5-16. Yoongi

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Jungkook dejó a Yoongi en su casa a petición suya, pero cuando el coche se alejó, Yoongi no pudo evitar sentirse un poco abandonado. Entró en la tienda a través de la puerta de abierta, con su maleta rodando detrás de él. Encontró primero a Jay. El chico ruso sonrió y fue a abrazarlo antes de recordar que estaba cubierto de suciedad y grasa.

—Ya has vuelto. He oído que ahora estás casado, ¿No?

Yoongi puso los ojos en blanco.

—No. ¿Dónde está mi hermano?

—En la oficina. Luces muy elegante.

—Gracias —dijo Yoongi, sabiendo que Jay era sincero. De entre todos sus amigos, Jay no tenía pelos en la lengua. Se lo tomaba todo al pie de la letra, no por falta de intelecto, sino por una extraña capacidad de ver lo mejor de cada uno, unida a una ligera barrera lingüística.

Yoongi miró hacia la puerta de su hermano, dudando durante lo que le pareció una década. Quería ir, pero sus pies parecían estar arraigados en su sitio. No sabía por qué tenía tanto miedo de tener esta conversación.

—Está de buen humor —dijo Jay—. Está contento de que estés en casa.

A Yoongi se le apretó el corazón. Quería ver a Namjoon, lo necesitaba, incluso. Namjoon era más padre para él de lo que había sido su propio padre. Nunca había tenido la oportunidad. Pero la idea de contarle a Namjoon lo de Jungkook le hacía temblar.

Finalmente, respiró hondo y abrió la puerta, entrando. El olor de la oficina de Namjoon fue un golpe para cualquier parte de su cerebro que controlara los recuerdos. No era un olor que debiera hacer feliz a alguien, esa mezcla de gasolina, aceite de motor y la colonia súper varonil de Namjoon, pero al instante hizo que Yoongi se sintiera seguro y querido.

Cuando Namjoon lo vio, sonrió, pero vaciló ante la expresión que vio en la cara de Yoongi.

—¿Estás bien, Gigi?

Yoongi asintió, intentando sonreír, pero fracasando estrepitosamente antes de romper a llorar. ¿Por qué le seguía pasando esto? No era un llorón. ¿Lo era? Tal vez. Sí. Sí, definitivamente lo era.

Namjoon se puso en pie, rodeando el escritorio para envolverlo con sus brazos.

—¿Qué ha pasado? ¿Qué está mal? ¿Qué mierda ha hecho? ¿Te ha hecho daño? Di algo. ¿Rompió contigo? Lo mataré, lo colgaré del cordón de una de sus sudaderas súper caras.

Las sudaderas con capucha eran súper caras, pero eso no era ni lo uno ni lo otro. Yoongi sacudía la cabeza, pero sus palabras se atascaban en la garganta. No sabía qué le pasaba. Nada estaba mal, en realidad.

Todo era perfecto. Jungkook era perfecto. Su jodida semana juntos había sido perfecta. Bueno, casi perfecta. Pero era como si hubiera estado conteniendo la respiración durante días, y ahora que podía respirar, se sentía tan jodidamente abrumado.

—No me ha hecho nada. Lo juro. Es genial. Solo soy yo. Yo solo... —Agitó una mano mientras se desplomaba en la silla—. Estoy nervioso.

Namjoon se sentó en la silla a su lado.

—¿Nervioso por qué, Gigi? No estás embarazado, ¿Verdad? —se burló.

—Cállate —murmuró Yoongi alrededor de un resoplido.

—Me estás preocupando, y cuando estoy preocupado, me pongo de malas. Lo mataré. Lo haré. No tienes que mentir por él. No pestañearé. Solo di la palabra.

Yoongi pudo sentir que sonreía.

—Para —suplicó—. Lo amo. Estoy locamente enamorado de él. Lo sabes, todo el mundo lo sabe.

M.N. (1-7) pt 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora