—Pues entonces, aquí no hay nada —dijo CL.
Yoongi observó en el monitor cómo CL sacaba el enlace que había utilizado para intentar unirse al juego. Se le revolvió el estómago cuando apareció el gráfico de la vieja escuela preguntándole si quería jugar. Hizo clic en el botón "Sí". El cursor parpadeó durante cinco minutos. Entonces, al igual que la última vez, apareció el Aviso de
JUEGO TERMINADO
y la pantalla se quedó en blanco.
—Mierda —murmuró Jimin—. Y ¿Si no muerde el anzuelo?
—Ten paciencia —advirtió CL.
Los minutos pasaron, la piel de Yoongi se erizaba con cada segundo, hasta que finalmente las palabras aparecieron en letras mayúsculas en la pantalla.
TE LO DIJE. SE TERMINÓ EL JUEGO.
CL pulsó el cursor parpadeante, escribiendo: Sé quién eres.
NO, NO LO SABES.
CL no dudó antes de teclear de nuevo: Claro que sí, Freddie.
—Eso debería hacer que se revolviera. Ahora, solo tengo que hacer un intento muy obvio de entrar en su sistema —Yoongi escuchó el furioso tecleo de CL—. Eso debería bastar.
¿INTENTAS HACKEARME?
CL carcajeó maníacamente, tecleando: ¿Intentando? ¿Quién va a detenerme?
—Está bien, ve —ella siseó.
Jimin giró su silla hacia los otros dos monitores y pulsó algunos botones. Yoongi solo pudo observar cómo aparecían las imágenes del satélite, que parecían actualizarse cada treinta segundos. Jimin llevaba unos auriculares que le hacían parecer que debería estar trabajando en la ventanilla de un In & Out Burger, pero sus órdenes eran cortas y directas.
—Esperen. Hay dos tipos de seguridad parados a las nueve en punto. Parece que están tonteando.
Los demás se mantuvieron sumergidos mientras CL seguía provocando a Freddie.
—Sí, eso es, cabrón, ven a por mí.
—Los dos guardias se están separando —dijo Jimin—. Uno se está retirando por el lado este de la propiedad. El otro se queda. Esperen mi señal y prepárense para atacar.
Cuando el guardia le dio la espalda, Jimin dijo:—Vayan, ahora. Derríbenlo.
El corazón de Yoongi se detuvo cuando Jungkook salió del agua con un movimiento fluido, atrapando al hombre por la espalda y degollándolo sin esfuerzo antes de arrastrarlo de nuevo al agua.
—Uno menos —dijo Namjoon.
—Ya pueden ir —dirigió Jimin.
Yoongi se paseó mientras ellos salían del mar, guardando su equipo de buceo en la orilla, debajo de unas plantas. Todos llevaban cámaras, pero a Yoongi solo le importaba una: La de Jungkook.