Yoongi se despertó con el sonido de la voz de Jungkook. Abrió los ojos para encontrarse con el sol brillando a través de la ventana y a Jungkook
sentado desnudo en la esquina inferior de la cama, tenía el teléfono pegado a la oreja. Yoongi se obligó a apartar la mirada de los músculos perfectamente tonificados de su espalda, para estirarse de una
manera que hizo crujir todas sus articulaciones. Estaba dolorido en todas partes. Se sentía como un zapato deportivo que había sido arrojado dentro de una secadora. Cada parte del cuerpo le dolía, incluyendo su trasero.
—... Comienza local, luego expándete hacia afuera —Jungkook calló, escuchando a quienquiera que estuviera del otro lado de la línea de teléfono—. Ya sabemos lo de Henley. Quiero ver si lo que pasó en la universidad de Jooheon y Taehyung es similar.
Yoongi se obligó a ponerse de pie. Jungkook se giró al oír el movimiento y su mirada acalorada se arrastró sobre él como si estuviera en todo su derecho de reclamar su cuerpo. Yoongi señaló el baño y se dirigió hasta la puerta antes de decir o hacer algo de lo que ambos terminaran arrepintiéndose. Dejó la puerta entreabierta mientras vaciaba su vejiga dolorosamente llena, toda timidez se había disuelto después de la noche que habían pasado juntos.
Pero, honestamente, solo quería escuchar la conversación de Jungkook. Si tenía razón, entonces allí había algo. Qué tanto, Yoongi no estaba del todo seguro, pero si habría lo suficiente para ganarle un artículo en algún periódico decente.
Wow. ¿Una buena cogida y, de repente estás dispuesto a renunciar a tus sueños de ser un periodista estrella, para dedicarte a rogar por las sobras de una noticia que la gente olvidará en un par de días? Qué débil eres, hermano. Muy débil.
Yoongi ignoró el tono sarcástico de su hermano. No sabía qué diablos haría en cuanto a los Jeon.
Mentiroso.
Él era un mentiroso. Lo era. Por eso es que su madre pensaba que era un perdedor. Por mucho que deseara una gran noticia, una línea de autoría, un estatus de celebridad, también anhelaba otra cosa.
Atención. Atención que nunca obtendría de su propia familia. Atención que Jungkook le prodigaba sin pensárselo dos veces.
Escuchó como Jungkook preguntaba:—Entonces, ¿Sucedió en otras universidades? Maldición. Dile a Jooheon y a Taehyung que necesito reunirme con ellos a la hora del almuerzo. Y hazles saber también que no iré solo.
Entonces, ¿Era verdad? Esos suicidios no eran suicidios en absoluto, sino... ¿Accidentes? Eso parecía ser demasiado conveniente. Cinco muertes en incrementos de cinco años, una extraña coincidencia.
Exceptuando, que no pasaba cada cinco años si Geumjae había estado involucrado. Porque había muerto en un año diferente y en una universidad distinta.
Yoongi estaba en la puerta, escuchando.
—Ah, y diles que no le digan nada a papá acerca de... mi amigo
—Hubo una breve pausa—. Maldito Namjoon. Sí, es un amigo. Lo estoy manejando. Solo, por favor no digas nada —Otra pausa—. Gracias. Oye, ¿Has tenido noticias de Junhoe?
La voz de Jungkook era casi infantil, teñida de esperanza y algo más. Yoongi lo entendía. Realmente no es como si pudiera ponerle un nombre, pero probablemente era el mismo dolor en el corazón que sentía cuando pensaba en Geumjae. Yoongi daría cualquier cosa por tener una conversación real con él. Con el Geumjae real, no su versión imaginaria.
Yoongi probablemente no debería ablandarse con Jungkook simplemente porque ambos compartían algún vínculo con sus hermanos. Jungkook era incómodamente cercano a su hermano, igual que Yoongi lo había sido con Geumjae. Jungkook podría ser la única persona que entendía la complicada relación de Yoongi con su propio hermano. Su hermano muerto. Con quien todavía hablaba como si estuviera vivo.