Estaban a mitad de las escaleras cuando Jungkook lo oyó, el sonido de un revólver recién cargado y la voz de una mujer rebotando a través del auricular. Los demás también lo oyeron. Jungkook se congeló, un gélido miedo apretándole el corazón, impidiéndole respirar. ¿Qué mierda estaba pasando? ¿No habían cubierto todo? ¿Habría conseguido una enfermera o un médico esconderse? Era imposible. CL lo había comprobado.
Entonces bajó rápidamente las escaleras, de dos en dos, deteniéndose sólo cuando llegó a la puerta que lo separaba del pasillo sur. Si entraba de manera abrupta, Yoongi podría morir.
Dios mío. Yoongi podía morir.
De repente, Jungkook sintió que no podía respirar. Tomó aire profundamente y lo dejó salir. Detrás de él, podía oír a los otros, pero no esperó, abriendo lentamente la puerta.
—¿Qué está pasando ahora mismo? —preguntó Jimin a través del auricular.
La voz de Yoongi era clara y firme.
—¿Agnes? ¿Qué vas a hacer? No estamos solos aquí. Ese revólver tiene seis balas y somos diez. Baja el arma.
Les estaba diciendo lo que estaba pasando sin alertarla de que tenía un micrófono puesto.
—Vete a la mierda. Baja tú tu arma —gruñó Agnes.
Esta perra tenía que saber que no iba a salir de esta, ¿No? Tal vez pensó que podía volver por donde había venido. Si creía que estaba acorralada, podría empezar a disparar. ¿Quién sabía en qué estado mental se encontraba?
—Mierda. Está bien. ¿Puede alguien ponerse detrás de ella? —preguntó Jimin—. ¿Euijoo? ¿Hueningkai? ¿Siguen en el garaje?
—Las bisagras de la puerta del garaje están oxidadas y ese pasillo hace un eco del carajo. Nos dispararía antes de que siquiera estuviéramos cerca de ellos —dijo Euijoo.
—Pero tal vez eso le daría la oportunidad de dispararle —dijo Hueningkai, con la voz entrecortada.
—No —dijeron Jungkook y Yoongi al mismo tiempo.
—¿Qué? No, ¿Qué? —Dijo Agnes, subiendo el tono de su voz.
—Sólo le estoy diciendo a mis compañeros que no hagan nada. Eso es todo. Tú estás al mando.
—No voy a dejar que esta perra mate a mi hermano —dijo Hueningkai, con la voz cruda—. No voy a dejar que te maten.
—Nadie va a morir —dijo Jimin.
—Eso es una orden —dijo CL—. Vamos a resolver esto.
Jungkook estaba ahora en el pasillo, acercándose a la estación de enfermería. La vista desde la izquierda estaba completamente oscurecida por la esquina de la pared y el cuerpo de Yoongi. Jungkook se fue por la derecha. No era mucho mejor. Jungwon permanecía de pie, muy cerca detrás de Yoongi.
Jungkook sintió, más no vio, que sus hermanos se dispersaron alrededor, cada uno de ellos tratando de conseguir el mejor punto de mira.
—Jungwon, ¿Puedes dar un pequeño paso a tu izquierda? —preguntó Jungkook.
Jungwon no pudo responder, pero lentamente, con cuidado, se balanceó hacia un lado, levantando cuidadosamente el pie y colocándolo un centímetro hacia la izquierda antes de balancearse hacia atrás y repetir el movimiento con la pierna contraria. Fue imperceptible para Agnes, pero finalmente permitió a Jungkook ver el cabello rubio de Agnes.
Jungkook levantó su arma, nivelando su vista en la parte superior de su cabeza, lo único visible. Todo parecía moverse demasiado lento y demasiado rápido al mismo tiempo. Mierda.