Jungkook se despertó con los brazos alrededor de Yoongi, su cuerpo estaba cómodamente pegado contra el de él. Era pequeño en comparación al metro ochenta y cinco de Jungkook, pero encajaba tan perfectamente que le permitía a Jungkook casi envolverlo entre sus brazos desde la posición de cucharita. Le gustaba la idea de que las personas tuvieran que pasar sobre él antes de llegar a Yoongi. Era un concepto extraño, no sabía cómo describirlo. Desde el momento en que lo vio allí de pie, apuntándolo con un arma, Jungkook simplemente supo que no podría dejarlo ir.
Nunca.
Frotó la nariz contra el cuello de Yoongi e inhaló profundamente. Yoongi había dicho que olía a sudor, cosa que a Jungkook no le habría importado, pero no era verdad.
Tenía su propio aroma peculiar, algo que evocaba una memoria sensorial en lo profundo del cerebro de lagartija de Jungkook. Algo que lo hacía pensar en casa.
—¿Me estás olisqueando? —preguntó Yoongi, adormilado.
A Jungkook le gustaba la voz de Yoongi, no era ni demasiado alta ni demasiado profunda. Todo acerca de él estaba bien. —Sí.
Sintió como el cuerpo de Yoongi temblaba de la risa. —Eres tan extraño.
Jungkook sonrió, aunque Yoongi no podía verlo. —Otras personas piensan que soy encantador.
Yoongi se estiró profundamente y estiró la cabeza para mirarlo, pero no parecía dispuesto a dejar el abrazo. —Pero, también me dijiste anoche que las otras personas no te conocen de verdad, así que...
Jungkook dejó que esas palabras dieran vuelta en su cabeza por un minuto, antes de decir: —Entonces, ¿Crees que los demás solo me ven encantador porque no me conocen, y que tú no me encuentras encantador porque sí lo haces? —No le gustaba la idea de no gustarle a Yoongi, pero él aceptaría cualquier cosa que Yoongi quisiera—. ¿Quieres que sea un encantador falso o mi yo real?
Yoongi suspiró y se giró para encarar a Jungkook, agitándose hasta que ambos estuvieron nariz contra nariz sobre la almohada. —No. Supongo que me gusta lo raro que eres.
—Me gusta tu rostro. —dijo Jungkook, arrastrando la mano por sobre las pecas de Yoongi—. Ya no tienes estrellas.
—Lo lamento.
—No lo sientas. Me gustan tus pecas, fue la primera cosa que noté sobre ti.
Yoongi sonrió pesaroso. —Y yo que pensaba que lo primero que notarías sería el arma en mi mano.
—Nah, estoy acostumbrado a que la gente me apunte con armas. A lo que si no estoy acostumbrado es a desear besar a esas personas.
—¿Querías besarme? —preguntó Yoongi.
Jungkook sacó la lengua y le lamió la punta de la nariz. —Quería que salieras de ese almacén con vida para eventualmente poderte besar.
Yoongi le examinó el rostro como si estuviera intentando averiguar si Jungkook estaba mintiendo, luego se inclinó y rozó sus labios con los de Jungkook en un beso de apenas un roce. Algo en su sangre se incendió. Hizo que Yoongi se girara hasta quedar bajo de él y le atrapó las manos por encima de la cabeza mientras que le separaba los muslos con las caderas. Cuando Yoongi gimoteó debajo de él, Jungkook se alejó. —¿Es demasiado?
Había comenzado a alejarse para el momento en que Yoongi entrelazó sus dedos y enganchó las piernas alrededor de los muslos de Jungkook, evitando que pudiera irse a algún lado. —No dije que pararas.
Esta vez, fue Jungkook quien estudió el rostro de Yoongi buscando una señal de que no fuera enserio, pero se perdió al mirarlo fijamente a los ojos. Nunca le había encontrado sentido a esa frase antes, pero ahora sí. Los ojos de Yoongi no solo eran de color marrón, también tenían manchas de verde y oro dentro de ellos, visibles incluso en la penumbra del remolque.