Jungkook se frotó los párpados cuando oyó un fuerte golpe en la puerta. Le tomó un momento orientarse en el entorno desconocido y a un chico muy familiar entre sus brazos. No se habían quedado dormidos cara a cara, pero así estaban ahora. La rodilla de Yoongi estaba entre las de Jungkook, y su cara estaba presionada contra su pecho desnudo, tenía los labios entreabiertos y una mano metida entre ellos. Ni siquiera se inmutó ante los golpes, ni la primera ni la segunda vez.
Jungkook no quería moverse. Yoongi se sentía cálido y olía a... Jungkook presionó su rostro contra la parte superior de la cabeza de Yoongi, inhalando profundamente. Olía a galletas. Por supuesto que lo hacía.
—Desayuno —ladró Jonghyun a través de la puerta.
El grito áspero hizo que Yoongi se sentara erguido, agarrando las sábanas contra su pecho como si fuera una doncella del siglo XVII mientras miraba a Jungkook como si de alguna manera él le hubiese tendido una trampa para que se acurrucara contra él. Luego tiró las sábanas hacia atrás y saltó de la cama como si recordara que no estaba atrapado, dejando que Jungkook viera finalmente esos pantalones cortos de seda que dejaban expuesta la parte inferior curvada del trasero de Yoongi y sus piernas largas bien formadas, en una plena exhibición. Maldita sea, era jodidamente sexy. Jungkook quería usar sus muslos como orejeras y devorarlo hasta hacerlo gritar.
—Ya vamos —llamó Yoongi, su voz una nota más alta de lo habitual, sacando a Jungkook de sus pensamientos sucios a tiempo para recibir otra mirada acusadora por encima del hombro—. Levántate.
La voz de Yoongi era cortante y su rostro tenso, sus movimientos espasmódicos. ¿Acaso Jungkook lo había jodido otra vez? Pero, ¿Cómo? Él también había estado durmiendo.
—¿Estás molesto conmigo?
Yoongi pareció desinflarse y volvió a dejarse caer sobre la esquina de la cama.
—¿Qué? No. Solo tengo... hambre.
Jungkook sintió que los nudos en su estómago se deshacían.
—Okey, bien —dijo asintiendo.
Metió sus piernas dentro de los jeans y tironeó de una camiseta, sacándosela por la cabeza antes de depositar un beso en la parte superior de la cabeza de Yoongi y detenerse en seco. Él lo observaba horrorizado.
Jungkook le dedicó una sonrisa tensa.
—Tengo que orinar. Te veo afuera.
Dejó que Yoongi se vistiera en privado mientras que él orinaba antes de reunirse con Jonghyun en la pequeña mesa. Hizo todo lo posible para no pensar en que Yoongi estaba desnudo en la habitación de al lado o en el hecho de que lo había besado como si fueran una pareja... como si Yoongi le perteneciera, cuando el mismo Jimin le había dicho que tenía que trabajar por ello.
El desayuno consistía en tocineta, huevos, tostadas y un café tan negro que a Jungkook le preocupaba que la cuchara se le fuera a disolver en la taza. Tomó un sorbo e hizo una mueca. Jesús, ¿Cómo es que alguien bebía esta mierda? Se puso de pie, cruzó el camino hacia el refrigerador y lo abrió, agarrando la leche y luego el azúcar del mostrador antes de volver. Dejó caer grandes cantidades de ambos hasta que estuvo aceptable.
Yoongi llegó momentos después, con el cabello recogido hacia atrás con una diadema negra que parecía utilitaria dada su vestimenta habitual. Todo su atuendo era... suave. Pantalones con estampado de camuflaje y una camiseta negra. Los pantalones tenían algunos adornos menores en los bolsillos, pero aparte de eso, parecía que podría haberlos comprado en la tienda del ejército de la marina. Jungkook lo odiaba. Yoongi no estaba destinado a verse aburrido.