Hablaban mientras comían. Bueno, Jungkook hablaba. Habló sobre la teoría de cuerdas y la formulación del estado relativo, acerca de si realmente creía que había mundos paralelos y cómo algunos de sus compañeros de trabajo pensaban que sus teorías eran demasiado rebuscadas. Yoongi podría haber interrumpido, podría haber cambiado de tema, pero se sentía fascinado y más que excitado por la pasión con la que Jungkook hablaba sobre un tema que claramente amaba.
Las manos de Jungkook gesticulaban salvajemente, sus ojos brillaban y sus mejillas se ruborizaban mientras que de alguna manera hacía que los enormes conceptos abstractos sonaran agradables y fáciles de entender para un profano como Yoongi. Cuando Jungkook estaba dentro de su zona de confort, enseñando, toda su extrañeza parecía desvanecerse. No es que a Yoongi le importara realmente alguna ciencia, con excepción de las ciencias sociales, pero Jungkook explicaba sus ideas de una forma en que hacía que el universo pareciera algo mágico y lleno de posibilidades.
¿Cómo era posible que un asesino vicioso, un hombre que sin duda disfrutaba lastimando a otras personas, relatara con un asombro tan inocente las posibilidades del universo? Yoongi lo envidiaba. Envidiaba a un asesino en serie. Si había una cosa que señalara que él ya estaba tocando fondo, era esa, pero realmente no le importaba.
Jungkook era como un enorme faro brillante y Yoongi la polilla, desesperada por acercarse a él y usar esa luz para cegar la mierda en la que su vida se había convertido.
-Tus estudiantes deben amarte. -dijo finalmente.
Jungkook hizo una pausa, su mirada se desvió rápidamente hacia la derecha como si estuviera pensándolo. -Creo que sí. Recibo muchas solicitudes para mis clases y unas evaluaciones excelentes.
Yoongi sonrió. Jungkook carecía de la capacidad de fingir cualquier tipo de humildad. Tenía confianza en su brillantez. -Ya veo porqué.
Jungkook ladeó la cabeza de la manera en que siempre hacía cada vez que Yoongi decía algo que cualquier otra persona consideraría como una coquetería. -¿Y eso por qué?
Yoongi miró hacia Jungkook de arriba abajo. -Porque te ves sexy cuando hablas de física. - dijo Yoongi -. La cual es una frase que nunca esperé decir en voz alta.
El cambio en Jungkook fue... palpable. Su buen carácter afable se transformó en una intensidad salvaje que hizo que la polla de Yoongi se endureciera. Sí, definitivamente, el tipo particular de locura que Jungkook poseía se estaba convirtiendo en el nuevo fetiche de Yoongi.
Jungkook lo estudió, con la mirada lo suficientemente caliente como para derretir acero. Pero, casi con la misma rapidez con que se había vislumbrado, desapareció, siendo reemplazada una vez más por el cortés Jungkook, quien se aclaró la garganta y deslizó la mirada hacia su pollo a medio comer.
-Excepto, que estoy siendo un grosero y dominando la conversación. -dijo Jungkook, no como si de verdad se sintiera así, sino más bien como si lo hubiesen entrenado para decirlo, preparado para conocer las sutilezas necesarias para hacerse pasar como humano ante el mundo exterior-. Quiero saber más de ti.
Eso, Yoongi si lo creía. Jungkook lo miraba como si todavía hubiera algo rescatable dentro de él, y eso lo ponía nervioso, como si hubiese tomado demasiada cafeína a pesar de que no había ingerido nada porque Jungkook había estado pensando en sus medicamentos.
¿Cómo es que un psicópata era la persona más atenta que Yoongi había conocido en su vida?
-¿Enserio? -preguntó Yoongi.
Jungkook frunció el ceño. -Por supuesto. Si me voy a casar contigo algún día, probablemente debería de saber en lo que me estoy metiendo.
Esas palabras enviaron toda una oleada de conciencia sobre las terminaciones nerviosas de Yoongi. Ni siquiera contenían algún rastro de humor. Jeon Jungkook, un asesino al que conocía hacía menos de tres días, estaba sentado en su mesa hablando casualmente de cómo se había decidido en hacer a Yoongi su marido algún día.