1-24. Yoongi

171 27 3
                                    


—¿Y si no vienen? —volvió a preguntar Yoongi por enésima vez, mordiéndose la uña del pulgar mientras miraba a Jungkook por la ventana a través de un par de binoculares.

Estaban sentados en una cabaña abandonada que había sido una tienda de cebos y aparejos, a unos quinientos metros de un viejo edificio de madera que había sido un criadero de peces, lo que sea que fuera eso. Jungkook había dicho que todo el puerto había cerrado años atrás y llevaba más de una década abandonado. Era una de las propiedades olvidadas de la vasta cartera de Jeon Jicheol.

—Ya aparecerán. —prometió Jungkook sin levantar la vista de su puesto—. Tu idea fue brillante. Hasta mi padre lo creyó.

Eso no era del todo cierto. Jicheol había dicho que el plan era imprudente y arriesgado. Pero también había dicho que iba a sentarse y dejar que se desarrollara. Él estaba poniendo mucha fe en Yoongi. Demasiada fe si era honesto. La bravuconería de Yoongi del otro día se había desvanecido en una nube de humo en el momento en que se habían acomodado en esta sucia y ruinosa choza que apestaba a pescado podrido, aunque no hubiese ninguno.

Sin embargo, la zona era perfecta para su propósito. El edificio de madera podrida se convertiría en un polvorín una vez que estuvieran todos dentro, y -a diferencia de la cabaña de Hanbin- era poco probable que provocara un incendio forestal.

Jicheol no parecía un gran ecologista ante los ojos de Yoongi, así que imaginó que tenía más que ver con la atención no deseada que con la salvación de la vida silvestre y la vegetación.

Yoongi negó con la cabeza, mordiéndose más fuerte la uña hasta que Jungkook se acercó y le quitó la mano de la boca sin mirar, dejándola caer sobre el muslo de Jungkook vestido con jeans.

—Vas a masticar tu propia mano como un oso atrapado en una trampa. Si necesitas una distracción, tengo algo con lo que puedes jugar. —dijo Jungkook, claramente divertido consigo mismo.

—Oh, por el amor de Dios. —murmuró Jinhyuk en el oído de Yoongi.

—Sí, los intercomunicadores están activados. Intenten no actuar como paganos. —añadió Jaejoong.

Se sentía raro escuchar a otras personas en su oído, pero también había algo extrañamente excitante en ello. La adrenalina que corría por sus venas lo ponía nervioso, su corazón se aceleraba como si hubiera tomado demasiadas bebidas energéticas.

Jungkook se rio. —Cariño, relájate. Puedo literalmente sentir tus nervios desde aquí.

—¿Aquí estando seis pulgadas a tu izquierda? —Yoongi reprendió, sintiéndose repentinamente malhumorado.

—No tenemos tiempo para una terapia matrimonial hoy —dijo Junhoe, con la voz baja—. ¿Qué tal si guardamos los sentimientos heridos para cuando estemos al otro lado de esta pila de cuerpos? ¿No?

Jungkook continuó como si sus hermanos no hubieran hablado, mirando sólo a Yoongi.

—Relájate. Todo está saliendo exactamente de acuerdo al plan.

—¿Sabes quién dice eso? Esa persona en cada película justo antes de que todo se vaya a la mierda. —dijo Yoongi, ganándose otra sonrisa divertida de Jungkook.

Pero Jungkook tenía razón. Hanbin había hecho la llamada de socorro, alertando a sus pervertidos amigos de que tenían una amenaza verificable para su operación y que estaba convocando una reunión de emergencia para averiguar cómo rectificar la situación lo más rápido y silenciosamente posible. Había sido impresionantemente convincente. Yoongi supuso que había sido por el cuchillo de caza presionado contra sus bolas y no un repentino ataque de conciencia.

M.N. (1-7) pt 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora