CAPITULO XXXIV. SECRETARIO GENERAL

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Se había equivocado

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Se había equivocado.
─Me engañe a mí mismo ─Tarō tragó saliva. Miraba la pirámide de papeles a su costado.
Hatoyama creyó falsamente que convertirse en la cabecilla de la empresa sería igual a ser como el siempre fiel secretario general, pero, se trató de una mera ilusión. Después de recibir la llamada de su empleador (donde le informaba alegremente que él, el presidente de la compañía, estaría cuidando de su delicado prometido durante cinco largos meses), se había movido a la oficina de este ( esa fue la orden), de otro modo, la enorme oficina del director de BBS se empolvaría.
El dominante suspiró y se relajó en su asiento, parecía que estaba cerca de rendirse.
─Entonces es así, eh ─le compadecía Yumi mientras torcía la boca.
─No se puede evitar. Si se trata del presidente y de la futura señora Tanaka, entonces no tengo ninguna queja ─menciono aún devastado.
─Oh, eres muy leal, Hatoyama ─se impresiono el recesivo.
─Es solo que... les debo demasiado ─y de repente llegaron a su cabeza las complicaciones que les había causado a esa acaramelada pareja.
─Bueno, pues te deseo suerte en este trabajo de presidente sustituto ─rió.
─Es horrible.
─¿Eh?, ¿Si?
─¿Sabes la fortuna que tengo por ser el secretario?, ¿Sabes cuantas veces el presidente tuvo que sentarse en la mesa con un montón de viejos ignorantes con un rostro sonriente?, siempre arregla citas, siempre hay un horario que seguir en las juntas, ¡Incluso existe uno para comer!, el joven amo siempre tenía que supervisar esto y aquello. Siempre era: "Presidente se canceló la junta de las once de la mañana, pero en su lugar, tiene que asistir a esta otra", soy bueno siguiendo, no dirigiendo.
─¿De verdad?
─La ocasión en donde fuimos al club de Atwood, aquella vez no canceló la agenda descuidadamente, él lo dijo como si no le importara, pero en el fondo sabía que no había nada importante que hacer ese día. Enciende un cigarrillo cada vez que algo lo pone nervioso, cuando pasó el incidente de los bocetos, ya hace algún tiempo, casi todas las noches fumaba porque no podía acabar con el trabajo. Se quedaba despierto tratando de recuperar lo perdido inhalando y exhalando nicotina. Si algo llega a suceder en su ausencia, todo será culpa mía ─este omega dominante no creía mucho en sí mismo, a pesar de ser alguien tan extraordinario.
─Pero, ¿No es Hatoyama igual de impresionante que el presidente?
─¿Qué?
─Claro que el presidente tiene una resistencia increíble pero... pero Ta-chan es igual de fuerte. Es decir, siempre estas cerca de nuestro joven amo, así que también sueles esforzarte demasiado. Has dicho que él tiene numerosas citas, pero eres tú quien se encarga de administrarlas. Mencionas las supervisiones, pero es también Hatoyama quien siempre camina al lado derecho de Kenta. Y si no recuerdo mal, cuando los avances de la película fueron robados, de nuevo fuiste tú quien lo sustituyo en algunas reuniones importantes. Alguien que es bueno siguiendo, aprende con el tiempo, y entonces, ya puede dirigir, ¿No es por eso que el director te ha dejado la empresa? Creo que son muy buenos amigos pero ¿De verdad piensas que le dejaría su empresa a cualquiera? ─razonó Akuma poniéndose la mano en la barbilla─, y si de verdad algo desafortunado llegara a pasar, creo que... todos podríamos resolverlo, ¿No lo crees? ─el secretario se quedó en silencio, ¿Era cierto que podía mantener el puesto de presidente sin ningún inconveniente por ahora?─, eres muy capaz, ¿Acaso... no te habías dado cuenta? ─no hubo ninguna respuesta─, bueno, dejemos eso ahí, ahora, debo preguntar... ¿Te has encontrado con Shiraishi?
─¿Shiraishi? ─<<Tan repentino>>, pensó.
─El sujeto de la cita.
─No lo recuerdo muy bien, ya ha pasado un tiempo desde aquello.
─Dijo que había estado intentando comunicarse contigo. Tú le agradas ─sonrió emocionado.
─De verdad no sé de quién estás hablando ─el rostro de esa "cita" estaba borroso en su cabeza.
─¿El ayudante del templo?
─¿Ah? ─Tarō miró con odio su teléfono celular─, ¿Hablas del raro que me envía mensajes todos los días? ─<<Incluso intentó llamar... TAN MOLESTO>>, se dijo.
─¡Entonces ¿Se han estado enviando mensajes?!
─Él sí, yo no ─la emoción de Yumi se apagó en un instante─. Ni siquiera sé cómo consiguió mi número, ¿No es eso aterrador?, como un acosador, ¿Quizás?
─¿Ah, eso?, ¡Yo se lo di!

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