CAPITULO XXII. UN ERROR LO COMETE... ¿CUALQUIERA?

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─No me beso ─decía Akuma a su grupo de amigos, los cuales habían estado preguntándose sobre el aparente incidente de "amantes" del otro día.
Y es que absolutamente todos los trabajadores creían haber visto a su empleador besar a ese jefe de área de manera muy íntima dentro de su enorme oficina, pero todo esto era un completo error. Ya había pasado algún tiempo desde aquel incidente pero aún estaban presentes los malos entendidos.
─¿Entonces qué fue lo sucedió?
─Pues verán... En el octavo grado tuve un conflicto amoroso, el cual no salió muy bien. Yo se lo conté al jefe porque... ─Yumi no podía dejar que sus compañeros de trabajo se enteraran de que ese enorme alfa estaba pidiéndole consejos amorosos─ aún no he podido olvidarlo y el presidente se ofreció a escucharme.
─¿El presidente hizo eso?
─Oh por Dios, el jefe...
─Sí. Escucho mi historia completa, pero al contarla también se abrieron las heridas viejas y eso me hizo llorar. Entonces el joven amo me abrazó y me susurró unas cuantas palabras de ánimo, que quizás, y tomando en cuenta la perspectiva de los trabajadores, pareció como si me hubiese besado ─el joven se sonrojo─. Pero no fue así. Todos deberían de saber que el jefe ya tiene a alguien a quien aprecia con todo su corazón. Ellos están comprometidos.
─¿Sí? ─dudaron todos.
─¿Qué te ha dicho?
─¿Debo contarles esto? ─y es que comenzaba a creer que era incorrecto.
─Sí.
─Sí.
─Hombre, si no nos lo contaras completo entonces no lo inicies.
─Si, Akuma, si empiezas algo debes terminarlo.
─¿Sí?
─Te digo que sí, hombre.
─Bueno, el presidente no deja de hablar sobre él, es decir, el señor Shinseki. Todo el tiempo lo menciona... Hubo una ocasión en la que se encontraba viendo una hoja de papel, y de pronto dijo que el color le recordaba a la sonrisa de su prometida.
─Lo cierto es que es muy lindo ─agregó alguien.
─¡Oh, ¿También lo piensas?!
─¿Verdad que si?
Uno de los escuchas se puso rígido en su lugar, no estaba participando, ni siquiera era parte del grupo, si no que se ocultaba detrás de una pared, manteniendo sus oídos de secretario en lo alto.
─¿Shinseki Yota, no?
─¡Sí!
─¿La futura esposa del director, no?
─Ya lo has escuchado, son prometidos... De hecho, ahora que recuerdo, ¿No había salido un reportaje en televisión? ¡Apuesto a que era él!... Incluso escuché que tienen un hijo.
─Yo igual lo escuché... ¿Sera así?
─Bueno pero ─intervino Akuma de nuevo─, ¿Las cosas están aclaradas ya? ─preguntó muy inocente─, nunca pasó nada entre el presidente y yo. Soy un simple subordinado y él es mi jefe, y uno muy amable que solo buscaba reconfortarme cuando estaba siendo dramático. Estoy seguro de que lo hubiera hecho por cualquiera ─<<Ahora vayan y cuéntenle a todo el mundo>>, pensó el chico esperando que todo se aclarara y que por fin se dejara de hablar sobre ese absurdo chisme de oficina.
─Todo aclarado ─respondieron todos al unísono.
─Oh por amor al cielo... ¿Debería de hacer lo mismo? ─comenzó a bromear una mujer─, ¿Llorar en frente del presidente para que me reconforte?
El secretario decidió retirarse. A pesar de estar asustado logró caminar con tranquilidad, aparentando una seguridad que no tenía.
La conciencia comenzó a comerle la cabeza, el pecho a dolerle, y su cuerpo a reclamarle con un intenso dolor en el estómago. Porque yo lo sé, tú lo sabes, incluso el mismo omega dominante lo sabe. Todos griten conmigo:

¡Hatoyama Tarō se ha equivocado!

