Jungkook ya estaba duro, mirando a Yoongi con una sonrisa que debería haber encontrado humillante pero que, en cambio, hizo que su polla palpitara y su corazón se acelerara. Jungkook le quitó la gorra a Yoongi de la cabeza, enhebrando los dedos en sus rizos. Hurgó con Avidez el borde de la polla de Jungkook a través de la tela del pantalón antes de que sus dedos se apresuraran a liberarlo de ellos, demasiado excitado como para sentirse avergonzado por su atrevimiento.
Era difícil sentirse avergonzado cuando Jungkook lo miraba con el suficiente calor como para hacer que explotara de la nada, como si Yoongi fuera digno y sexy y algo que Jungkook realmente deseaba.
—Estás tan jodidamente caliente. Te he estado imaginando de rodillas para mí desde el momento en que te vi —canturreó Jungkook, pasando el pulgar por el labio inferior de Yoongi—. Adelante, Lois. Sé bueno conmigo. Intentaré no ser demasiado malo contigo.
El pulso de Yoongi se disparó ante las palabras de Jungkook. El antiguo Yoongi podría haber estado furioso por ser tratado como una muñeca sexual, pero este Yoongi no tenía suficiente, no tenía suficiente de Jungkook y de la forma en que lo miraba. Provocaba que Yoongi fuera audaz. Lo hacía sentirse sexy y deseado.
—No quiero que seas amable conmigo.
—No tienes ni idea de lo que estás diciendo —advirtió Jungkook con una risita, agarrando los rizos de Yoongi con más fuerza—. Ya de por si tengo cero control a tu alrededor. Si me quitas la correa, no puedo prometer que no te haga daño.
El calor floreció en lo más profundo de Yoongi. Se acomodó sobre sus talones, encontrando la mirada de Jungkook desafiante.
—Entonces hazme daño. No sería la primera vez.
Yoongi dejó caer su boca, con la lengua fuera, dejando claras sus intenciones. Vio el momento exacto en que Jungkook dejó caer su máscara, ese falso exterior humano que todos llevaban para convencer al resto del mundo de que estaban seguros a su alrededor.
Pero nadie estaba seguro cerca de Jungkook. Excepto Yoongi. Apenas se conocían desde hacía un día, pero Yoongi sabía, en el fondo, que Jungkook destriparía a cualquiera que lo mirara mal, y ese conocimiento hacía que Yoongi quisiera hacer cosas muy malas por Jungkook. Le hacía estar dispuesto a sentir dolor por él, a degradarse por él.
Jungkook pasó su polla entre los labios de Yoongi, sin forzar su entrada, sólo frotándose sobre sus labios y mejillas, como si lo estuviera
marcando, haciéndole saber que haría lo que quisiera, cuando quisiera. Empujó la cara de Yoongi hacia los rizos de la base de su polla, haciéndolo gemir. ¿Era normal estar hambriento por el olor de una persona? ¿Especialmente así, con la cara enterrada en su muslo, donde el olor era más fuerte?
A Yoongi no le importaba. No le importaba si parecía necesitado o desesperado mientras frotaba su cara contra Jungkook, incapaz de detener los gemidos que brotaban de sus labios mientras usaba su boca en las bolas de Jungkook.
—Vamos, Lois, chúpamela —Jungkook tironeó la cabeza de Yoongi hacia atrás, forzando su polla entre sus labios—. Muéstrame lo bueno que puedes ser.
Yoongi cerró la boca sobre su longitud, saboreando el sabor de su piel y el peso en su lengua cuando Jungkook comenzó a follar su boca, lentamente al principio, pero luego con más fervor.
Jungkook gruñó en voz baja mientras Yoongi gemía a su alrededor, el sonido iba directo a su polla hasta que goteó a través de su ropa interior. Jungkook no había mentido, no tenía intención de ser amable. Tal vez sólo había estado calentando a Yoongi, facilitándole lo que estaba por venir. La mano de Jungkook se quedó dónde estaba, enredada en sus rizos, pero la otra se cerró alrededor de su cabeza. Dio un paso adelante, forzando su polla hasta el fondo de la garganta de Yoongi con un rápido movimiento.