CAPITULO XX. LOS OMEGA DE TANAKA KENTA

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Los guardaespaldas estaban especialmente emocionados.
Dentro de la mansión Tanaka, recientemente, se había construido un espacio personal para los trabajadores. Ahí estos muchachos podían desde desayunar, hasta dormir.
─Yo lo juro ─decía el chofer personal a sus compañeros─, ¡El joven amo ha conseguido a un compañero!
─¿Nuestro joven amo?
─¿De verdad? ─preguntaba otro.
─Mientes ─lo acuso un trabajador. Levantaba el pan tostado en lo alto antes de hacer su siguiente comentario─. El presidente jamás trajo a algún omega que no fuera el joven amo Tarō. Y ya está claro que ellos son muy buenos amigos desde hace mucho tiempo.
─De verdad que los ví ─insistía─, y... los escuche ─agregó sintiendo escalofríos─. Quizás haya niños pronto.
─¿Hablas de hijos?
─Eso no puede ser, el joven amo... nos hubiera dicho algo, ¿No?
─Eso es cierto, pero siempre está rodeado de omegas, así que es difícil saber si está ayudándolos o manteniendo una relación sentimental con ellos.
─Oigan, oigan, el jefe no tiene el deber de informarnos sobre esas cosas.
─Bueno el presidente puede hacer lo que quiera pero, al menos pudimos notarlo ¿No es asi?, ¿Tienes alguna otra cosa que informar? ─de nuevo se centraron en el conductor.
─Bueno pues ─empezaba─, creo que es un omega hermoso. Es delgado y de piel blanca, además, es muy amable. Cuando había terminado el encuentro con el jefe me dio una disculpa y sonrió. Tiene una bonita sonrisa, digno de nuestro joven amo. Escuché su nombre, es Yota, y creo que está calificado para ser un excelente compañero ─reportó.
─¿No es un niño presumido?
─¿De qué familia es? Escuche que el niño de la familia Yamada está interesado en el joven amo.
─Esa es la cosa ─saltó de la silla dispuesto a contar a todos su grandioso descubrimiento─. Es un omega que trabaja en el hospital.
─Espera... ¿Qué?
─¡Sí! ─replicó con entusiasmo─. Tenía puesto el uniforme de algún tipo de chef.
─¿Nuestro joven amo se casará con un cocinero?
Un silencio profundo se escuchó después de esa pregunta que a todos les ocupo la mente. Y luego:
─¡Sí! ─después se escucharon festejos y palabras de animación.
─¡Ya quiero comenzar a cuidar de nuestro próximo joven amo!
─¡Dios, espero ver crecer a los hijos del joven amo!
Como ya había dicho, estos trabajadores son demasiado devotos. El hecho de que su empleador eligiera a un omega común y corriente, sin la intensión de beneficiarse económicamente, solo hacia que pensaran que Tanaka era un tipo de buen corazón. Kenta era apreciado por sus trabajadores más de lo que cualquier presidente había sido adorado por su pueblo.
El teléfono por el que solían recibir órdenes los guardaespaldas sonó. Alguien contestó, recibió indicaciones y luego colgó. Se trataba de algo simple.
─El presidente quiere que vayamos a su oficina ─todos dejaron de lado lo que estaban haciendo sin vacilar, se acomodaron los trajes y marcharon a paso apresurado a la oficina del director de BBS.
Los guardaespaldas de Tanaka eran alfas recesivos. Claro que, habían recibido entrenamiento previo para poder ejecutar de manera competente cada una de las actividades de un protector.
Tanaka tenía veinte hombres, que eran una cantidad justa, pues cuando salía fuera de casa solía llevar cuatro o cinco acompañantes, pero también había algunos que tenían que cuidar de la mansión mientras el propietario no estaba.
Además de alfas recesivos también había personal beta, quienes eran más bien personal de limpieza.
Y si tu curiosidad esta activa, el alfa sí que había contratado omegas, pero en cuanto se vió atacado se deshizo de esa idea por completo. Y es que, ese día, los omegas en cuestión habían ideado un plan para sobrecargar a Tanaka con feromonas, habían creído que sería fácil dominar a un alfa extremo para poder quedar embarazados y así obtener dinero sencillo. No les resulto porque el alfa no era un sujeto común, no había sentido excitación alguna y los había echado tan pronto esos omega habían recuperado la conciencia. A pesar de eso, la imagen de los omega no se retorció dentro de la cabeza de Kenta.
Cuando los empleados llegaron a la oficina de su empleador formaron tres filas rectas. Sabían cuan estricto era su jefe así que sus rostros mostraban completa seriedad delante de él.
El presidente estaba sentado, tomando un vaso de agua, sonrió cuando sus empleados saludaron. Aquellos subordinados siempre estaban dispuestos a escuchar.
─Mike ─llamó el gran empresario al jefe de equipo.
─Joven amo ─respondió este dando un paso al frente.
─Selecciona a ocho hombres para salir afuera.
─Como ordene.
─Cuatro de esos hombres seguirán y protegerán a un empleado del hospital en el que está internado mi padre ─extendió una fotografía de Yota en la mesa─. Los otro cuatro seguirán a un chico de instituto ─igualmente extendió la fotografía del adolescente─. Deben de cuidarlos sin perturbar su espacio personal. Estarán alerta las veinticuatro horas del día, si algo les sucede será su responsabilidad. Protegerlos es su principal prioridad, ¿Esta claro?
─Muy claro, joven amo ─contesto Mike por todos.
─Escuchen, ellos... vivirán aquí pronto. Así que sean amables y trabajen duro.
─Joven amo ─habló un guardaespaldas─, ¿Puedo hacerle una pregunta?
─Depende de que se trate.
─¿Esas personas son importantes para usted? ─Tanaka rió por lo bajo.
─Es... la familia que oculte por años ─bromeo, pero sus empleados lo creyeron.
─¿Joven amo usted...? ─empezaba otro pero:
─Hagan su trabajo.

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