Jungkook se sentía extrañamente aliviado de ver a Yoongi comer –mantener la comida– un desayuno completo en la pequeña cafetería que estaban visitando antes de dirigirse a la casa de Yoongi. Pero mientras éste seguía concentrado en una sola taza de café por ya veinte minutos, Jungkook empezó a sospechar que Yoongi tenía motivos ocultos con la demora en el restaurante. ¿Estaba Yoongi tratando de planear su escape? ¿De qué se estaba preocupando tanto tan de repente? Había sido su idea parar allí para poder cambiarse.
Cuando estacionaron afuera de un edificio en ruinas, Yoongi trató de convencer a Jungkook de esperar en el carro. ¿Estaba avergonzado de dónde vivía? ¿Era por eso por lo que de repente estaba renuente? De cualquier forma, quedarse atrás no era una opción, por un millón de razones diferentes, de las cuales la mayoría se podía resumir en una sola oración. Jungkook no quería.
Ya resignado, Yoongi lo guio a través de las puertas dobles con su alfombra de color césped artificial hacia una deslustrada puerta blanca, llevándolo hacia cuatro tramos de escaleras hacia su apartamento. Jungkook apoyó sus brazos sobre el marco de la puerta, inclinándose sobre Yoongi mientras usaba la llave para dejarlos entrar.
Jungkook no había esperado que Yoongi viviera en una casa tan grandiosa como la de él, pero ciertamente no había estado preparado para lo que vio. Desde el umbral, podía verlo todo. La pequeña cocina, el comedor, y sala de estar en combo podían caber fácilmente en uno de los baños de Jungkook. En uno de los baños más pequeños.
Dios.
A pesar de su modesto tamaño, el apartamento estaba limpio, no había platos apilados en el lavamanos, nada de suciedad o polvo, lo cual era más de lo que podía decir de su apartamento y el de Junhoe en la ciudad. Su hermano estaba lejos de ser un obsesionado del orden.
Afortunadamente, tenían a una mucama que estaba a diario.
Pero había una cantidad significante de desorden empezando en lo que debería haber sido el comedor, pero realmente era la versión de Yoongi de una oficina en casa. Había dos escritorios pegados uno al otro como si alguien más que Yoongi trabajara aquí. ¿Quién más venía y trabajaba ahí con Yoongi? ¿Quién más sabía de la familia de Jungkook?
Una pared estaba llena de información de su familia al punto que habría impresionado la CIA, incluyendo un mapa de la ciudad llena de alfileres que Jungkook reconoció como ubicaciones donde hubo avistamientos.
Al lado de uno de los escritorios estaba asentada una pila de papeles cuidadosamente organizados. Ante una mirada más cercana, Jungkook se dio cuenta de que eran manuscritos. ¿Tenía Yoongi aspiraciones secretas más allá del periodismo? ¿Quería él escribir libros?
¿Ficción? ¿True Crime? Jungkook se guardó esa información como un as bajo la manga para después. Sería bueno tenerlo para su ventaja si es que Yoongi decidía que un titular era más importante que la atención de Jungkook
Mientras Jungkook se movía alrededor del apartamento, mantuvo sus oídos enfocados en Yoongi y sus movimientos alrededor del espacio. Actualmente estaba en su cuarto, escarbando a través de gabinetes, probablemente buscando ropa. O un arma para blandir. Estaba siendo bastante flexible con Yoongi. Demasiado diría Junhoe. Que estaba tomando su vida en sus manos al no vigilar lo que Yoongi hacía en la otra habitación. Tal vez tenía un teléfono fijo. Tal vez tenía una pistola. Ninguno de esos pensamientos alejó a Jungkook de su exploración.
Había un sofá bastante desgastado en la pequeña sala de estar y una televisión de tamaño razonable. En la pared había un número de fotos en blanco y negro, la mayoría eran paisajes, y unas cuantas de personas por las calles. Todas era excepcionales, pero Jungkook nunca había escuchado de Blake Marshall, aunque quizás algún día lo haría.