+.+

El secretario no podía entrar a su propia oficina, no señor, claro que no.
Tragó saliva, tocó la manija de la puerta, tragó saliva, y soltó la manija. Y de nuevo tragaba saliva, tocaba la manija, tragaba saliva y soltaba la manija... ¿Cuántos minutos fueron desperdiciados? Tal vez... ¿diez?, ¡No podía hacer eso toda la vida!
Siguió fiel a sus ejercicios de respiración, inhaló y exhaló durante tres minutos hasta que por fin tocó la puerta, tragó saliva y entró.
En cuanto dio el primer paso el impulso de arrodillarse y pedir perdón apareció de repente, pero no lo hizo, en su lugar cerró la puerta y se quedó parado.
Se trataba de su mejor amigo de toda la vida pero no sabía cómo reaccionaría porque jamás habían pasado por algo semejante. Si quería disculparse era mejor que lo hiciera con calma, explicarle sus motivos y tratar de arreglar la situación.
Pero en cuanto Kenta habló todo se nublo.
─Ha pasado un tiempo desde que me reuní con Yota ─entrelazo sus manos y continúo ─. Espero que no le incomode mi comportamiento complicado.
─¿Por qué tan de repente?
─También te he confundido, eh ─el presidente suspiró y─: Mi RUT se presentó por muchos más días de lo que normalmente dura. Incluso visité al médico de mi padre, él dijo que podía arreglarlo con encuentros sexuales pero no me atrevería a traicionar a ese hermoso omega incuso si él lo hiciera conmigo.
─¿A qué te refieres?
─No quería que Yota cargara con este largo RUT, pero fue contraproducente porque, como no quería acostarme con nadie, el celo se alargó aún más. Estuve evitando a Yota todo este tiempo porque si lo veía habría perdido el control. El sexo rudo no es su estilo. Lo rompería. No quería lastimarlo. Pero hoy por fin se ha terminado, no es nada serio, solo... necesito de inhibidores más fuertes.
─Kenta...
─¿Tienes alguna sugerencia? Quiero invitarlo a cenar esta noche ─sonrió.
─Kenta... Shinseki rompió su relación contigo desde la semana pasada ─para tratarse de algo tan delicado la oración había salido de su boca con total naturalidad.
El corazón del director de BBS comenzó a latir con prisa y su sonrisa resplandeciente se desvaneció.
─¿Él hizo eso?, ¿Cuándo lo hizo? ─su voz ronca pronto comenzó a temblar.
─No, bueno, es que yo...
─Quizás mal interpreto mi distancia, estoy seguro de que si le explico todo esto se resolverá. Creo que dejaré la oficina a tu cargo, ¿De acuerdo?, iré al hospital para explicarle... ─se levantaba ya de su silla cuando:
─Fue mi culpa ─luego de eso una larga charla se desencadeno. Se trataba de Hatoyama explicando todo lo que había escuchado y de cómo había reaccionado, detallando cada una de sus apresuradas acciones.
Mientras tanto la mirada de ese alfa se hacía cada vez más pesada, fruncía el ceño poco a poco hasta que su rostro enseñaba una molestia total. Sus ojos estaban clavados en su secretario como si quisiera atravesarle la piel.
─Pensé que los empleados se habían enterado de que solía pedirle consejos a Akuma Yumi, no me importó, pensé que les resultaba divertido ─¿Cómo podía sentirse Tanaka?, es decir, tampoco haría una cara feliz cuando alguien se ha deshecho de algo realmente especial para él, tenía todo el derecho de estar furioso, pero también estaba triste, y es que su amigo de la infancia había tenido una idea equivocada sobre su personalidad, ¿Todos esos años de amistad habían sido en vano?, ¿Cómo pudo llegar a pensar que sería capaz de semejante crueldad? Porque jamás jugaría con un omega, y mucho menos con uno tan maravilloso como lo era Yota.
─Lo lamento. Tenía presente tu comportamiento extraño, los rumores de los empleados y la falsa escena romántica que nunca sucedió. Lo lamento tan...
─Arreglalo ─el tono de voz del hombre de negocios era totalmente gélido, y pronto el omega dominante sintió como un escalofrió desconocido le recorría la nuca cuando vio los ojos de su jefe, estaban apagados. Tarō pensó de inmediato en Ichiro, ¿Cuántas veces había recibido ese viejo esa misma mirada?─, y después de arreglarlo deberías salir de aquí.
─Kenta... ─susurró.
─Arreglalo. Si no lo haces tu vida no será la misma.
─Kenta... ─volvió a decir.
─Desde ahora presidente Tanaka, para ti Hatoyama ─parpadeo un par de veces, y tomó un cigarrillo de la caja que guardaba en el bolsillo del pantalón─: Sal de aquí ─encendió el cigarro y comenzó a fumar.

NAVEGANTE DE LAS ESTRELLAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora