CAPITULO XLV. UNA RATA CON UNA NARIZ MUY ROSA

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Había sido la misma escusa por un tiempo, la madre de Yota siempre volvía por más, pero claro que, Kenta no era ningún idiota.
─La cuenta de su esposa sigue bajando, presidente ─Tarō seguía trabajando para Tanaka a pesar de su embarazo, era terco, así que había rechazado la oferta de su amigo de irse a descansar.
─¿Cómo te sientes? ─aún así, el alfa se preocupaba mucho por él─, ¿Te sientes bien?
─Me encuentro correctamente, presidente, gracias.
─Informame, hazme saber si es que te sientes mal, Shiraishi siempre puede volver a venir ─sonrió─. Ahora, ¿Qué me decías?
─La cuenta de la señora sigue bajando a grandes cantidades ─no era que el director de BBS estuviera siendo egoísta, o que estuviera siguiendo los pasos de su pareja con una lupa, es que estaba preocupado, le resultaba extraño el gasto excesivo y repentino que hacia Yota regularmente, incluso cuando ese recesivo afirmaba que lo había gastado en utensilios de cocina.
"Tuve muchos cursos de cocina, y tuve que comprar materiales, libros e incluso electrodomésticos que no tenemos en casa", eso decía, pero cuando Tanaka pedía verlos, Yota decía que los había perdido o venido en cuanto terminaba de usarlos. En ese entonces, el director de BBS fingió tragarse la mentira.
─¿Cuánto es? ─antes de contestar, el secretario miró de nuevo el papel que tenía escrito.
─Se estima una cantidad de tres mil quinientos millones de yenes ─el alfa ladeo la cabeza, quería que le repitieran la cantidad, pero, no lo pidió.
─Llama al banco y diles que rastreen el dinero. Cuando tengas la información, ven a mí de inmediato ─Hatoyama asintió─. Y vigila a Yota.

Guardarse pequeñas cosas crean montañas inmensas.

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─La primera cantidad de la que se tiene registro fue en una tienda de ropa ─el presidente escuchaba atento al reporte de su empleado─, absolutamente todo el dinero se fue en vestidos para dama, zapatos y accesorios

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─La primera cantidad de la que se tiene registro fue en una tienda de ropa ─el presidente escuchaba atento al reporte de su empleado─, absolutamente todo el dinero se fue en vestidos para dama, zapatos y accesorios. La segunda cantidad fue invertida en una estadía de lujo en el hotel de Chistopher Atwood. La tercera fue apostada en un casino, la cantidad, en su totalidad, fue perdida. La cuarta se gastó en un viaje privado por la región de Kyoto. La quinta en un reloj chapado en oro, la sexta en la contratación de una empleada doméstica personal, y la séptima, y ultima, fue apostada, al principio fue duplicado en el casino, pero luego se perdió todo en los juegos del lugar ─Tanaka arrugó la frente─. Las cantidades, todas fueron retiradas desde los quinientos millones de yenes, además, se revisaron las cámaras de seguridad de todos los lugares registrados, la señora no lo gastó. Como me lo ha ordenado, vigile a su esposa, es pacífico, casi ni siquiera sale al jardín.
─Entonces ¿Quién?
─La señora nunca salió de la mansión salvó para ir al instituto por el joven amo. Se grabó a una mujer de mediana edad pagando con cheques, que la señora seguramente firmó.
─Investiga quién es esa mujer ─ordenó enojado, el alfa se imaginaba lo peor.
─Ya lo hice ─Tarō extendió dos expedientes sobre el escritorio de su empleador─. La señorita Yamaguchi Ino, casada con Shinseki Taiki, ambos betas. El matrimonio Shinseki. Ellos son... los padres biológicos de su esposa ─concluyó.
Luego de unos momentos de aturdimiento, el león por fin dijo algo:
─No lo comprendo ─estaba triste─, ¿Por qué no me dijo nada?
─Sé que la señora es alguien muy amable ─quiso ayudar el secretario para que su jefe no perdiera la cabeza─. Quizás no le dijo porque no quiso, sino porque no pudo ─Hatoyama quería ayudar, quería apoyar a su empleador porque todavía lo consideraba un amigo, así que a pesar de que sabía que estaría sobrepasando los limites preguntó─: ¿Por qué no investiga primero toda la situación?
─¿A qué te refieres?
─Las ratas saben tomar el queso pero olvidan esconder la cola. ¿Por qué no interroga al personal de la mansión? Sin duda alguna ellos debieron de ver o escuchar algo ─Kenta esculcó en su bolsillo del pantalón, sacó su cajetilla de cigarrillos, tomó uno y lo encendió.
─De acuerdo, buena idea. Llama a Noah.

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