CAPITULO XXIV. SALVANDO AL SECRETARIO

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Hatoyama estaba viendo, como un tonto, hacia el suelo. Estaba tratando de procesar lo que acababa de ver.
<<Oh, Dios mío>>, eso era lo único que podía pensar, y es que jamás había visto a alguien tener sexo, y mucho menos de una manera tan inapropiada, ¿Acaso los instintos de ese alfa se habían despertado?, o es que acaso ¿Ese omega recesivo le había hecho perder la cordura?
Los pensamientos del secretario se quedaron estancados. Hace solo unos minutos había estado esperando con paciencia afuera de la oficina, había estado nervioso por la reacción de Yota hacia su empleador, temía que algo pudiera salir mal, así que había entrado para ayudar pero... al parecer esos dos ya habían arreglado cualquier mal entendido.
<<¿Sera que él me odia?>>, se preguntaba recordando la mirada ruda del amante de Kenta.
Luego volteo hacia las ventanas, se alegraba de que Tanaka hubiera mandado a poner cortinas desde el incidente con Akuma.
Aún estaba esperando a que aquellos amantes salieran del baño para poder disculparse con Shinseki, y es que sabía que toda la culpa recaía sobre sus hombros. Su conciencia no estaría tranquila hasta que pudiera pedir perdón adecuadamente, y entonces si, después de eso... se iría.
Permanecía de pie en la entrada cuando la puerta del baño se abrió. Un omega, un poco desalineado, salió dando pequeños pasos lentos y cortos, podía saberse que había intentado peinarse el pelo con agua del grifo. Detrás suyo, y muy contrario a Yota, un alfa impecable sonreía con alegría.
Ambas apariencias tan distintas hicieron sonreír al omega dominate hasta que:
─¿Sigues aquí? ─el joven amo notó su presencia. Hatoyama dejó de sonreír e intento hablar, porque sabía que si salía no podría lograr sus intenciones. Tanaka era demasiado testarudo, impidiendo cualquier perdón─. Estás despedido, sal de aquí ─empezó a caminar en su dirección de manera amenazante pero el omega dominante no dió ni un paso atrás.
─Presidente, quisiera hablar con el señor Shinseki. Si me lo permite, significaría mucho...
─¿Quieres volver a arruinarlo? ─lo interrumpió─, ¿No te es suficiente? ─Yota, quien había estado sentado en el sofá, se levantó de inmediato, su corazón le decía que ese secretario de verdad estaba arrepentido, que también había sido víctima de las apariencias─. Márchate. No quieras hacer las cosas más difíciles... ─un sonido brusco se escuchó por detrás de esos dos dominantes. Gracias a la caída de Yota se lograron frenar palabras duras que sin duda estaban destinadas a lastimar─. Yota ─al instante, al director se le hablando la voz.
─Me caí ─dijo sonriendo─. Es que... me duele la cadera ─Kenta se alejó de Tarō, y preocupado fue hacia su omega para ayudarlo a levantarse─. Fuiste muy apasionado ─agregó cuando ya estaba siendo sostenido en brazos.
─Lo lamento ─respondió sonriendo.
─Joven amo, ¿Por qué no escuchamos lo que tiene que decir? ─le susurró a la oreja.
─Yota... ─vaciló.
─Por favor ─acarició la mejilla del presidente con suavidad y─: Te lo compensaré ─a ese hombre imponente de pronto la idea le resultó tentadora─. Todo lo que quieras ─sería un idiota si dijera que no.
─Adelante ─miró a su antiguo secretario y a ese joven de ojos azules no tuvieron que repetírselo dos veces. Cerró la puerta y tomo asiento─. Si dices algo innecesario, esta vez Yota no te salvará ─afirmó mientras dejaba a su amante de nuevo sobre el sofá y tomaba lugar a un costado.
─Lo lamento tanto ─el secretario de verdad que estaba arrepentido, sus manos y pies temblaban mientras trataba de explicarse─. Yo ignoraba la situación por la que el presidente pasaba, así que solo... me deje llevar por los rumores y por las falsas imágenes de aquel día. Lamento haberlo lastimado, es decir, nunca fue mi intención alejarlos tan cruelmente. No está bien interferir en un amor tan puro. Me disculpo de corazón. El director está profundamente enamorado de usted, jamás se atrevería a sustituirlo.
─¿Es así? ─bromeó Yota con una sonrisa.
Antes de que el rubio contestara, el joven amo interfirió.
─Por supuesto que sí ─comenzaba el tipo de manera apresurada─. Es cierto que tengo amistad con cualquier omega que pueda conocer, pero eso no significa que quiera tener el mismo tipo de relación que la que tengo contigo. Es solo que pienso que... Que debo protegerlos. Es mi manera de compensar el daño que mi madre recibió algún día.
─Joven amo ─se conmovió el ayudante de cocina.
─Por supuesto que también deseo protegerte, pero no es lo mismo. Yo deseo que verdaderamente lleguemos a formar, tanto sentimental como físicamente, un enlace profundo.
