CAPITULO LVI. DESAFORTUNADAMENTE AFORTUNADO

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Masturbar, Reiko tenía mucha experiencia en eso pero:
─No aprietes la palma ─estaba nervioso, como si se tratara de un joven novato.
─Lo siento ─su pecho temblaba, ¿era por las flores?
─Tómalo con calma ─le acarició los hombros y con una sonrisa divertida lo consoló.
─¿Y el trabajo? ─preguntó pasándose el pelo detrás de la oreja para que no obstruyera su vista.
─¿El club? ─preguntó sorprendido porque el doctor tuvo el ánimo de conversar como si estuvieran teniendo una reunión de té─, en realidad no lo sé, no he ido ahí por un largo tiempo ─no le prestó importancia─, ¿Tres meses? ─empezó a contar con los dedos pero luego de estar confundido por un largo tiempo se dio por vencido─. No lo sé, no lo sé. En realidad desde que empecé a perseguir a cierta persona ─lo miró maravillado─, no me importó nada más.
─¿Sí?
─No he vuelto desde que Tanaka me pidió un favor ─movió las manos indicándole al beta que era suficiente y lo sentó en su regazo─. Claro que, recibo informes cada mañana pero no es como que les preste suficiente atención, a decir verdad, las palabras del cuidador me aburren.
─¿No es eso peligroso? ─comentó preocupado─, ¿No intentan robarte? ─Atwood comenzó a acariciarle el trasero sobre la ropa.
─No en realidad ─negó suavemente con la cabeza─, serían unos estúpidos si intentaran desviar fondos, todo está en regla. Puedo parecer un tipo despreocupado pero tengo mi propio orden aquí ─y señaló su cabeza─. Y mi nuevo trabajo es estar contigo ─entonces rodeo a su pareja entre sus brazos.
─Eso es cursi.
─¿Eso crees? ─rió─. Además, no creo que el encargado desee robar algo, le pago bien, ¿Para qué querría más?
─¿Sabes? Para algunas personas nunca es suficiente.
─No pasa nada.
─¿Y quién cuida la isla?
─Ah, no lo sé, olvide el nombre del tipo ─se echó hacia atrás y comenzó a explicar─: Pero lo que si recuerdo es que tenía muy buenas características en su currículo. Le pedí ayuda a Tanaka, él lo envió a mí. Un omega con experiencia administrando empresas ─el mundo perfecto de Reiko se tambaleó.
─¿Eh? ─"omega" en la boca de su amado alfa se traducía en su mente como: "enemigo"─, pensé que no contratabas personal omega.
─Y no lo hago, pero no tenía tiempo para rechazarlo. Le di la oportunidad. Pensé: "oye, si la empresa de Tanaka funciona bien con omegas ¿por qué mi club no?", no lo sé, este tipo lo está haciendo bien, quizás contrate más ─¿personal omega delante de John? No, no, ni hablar. ¿Cuál era la probabilidad de que el diablo se enamorara de un omega? Era un dolor que se plantó en el corazón de Kutaragi, una inseguridad infundada que le hacía arder el pecho. ¿Cómo se sentiría si Atwood le diera flores a alguien más?, ¿Cómo se sentiría si John eligiera a alguien más lindo y joven?, Los poemas... ¿También serían para los omega?
─¿De verdad? ─el médico jamás se había avergonzado de ser un beta, y jamás había querido cambiar su segundo género, pero ahora mismo lo estaba considerando, ¿Había alguna posibilidad de cambiar de género?, ¿Había algún artículo que atestiguara tal acontecimiento?
─Sí, ¿Por qué no?
─¿Te has acostado con alguien más estos días? ─los celos siempre serán el enemigo del amor.
─¿Qué? ─<<tan repentino>>.
─¿Te has estado acostando con alguien más aparte de mí? ─<<¿No fui suficiente y te has estado encontrando con omegas?>>, no lo culpaba, quizás un beta no le satisfacía.
El alfa bajo al médico de sus piernas, lo ayudó a sentarse en la silla de enfrente y se acomodó el pantalón.
─Reiko, ¿Sabes cuál es mi rutina? ─no hubo respuesta─. Duermo hasta tarde en el hotel, cuando me despierto ya es tarde para el desayuno, entonces es la hora de la comida, voy al bufet y me ocupo en ello, después tomo una ducha, me arregló y hago que el chofer espere afuera, entonces ¿Sabes que le ordeno que haga? Vamos al supermercado, porque al lugar a donde voy nunca hay comida ─la liebre se sonrojo, hacer las compras no era su especialidad, es por eso que luego se colaba en el hogar de Yota con la excusa de que había olvidado las llaves de su departamento y que quería ir al baño, solo quería cenar adecuadamente─. Ya es tarde cuando salimos con el montón de bolsas, y lo he arreglado así porque ¿Adivina qué? A esa hora sales del trabajo. Te llevó a casa y... y estoy seguro de que sabes que pasa después
─Vamos a mi departamento y pasamos tiempo juntos ─se sintió como un tonto.
─Cocino, cenamos, sexo, ducha juntos y a la cama, a dormir ─rió─. Al día siguiente nos levantamos, tomas una ducha, lavamos nuestro dientes, hago el desayuno, desayunamos juntos, pides que cambie tu porción de verduras por unos panqueques con chocolate, te enfadas, recuerdas que tienes que ir al trabajo, y sales corriendo.
─Bien, bien, ya lo entendí. Lo lamento.
─Pero todavía no te he contado lo que hago después ─el beta levantó la cabeza, alarmado─. Limpio tu departamento. ¡Así es!, no pensaste que los platos se lavan solos, ¿Verdad?, o que el piso permanece limpio todo el tiempo, o quizás que las sabanas se mantiene en orden con magia. Me tomo mi tiempo en eso.
─John...
─Al terminar le digo al chofer que regrese, cierro tu departamento, el conductor me recoge y vuelvo al hotel, donde duermo hasta tarde. ¿Podrás saber que pasa después?
─Cuando despiertas ya es tarde para el desayuno, entonces ya es hora de comer, vas al bufet y te ocupas de ello...
─Exacto ─lo apremió─. Y no creo aburrirme de esa misma rutina porque mi recompensa siempre es verte al inicio y al final de mis días. Por supuesto que no tengo el tiempo para sostener a otras personas porque mi amante me hace ocuparme de los deberes del hogar, termino exhausto, no necesito nada más. Siempre lo hago porque...
─¡Quieres verme!, ya lo entendí, mierda ─adivinó.
─Si quieres puedo documentarlo en cámara ─no podía ocultarlo, se sentía herido por la desconfianza.
─No, eso no es... necesario.
Ese era el nuevo John Atwood que Reiko había formado: Un hombre que se sentía satisfecho luego de esperar horas y horas a que su pareja terminara su larga jornada laboral, un alfa que sentía un extraño calor en su pecho cuando un hermoso beta sonreía, cuando el sonido de su risa llegaba a sus oídos, y cuando los momentos serios, tensos e incomodos se plantaban entre ellos, no era solo por el sexo. Era increíble pensar que el momento favorito de John fuera despertar antes que el médico y observar su rostro mientras este todavía soñaba. Las respiraciones tranquilas y los latidos pacíficos de un simple ser humano, pero no de cualquiera, hacían sentir al diablo como la persona más afortunada de todas.
─¿Por qué escondes el rostro? Ya sácalo de ahí ─pues el doctor tenía sus manos a forma de barrera, no quería que lo confundieran con un tomate─. Tu sacaste el tema, se valiente ─pero luego de dejar el pudor atrás se abalanzó sobre el hombre.
─John, si estas mintiéndome, te cortare en pedazos ─dijo de repente mientras lo estrujaba─. Si alguna vez tienes el coraje de traicionarme de verdad que te mataré ─suspiró y─: Así que, cásate conmigo ─no estaban saliendo, pero eso no quería decir que no pudiera proponerle matrimonio.
Deseaba seguir siendo alimentado por un alfa atractivo con unas excelentes cualidades culinarias, quería seguir atesorando el cariño y la pasión que le proporcionaba el cuerpo de John, añoraba sentirse seguro.
─¿Eh? ─estaba a punto de besarlo, y ni siquiera se habían tomado la molestia de tocar, cuando la puerta se abrió de golpe, entonces una voz furiosa gritó:
─¡KUTARAGI REIKO! ─nada bueno pasaría después.

NAVEGANTE DE LAS ESTRELLAS Donde viven las historias. Descúbrelo ahora