Cuando Jungkook había dicho "casa", de alguna manera Yoongi no se había imaginado la casa de Jungkook, a pesar de lo que había dicho esa misma mañana... ¿De verdad había pasado eso solo esta mañana? Era extraño como los días se alargaban más y más, pero, una parte de él todavía se sentía como si se precipitara hacia una línea de meta desconocida que lo llenaba de pavor.
El edificio de apartamentos de Jungkook era definitivamente lujoso. El edificio en sí era alto y reluciente, con enormes ventanales que iban desde el suelo al techo y un vestíbulo tan grande como el de cualquier hotel. Cuando se detuvieron en la entrada, Jungkook dejó las llaves y dio la vuelta para abrirle la puerta a Yoongi, antes de asentir hacia el valet.
Pasaron junto a un portero uniformado. Yoongi ni siquiera sabía que los edificios todavía tenían porteros.
Jungkook lo tomó de la mano cuando entraron, completamente ajeno a las expresiones de sorpresa en los rostros del personal. ¿Jungkook nunca había traído a otra persona con él? La idea de eso lo llenó de una especie de satisfacción y presunción. En el ascensor, Jungkook estaba detrás de él, con los brazos alrededor de su cintura y con la barbilla apoyada sobre su hombro mientras que parecían subir más y más alto.
Yoongi miró su reflejo en las puertas de espejo. Eran tan diferentes en todos los sentidos. Oscuro y claro. Apatía y empatía. Demasiado y nunca suficiente. Aun así, Yoongi ansiaba el toque de Jungkook, su obsesión, la seguridad de saber que alguien estaba de su lado. ¿Lo convertía en una mala persona el aceptar lo que Jungkook le ofrecía de tan buena gana?
Cuando Jungkook introdujo un código en el teclado junto a la puerta, Yoongi no tenía idea de qué esperar en cuanto abrió. Había imaginado que el entorno de Jungkook sería minimalista, ordenado, con mucho espacio en blanco, y tal vez montones de libros. Los tipos como Jungkook tendían a ser rígidos en su rutina y en su decoración. A menudo codificaban por colores las cosas hasta la ropa interior.
Lo que Yoongi encontró fue todo menos escaso y minimalista. Todo el apartamento de Jungkook era de color negro. Las paredes, los muebles, los gabinetes. Incluso la alfombra en los suelos de madera. Pero había extraños indicios de calidez. Una repisa de madera oscura con plantas que se derramaban por el borde. Lámparas hechas de madera envueltas con cordones negros unidos a bombillas desnudas que colgaban sobre la enorme mesa del comedor y las crudas encimeras blancas de la cocina.
De alguna manera, la pintura negra, la madera en bruto y las plantas hacían que el espacio cavernoso pareciera más bien orgánico. Yoongi había olvidado que Jungkook no era realmente la cara que solía mostrarle al mundo. Bueno, no era solo esa cara. Esta era la parte más oscura de Jungkook, la parte real. Aquella que no le importaba en nada tener frascos de lo que parecían restos, cubriéndoles las estanterías junto a calaveras de cristal, pequeñas figurillas antiguas y libros que parecían a solo unos momentos de la desintegración.
-Esto es bien al aesthetic de Dark Academy, Sr. Jeon. -bromeó Yoongi.
Yoongi trató de asimilarlo todo. Si bien la paleta de colores era muy monocromática, había varias obras de arte, espejos de oro ornamentados y una extraña colección de baratijas. Pero la pieza que llamó más la atención de Yoongi fue la colección de espadas, cuchillos y otras armas dispuestas sobre la chimenea como si fueran una instalación de arte.
La mirada de Yoongi se ensanchó. -¿Esas son armas reales?
-¿No te gustan? -Jungkook preguntó, frunciendo el ceño-. Jimin y Junseop dijeron que probablemente pensarías que es demasiado. Podemos cambiarlo a tu gusto, si eso quieres. Es solo que el negro me permite reducir el ruido.
-¿El ruido? -repitió Yoongi, comenzando a merodear por el espacio.
-Las luces fuertes, sonidos, o demasiado color, todo hace que mi cabeza se sienta ruidosa. Hace que me sea difícil pensar. Encuentro la ausencia de color relajante.