CAPITULO XLII. EL BESO QUE NUNCA SUCEDIÓ

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─He perdido la paciencia ─Amelia se levantó de su lugar─. Si alguien no viene, yo traeré a alguien ─el encargado del templo entró en pánico, podía permitir que esa mujer fría lastimara su orgullo, pero no que armara un escándalo en el lugar de trabajo de su amante complicado.
─¡Señorita! ─como si fuera obra del destino, la mujer resbaló por culpa de los tacones altos que calzaba, y eso evitó que sucediera una tragedia en los pasillos de BBS.
Raiden alcanzó a tomarle la espalda. Ella era una dama cruel y despiadada, pero Shiraishi era todo un caballero.
─Ah, Dios.
─¿Está usted bien? ─no hubo respuesta. Amelia se dejó llevar por el momento, así que se sujetó del cuello del alfa recesivo para atraerlo a su rostro.
─¿Qué sucede aquí? ─Hatoyama estaba desconcertado. La escena frente a él lo estaba sacando de quicio.
Su pecho se apretó.
─¡Ah! ─el encargado del templo sonrió como todo un lobo obediente. Tuvo que zafarse del fuerte agarre de Atwood, y volvió a sentarla en una de las sillas que había cerca─, ya está aquí.
─¿Eh? ─la hermosa pelirroja, estaba, de pronto, encantada con ese apuesto alfa recesivo que podía ser irresistible si quería.
─El encargado de la empresa, ya está aquí ─le informó tomando lugar a su lado.
─Ah... ¿Ah, sí?, ¿Dónde? ─el omega dominante se tragó sus sentimientos de rabia, y caminó tranquilo hacía en frente del público.
─Soy Hatoyama Tarō, secretario general de BBS. Actualmente encargado general de la empresa en ausencia del presidente Tanaka, ¿En qué puedo ayudarle? ─la mujer lo ignoró por completo, si antes quería ser atendida, ahora ya no le interesaba más.
─Muchas gracias por sostenerme ─sonreía encantadora─, ¿Cuál es tu nombre?
─Ya lo ha dicho, se llama Hatoyama Tarō... ─contestaba Raiden.
─No, no él, tú.
─¿Ah?, ¿Yo? ─el alfa se confundió─, bueno pues, mi nombre es Shiraishi Raiden ─en cuanto contestó, la joven chica lo tomó como una aprobación a su insinuación.
─¿Señorita Atwood? ─intervino el omega de nuevo─, ¿Usted no había...?
─Me disculpo por el trato de hace un momento ─se lamentó con una voz seductora, ella se relamió los labios y tocó la mano del lobo con la punta de los dedos.
─No debe preocuparse, no me lo he tomado en serio ─el recesivo solo lo aceptaba, y eso enfado al dominante, <<¿Por qué no dice que sale conmigo?, ¿Por qué no?, ¿Por qué no le dice que solo desea sexo conmigo?>>, el secretario estaba revolcándose en los celos, <<Me hizo a un hijo, mujer estúpida. No lo toques>>─. ¿Desea una taza de café mientras el señor Hatoyama lo atiende? ─<<Maldito hijo de... ¿Acaso eres su sirviente?, ¿Te sientes complacido?>>.
─¿Café?, por supuesto ─festejó la alfa dominante. El encargado del templo ya iba a levantarse a fabricar la bebida pero la mujer lo tomó del brazo─: ¿Puedes ir por café?
─¿Disculpe? ─pero fue Tarō quien estaba siendo enviado a hacer los mandados.
─Dije: ¿Puedes ir por café? ─sonrió amenazante.
─Ah... Claro ─soltó un bufido, e hizo lo que le dijeron. No quería provocar una pelea. Además, el que debería poner límites era ese lobo alegre, debía decir que estaba saliendo con alguien. El poner límites no era un gesto que el omega debía hacer.
Filtro de papel, café y agua. Pulsó el botón y espero a que el aparato hiciera la bebida en segundos.
─Shiraishi Raiden... Raiden, ¿No es ese el nombre de un Dios? ─seguía mientras masajeaba los músculos de Raiden.
<<Esa mujer...>>, pesaba el secretario en lo que la cafetera hacia su trabajo, <<Esa maldita, bruja, estúpida, y venenosa mujer...>>.
─Sí, así es ─asintió el otro.
─Ya veo, es un buen nombre. Cuando yo nací mis padres se demoraron en escoger un nombre.
─¿Fue así?
Un poco antes de que Kenta se tomara sus vacaciones, la cafetera había sido removida muy cerca del escritorio del presidente, Tarō había pensado que se trataba de una exageración, pero ahora está agradecido de no tener que ir hasta el comedor de la empresa. <<El presidente siempre piensa en todo>>, se dijo, y es que, en situaciones como esta, era bueno tener una cafetera.
─Sí, sí. Todos pensaban que era un niño así que mi madre había pensado en el nombre de mi padre para mí, pero fui una niña así que me llamarón como el primer nombre que se le ocurrió.
─Ya veo ─rió el tipo con yukata.
De pronto el omega sintió que la cafetera estaba demorando en hacer el café. Había una nota en la mesa: "Café en menos de cuatro minutos", <<Eso no es cierto>>, sus dedos estaban golpeando la mesa sin control.
─Recuerdo haber oído alguna vez que mis hermanos obtuvieron sus nombres luego de que una de las amantes de mi padre dijera que la letra favorita de él era la "J". Así que, de pronto, todas estaban compitiendo por ponerle a sus hijos un nombre hermoso que comenzara con la letra "J" ─bueno, en realidad, la cafetera estaba haciendo su mejor esfuerzo, el aparato trabajaba de manera rápida y constante, como decía el anuncio en televisión.
─Eso es muy vago ─asintió el recesivo.
─¡Eso es cierto! ─la mujer jaló la mano del hombre y la llevó hasta sus piernas─, pero no me hubiera molestado llamarme Julieta, tal vez así mi padre me querría un poco más ─ambos sonrieron, aunque Shiraishi solo lo hacía para complacer a la dama.
─Julieta es un nombre bonito.
─Sí, como Romeo ─y entonces─: Raiden y Romeo son parecidos ─<<No, en realidad no>>, pensó el omega─. Entonces sería como el cuento. Igual de romántico.
─¿Cómo el cuento?
─Por supuesto, yo Julieta, y tú... Romeo ─<<Já, es tan estúpido. Ridículo>>, Tarō estaba en sus límites.
Para cuando la cafetera terminó de hacer el café, el secretario dejó una taza delante de cada uno de sus invitados junto con algunos cubos de azúcar, luego volvió a sentarse sin decir nada.
─Disculpe, en realidad no lo entiendo.
─Incluso hay un beso ─mencionó, y sin esperar ningún otro comentario, besó la mejilla de Raiden por pura equivocación, pues ella había querido besar su boca, pero, al último momento, el recesivo se había girado─. Oh, vaya, que torpe ─fingió─. Espero que no haya problemas.
Hatoyama se quedó inmóvil, ¿Qué fue todo eso?
─¿Eh?
─Con tu pareja.
─Ah, sí, sobre eso... ─ "solo alguien de tu clase saldría con alguien de bajo rango", no quería dañar la impecable reputación de su amado Ta-chan─, no, no es nada como eso. Quizás... quizás lo entendió mal. No salgo con nadie.
─Pero que afortuna...
El secretario formó dos puños en sus manos, los alzó en lo alto y luego golpeo la mesa con una sonrisa perturbadora.
Tomó el teléfono del escritorio, y marcó una serie de números de manera rápida, era claro que lo había memorizado.
─Hola, Ryo ─saludó tan amigable como siempre.

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