó Kuta.
─No, no lo es ─siguió la mujer echándose aire en el rostro con abanico de tela─. Se le conoce como "gema de la luna". Su país de origen es Egipto. Los antiguos gobernantes las regalaban a sus doncellas en época de apareamiento. Prometía abundancia.
─Abuela ─la siguió con fastidio Raiden.
─Es tan extraña que en el mundo solo han podido hallar cinco ejemplares, algunos son más grandes que otros. En cada generación por donde el anillo ha pasado siempre ha habido grandes cosechas. Además, tiene cinco diamantes, nunca pueden faltar los diamantes ─hizo una breve pausa y─: Bombón podría tener mucha fertilidad en el futuro, es mejor que lo esperemos con alegría.
─¿Bombón? ─preguntó Kuta confundido.
─Ese es mi apodo ─respondió Tarō con una sonrisa tímida.
─Espera más nietos ─se alegró, y continúo─: Mi bisabuela tuvo quince hijos, mi abuela veinte, mi madre diecisiete y yo he tenido veintitrés ─extendió ambas manos, como para que Kuta echará un vistazo a su alrededor─. Somos una familia extensa ─todas los asientos que no eran ocupados por los invitados de la novia eran ocupados por los familiares de Shiraishi. Eran más de cincuenta adultos, sin contar a los niños traviesos que corrían por doquier─. Yo le había dado el anillo a mi hija mayor, Aiko, la madre de Raiden, pero al fallecer, la joya volvió a mí ─explicó un poco triste─. Ahora, por regla estricta, le corresponde a bombón portar el anillo. Así que es emocionante pensar que él pueda romper mi record ─todos abrieron los ojos, impactados─. Raiden, hazlo bien, cariño ─animó la mujer a su nieto, quien no pudo evitar negar con la cabeza, muy avergonzado.
─Chiyoko, abuela, ya basta ─el abuelo intervino tarde─. Parece que la señora que has invitado ha tenido un accidente en las escaleras.
─¿¡Aquí?! ─muy apresurada se levantó de su silla.
─No, no. Aquí no ─tomo a su esposa por el brazo─. Es la mujer que vende verduras en la tienda de al fondo. Resbaló ayer. Quiere un remedio natural, dice que las malditas pastillas ya la tienen harta.
─¿Sí?
─Vamos con ella, está esperando en la mesa de Rina. Le dije que te llevaría porque yo no sé de esas cosas.
─Ah, sí, sí... El otro día ví a su hija menor con un tipo muy feo... ─y se perdieron poco a poco en la multitud mientras el abuelo se disculpaba con un gesto de mano desde la distancia.
─Ella es muy animada ─dijo Kuta aclarándose la garganta─. Porque, por supuesto que veintitrés son demasiados ─todos rieron incómodos.
─Ella ya es una mujer muy vieja, me disculpo por eso ─se avergonzó el novio.
─Bueno, se hace un poco tarde para el siguiente cambio ─hizo que Raiden se levantará y luego entrelazaron sus manos─. Aoi debe tener hambre ─y se marcharon deprisa.
─El anillo brilla ahora ─murmuró Nori, parecía que Kuta no había sido el único que había observado el anillo de matrimonio que adornaba la mano izquierda del lobo.
─Mamá, ¿puedo ir a jugar? ─preguntó Ayari, señalando a un grupo de niños que jugaban en el césped, Nori asintió.
─¡Ten cuidado! ─le gritó en cuanto notó que un niño más grande que Ayari salía volando por los aires─. ¿Solo fui yo o... cuando se tomaron de la mano brillo demasiado?
─Creo que lo han mandado a limpiar ─el omega rió.
─Te avergüenzas más de lo que cualquiera podría creer ─le plantó un dulce beso en la mejilla y Kuta sonrió. Nori, ese omega lo convencía de cosas que en otro momento no habría aceptado jamás: Aceptar a Raiden, asistir a la boda de su primogénito, y conocer a su nieto, Nori hacia que dejará de ser todo un cabezota.
Y mientras su esposa salía corriendo para supervisar el bien de Ayarí, quien era el próximo a salir volando por los aires, el viejo alfa sintió una tranquilidad abrazadora.
─Sabía que necesitaba cambiar de dueño.

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