Yoongi estaba borracho. No, Yoongi estaba muy borracho. La habitación se inclinaba y la cabeza le estaba dando vueltas. La case de borracho al estilo de "¿Por qué se está moviendo la cama?". Todo era culpa de Jungkook, quién le dio el vodka. El vodka de apoyo emocional. Así se llamaba. Alguien incluso lo había escrito en la etiqueta con un Sharpie. "Vodka de apoyo emocional de Jimin. No tocar". Pero él lo había tocado. Mucho.
Lo siento, Jimin.
Pero planteaba preguntas. ¿Venía Jimin al apartamento de los gemelos con la suficiente frecuencia como para guardar una reserva de alcohol de emergencia? ¿Guardaba Jimin vodka en todos los lugares? ¿Jimin era un alcohólico o simplemente se alteraba con facilidad?
Yoongi no era exactamente alguien que señalara con el dedo, sobre todo cuando era precisamente eso lo que estaba haciendo actualmente. Señalando con el dedo a Jungkook quién lo observaba, claramente divertido y aburridamente sobrio.
—¿Por qué te gusta perseguirme antes de follarme? —preguntó Yoongi, notando la forma en que su boca luchaba para formar palabras—. ¿Es, como, una cosa de asesinos seriales?
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que eres bastante hablador cuando estás borracho? —preguntó Jungkook.
—¿Alguien te ha dicho alguna vez que estás invadiendo... nop... evadiendo la pregunta? —él respondió.
Jungkook le sonrió desde donde yacía en el sofá con Yoongi a horcajadas sobre sus caderas.
—No estoy "invadiendo" la pregunta, su señoría. Simplemente no sé cómo explicarlo. Es lo más cerca que puedo estar de matar, sin tener que hacerlo. Hay un subidón de adrenalina. El mismo tipo de euforia que siento cuando tengo la vida de alguien entre mis manos. Cuando los hago sufrir.
—¿Es por eso que te gusta perseguirme? —preguntó Yoongi, sin saber por qué necesitaba tanto la respuesta de Jungkook—. ¿Quieres hacerme sufrir?
Jungkook apartó un rizo errante de la frente de Yoongi, luego empujó sus anteojos por encima del puente de su nariz, sonriendo cuando se deslizaron nuevamente hacia abajo debido a la cabeza inclinada de Yoongi.
—No, me gusta perseguirte porque eres mío, y hay una necesidad animal dentro de mí de acechar y reclamar lo que me pertenece. Me gusta saber que no puedes superarme, que eres físicamente más débil que yo. Que me necesitas. Que estamos tan conectados que, no importa cuán lejos o rápido corras, siempre te encontraré y te recordaré a quién perteneces.
Todo el cuerpo de Yoongi se ruborizó por el calor, su pene se endureció ante la promesa en las palabras de Jungkook.
—Eso es muy dulce —dijo Yoongi, tratando de dar golpecitos en la nariz de Jungkook, pero empujándolo en la mejilla. Jungkook se rio por lo bajo, pero Yoongi frunció el ceño, intentándolo y fallando de nuevo—. No te rías de mí. Eso si no es dulce. Sé dulce.
—Eres un borracho muy lindo —dijo Jungkook, alcanzándole la cara—. Un borracho muy lindo que no tiene capacidad para medir lo que es dulce y lo que está al límite de un comportamiento abusivo.
Jungkook era el lindo. No, no lindo. Esa fue una palabra muy débil. Jungkook era... sensual. No había otra palabra para ello. Era una supermodelo, una trampa para los sedientos, una celebridad en la lista A. Y él deseaba a Yoongi. Quería que todos supieran que Yoongi le pertenecía.
Es que no tenía sentido. La propia familia de Yoongi no lo había querido. ¿Cómo es que Jeon Jungkook sí lo hacía?
Tal vez sería una especie de matrimonio por conveniencia. Tal vez Jungkook estaba tomando partido por el equipo ya que Yoongi conocía su secreto, y su papi quería que se mantuviera cerca de ellos. El hecho de que casarlo dentro de la familia fuera más agradable para Jicheol que matarlo, era un consuelo frío. Hizo todo lo posible para esconder todas sus inseguridades en el fondo, donde no podía pensar demasiado en ellas, pero el vodka las estaba dejando al descubierto.