─Joven amo ─Shinseki estaba fascinado.
─Yota es especial ante mis ojos. No hay nadie igual a ti. Es por eso que algo tan único debe ser solo mío ─Tarō estaba confundido.
─Yo también quiero que el joven amo sea mío ─se armó de valor el omega recesivo─. El presidente es el único que puede hacer latir mi corazón de manera acelerada, usted brilla para mis ojos. Además, el placer... ─Hatoyama tocio tres veces, cortando la desagradable pero empalagosa declaración de amor.
─La cosa es ─continúo, notando el sonrojo de las personas que tenía en frente (y es que si había olvidado su presencia)─, que fue totalmente mi culpa. Nuevamente me disculpo ─se levantó y se inclinó─. No hay palabras para expresar cuan arrepentido me siento.
─¿Ya es todo? ─preguntó el alfa de manera tajante.
─No deberías despedirlo ─le sugirió el recesivo─. No lo hagas ─Tarō tragó saliva y se llenó de terror.
Tanaka Kenta no era alguien que diera fácilmente su brazo a torcer. Si una decisión estaba tomada, entonces eso se haría y nada más.
─Yota ─empezaba con una voz severa.
─Solo piénselo. Póngase en su lugar. ¿Qué habría hecho si me hubiera visto besar a otro hombre?
─¿Otro hombre? ─repitió─, ¿Quién?
─Es solo un ejemplo. No estoy hablando de nadie ─suspiró el joven─, es decir, ¿Qué hubiera pasado si yo hubiera reconfortado a un alfa de la misma manera en la que usted consoló a ese omega?
─Pues nada, ¿Qué hubiera pasado? hubiera preguntado sobre su relación, sin apresurarme a sacar conclusiones ─respondió de inmediato, entonces el ayudante se rió nervioso porque sabía que sin duda sería así. Y es que sí que ese presidente tenía sus momentos emocionales, pero siempre encontraba la manera pacífica de arreglar sus propios problemas, después de todo nada grande se había presentado hasta que terceras personas interfirieron en su relación.
─Bueno... ¿Por qué no le das una segunda oportunidad? ─tenía que cambiar de estrategia si realmente quería ayudar a ese dominante.
─Eso... no está a discusión.
─Pero sé que el presidente de BBS es amable, ¿Acaso no es así?
─Yota, no puedo pasar esta situación por alto, no puedo actuar como si nada hubiera pasado, ¿Quién me asegura que no se volverá a repetir? ─el joven amo miró a su antiguo empleado con el ceño fruncido, en respuesta, Tarō solo pudo agachar la cabeza.
─Lamento haber lastimado al presidente ─susurró el hermoso omega. Ahora estaba mirando el suelo pero se sentía agradecido por la intervención del omega amable, aunque también estaba aún más avergonzado, porque a pesar de las suplicas sabía que el presidente era alguien amable pero no piadoso.
─No lo hizo a propósito ─insistía Shinseki─. Además es un amigo.
─No es mi amigo ─contradijo Tanaka con una voz desagradable. El ex secretario quería llorar.
─¡Pero es el mío!, si no lo perdona ahora su corazón se lo reprochará después. Él está arrepentido... Por favor.
─No es no ─dijo por fin.
─Ah, joven amo... Dele una segunda y última oportunidad. Si vuelve a decepcionarlo me haré responsable ─Yota miró a Tarō─. Me haré responsable ─repitió.
─Yota, la gravedad de la situación...
─Cariño, por favor ─mencionó con una voz suplicante.
Al parecer nada haría cambiar de opinión a ese hombre, incluso el omega dominante había estado a punto de abrir la boca para informar que no hacía falta rogar, que se marcharía por las buenas. Y es que esa decisión ya estaba tomada. No puedes ir en contra de los deseos de un alfa extremadamente dominante, porque si lo hacías podrías caer en las garras de un león, que descargaría su furia sobre tu alma. Dejando solamente trozos del dolor...
─De acuerdo ─suspiró el gran sujeto─. De todas maneras sería difícil conseguir a alguien con las mismas capacidades que Hatoyama ─Yota sonrió con alegría y se acercó a Tanaka para darle un beso en la comisura de los labios.
─Gracias.
─Aún así, debemos de arreglar los detalles más tarde ─advirtió a su amante, quien asintió con la cabeza varias veces porque estaba emocionado.
─Sí, sí. Lo que usted diga ─así que era así de fácil, eh─. Parece que... he salvado al señor Hatoyama ─sonrió Yota con una sonrisa brillante.
─Un ángel ─murmuro Tarō para sí mismo. Estaba tan fascinado y ocupado alabando a la futura señora Tanaka dentro de su cabeza, que no se detuvo a asimilar el gran poder que tenía ese simple ayudante de cocina sobre Kenta. Porque bastaba solo con decir tres palabras para arruinar, o beneficiar, el futuro de una persona.

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