La sala de guerra estaba abarrotada, con todos los asistentes excepto Junhoe, que seguía fuera de la ciudad, y Jinhyuk, que se había marchado a otro torneo de póquer. Jungkook se quedó mirando el asiento vacío de su hermano, el más cercano a la barra. ¿Estaba realmente en otro torneo, o Jicheol envió a Jinhyuk a realizar trabajos secretos que los demás desconocían? Tal vez fuera una combinación de ambas cosas. Jinhyuk era un enigma.
Jooheon y Taehyung habían dejado sus distracciones de cara angelical con su madre, asegurándose de que el gestor tuviera toda la atención de Jicheol. Bueno, toda la atención que podía conseguir, al menos. A menudo estaba presente, pero nunca verdaderamente del todo, como si sus pensamientos estuvieran divididos. Se sentó en su silla a la cabecera de la mesa, con su pelo plateado perfecto y una copa colgando de sus cuidados dedos.
Jungkook sacudió la cabeza. Hoy estaba demasiado introspectivo. Se empeñó en ignorar a los demás en la sala antes de ponerse a cavilar sobre sus vidas cuando realmente le importaba un carajo por qué hacían lo que hacían. La única persona cuya vida privada le importaba a Jungkook era Yoongi, y estaba justo ahí, a su lado, agarrando su muslo con la suficiente fuerza como para que Jungkook tuviera moretones por la mañana.
—Estamos todos aquí, CL. ¿Qué has encontrado en esos DVDs? —preguntó Jicheol.
CL dejó escapar un suspiro tembloroso, pero no dijo nada durante un largo momento. La mirada de Jungkook se dirigió a Jicheol.
CL rara vez dudaba, por muy malos que fueran los detalles.
—¿CL? ¿Has encontrado algo? —preguntó Jungkook.
—Lo suficiente como para mantenerme en terapia otros tres años —murmuró ella.
—Oigámoslo —dijo Jaejoong, con la mano enhebrada con la de su marido.
—Esto es más bien algo audiovisual —dijo CL de mala gana.
—¿Qué significa eso? —preguntó Yoongi, con la voz aguda.
—¿Tal vez...? ¿Tal vez solo deba decirles lo que he encontrado? —dijo CL.
Jungkook miró a sus hermanos. Ellos también parecían confundidos. Los demás –los que tenían la capacidad de sentir las emociones humanas– parecían preocupados y un poco aprensivos. Habían visto muchas cosas horribles en esta sala. Cosas a las que la mayoría de la gente normal no podría enfrentarse.
Jimin se había enfrentado a las fotos de los hombres que lo habían intercambiado por sexo cuando era niño. Taehyung había aprendido lo depravado que era un compañero de trabajo cuando se enteraron de que no solo era un asesino, sino que torturaba a mujeres para el entretenimiento de otros. Namjoon había descubierto lo mucho que había sufrido su hermana antes de morir. CL nunca había intentado ocultarles nada de eso. O tal vez lo había hecho y Jungkook nunca se dio cuenta.
—Estoy bien. Estaré bien —enmendó Yoongi cuando se dio cuenta de que los demás lo miraban fijamente.
Jungkook sabía que eso no era cierto. La sudorosa palma de la mano de Yoongi se apoyaba ahora en la suya, su pierna rebotaba dos veces por debajo de la mesa, y Jungkook prácticamente podía oír el rechinar de sus dientes. Pero eso no era asunto de nadie más.
—De acuerdo. Pero, sinceramente, todo el mundo debería prepararse. Esta mierda es... Es jodidamente horrible.
El color palideció de las mejillas de Yoongi, pero no dijo nada.
Un vídeo apareció en la pantalla. Un hombre –supuestamente Jerry– estaba sentado en el escritorio que habían visto en su casa. En cada uno de los monitores que tenía delante aparecía una imagen diferente, pero todas eran similares. Personas claramente en la agonía de la muerte. Cuando CL le dio al play, pronto quedó claro por qué había estado tan nerviosa.