Yoongi estaba sentado encima de su escritorio en la parte delantera de la sala de conferencias, una foto del asesino en serie Ed Kemper mostrada en el retroproyector.
—¿Por qué creen que un asesino en serie como Kemper tendría interés en ayudar a la policía a perfilar asesinos como él?
—¿Ego? —una voz gritó.
—¿Revivir sus crímenes? —otro sugirió.
—Quizá ambos —asintió Yoongi—. Kemper fue excepcionalmente inteligente.
Tenía un coeficiente intelectual alto, hablaba bien y era sorprendentemente consciente de sí mismo para ser un depredador...
Yoongi se interrumpió cuando la puerta en la parte trasera del auditorio se abrió con un crujido, como si estuvieran en una película de terror, luego se cerró de golpe y Chaeyoung caminó de prisa hacia él, inclinándose para susurrar: —Lo siento, pero Jungkook dijo que necesitaba darte esto. ahora.
Un escalofrío de miedo atravesó a Yoongi, pero asintió y miró dentro de la bolsa mientras ella se alejaba. Dentro había un sobre con Umnishka escrito con la letra de Jungkook.
Metió una mano en el interior, la extrajo con cuidado, luego abrió el sobre y encontró una tarjeta con un corazón burbujeante con un candado. ¿Por qué Jungkook querría que él viera esto ahora mismo?
Cuando la abrió, una visión de Jungkook lo golpeó lo suficientemente fuerte como para sacarle el aire de los pulmones -Yoongi presionado contra pilas de libros, Jungkook de rodillas, las manos de Yoongi agarrando su cabello mientras Jungkook amortiguaba sus gemidos-. Yoongi cerró la tarjeta de golpe, apartándose con fuerza de su visión antes de avergonzarse frente a la clase, que lo miraba con atención.
Cuando examinó la tarjeta, estaba en blanco por dentro, pero en el reverso decía:
ENCUÉNTRAME.
—¿Eso es del profesor Jeon? —uno de los de su primer año -Daria- sonrió.
—¿Es una nota de amor? —preguntó su pequeña compañera morena, María, formando un corazón con sus manos.
La relación de Jungkook y Yoongi seguía siendo la comidilla de la escuela meses después. Afortunadamente, los rumores descabellados de que Yoongi era un paciente mental que buscaba dinero se habían desvanecido, dejando atrás a un grupo del personal y estudiantes que estaban extrañamente interesados en su relación. No era dulce, sino algo espeluznante.
Crychek, un corpulento jugador de fútbol que actualmente se encontraba en la tercera fila, gritó: —Nah, hombre. Mira su cara. El profesor J quiere un mediodía. Un poco de amor a la hora del almuerzo. —Le dio un codazo a su amigo—. Los tranquilos son siempre raros.
Yoongi se rio entre dientes, colocando la tarjeta de nuevo en el sobre y empujándola a un lado.
—No va a dejar a su hombre colgado, ¿verdad? —preguntó Daria.
¿Lo estaba? ¿Jungkook lo estaba esperando en el tercer piso de la biblioteca? ¿Estaba buscando recrear ese encuentro casual? Yoongi se movió, agradecido de que su camisa abotonada estuviera por fuera, ocultando su erección en rápido crecimiento.
—En realidad, no está pidiendo un encuentro casual. —dijo Yoongi. No exactamente—. No es que sea de la incumbencia de ustedes. —Echó un vistazo a su reloj—. Además, todavía nos quedan veinte minutos de clase y tengo otra después de esta.
Su asistente de cátedra, un larguirucho estudiante de posgrado -irónicamente llamado Ed- hizo un gesto con la mano. —Te tengo, profesor M.
Yoongi miró la tarjeta con nostalgia. —¿Estás seguro?