1. Antay

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A veces creo que la vida es dura con alguna gente. Conmigo fue dura por el carácter que me dio. Por eso y porque quizá me haya quedado huérfano.

Me llamo Antay, tengo 16 años y hasta hace unas horas mi proyecto era escribir guiones para videojuegos. Es lo único que quiero hacer, encerrarme a escribir guiones y que me traigan comida cuando yo la pida y que nadie venga a hablarme ni me obligue a salir. Pero hoy me enteré de que ese no es un trabajo posible para habitantes de la Federación, como yo, y me encerré en mi habitación a golpear la pared.

No pude golpear mucho más que una hora. La persona a la que llamo "mamá" vino a buscarme. Abrió la puerta y caminó muy seria hasta mí. Pensé que iba a exigirme silencio o castigarme por el escándalo, pero no era eso.

Es que por fin llamó papá.

Papá cruzó al Territorio hace 32 días, seis horas y nueve minutos y todos pensábamos que había muerto ahí, solo como un perro, sin nadie que lo acompañara ni para transmitir la noticia de su muerte.

Los números son claros y no muy esperanzadores. La mitad de la gente que cruza al Territorio muere o desaparece en menos de 24 horas. De los que sobreviven, el 90% regresa a la Federación dentro de los 30 días. Son poquísimos, casi nadie, los que se quedan más allá del mes. Ya se los considera parte de la población estable. Esa población no llega al millón de habitantes, y muchos de ellos son mercenarios entrenados, gente que conoce el uso de las armas. Papá no tiene ningún entrenamiento para la supervivencia. No sabe manejar ni un cuchillo para ponerle manteca a la tostada. Y no dio señales de vida por más de un mes. Como es lógico, pensamos que lo habían asesinado. Pero está vivo, porque llamó.

Es difícil vivir en esta casa, no solamente por mamá, que hace lo que puede. El problema es también Jairo, mi medio hermano. Tiene su habitación llena de objetos médicos. Pasa mucho tiempo en la cama. No tiene dolores pero no puede hacer movimientos bruscos. Yo no entiendo los detalles, pero le detectaron un defecto cardíaco y su única posibilidad de salir adelante es con un corazón nuevo. Pero los corazones de repuesto, en parte orgánicos y en parte electrónicos, valen casi un millón de soberanos. La operación cuesta al menos cien mil. Y no hay corazones puramente biológicos a los que podamos aspirar. Se venden todos en un mercado regulado a un precio todavía más alto que los corazones mixtos.

Un día con mamá sacamos la cuenta. Si ella ahorrara todo su sueldo, podría juntar el millón cien que nos hace falta dentro de 130 años. Pero antes de eso Jairo va a estar muerto hasta de muerte natural. Ella va a llevar como cincuenta años muerta y yo también voy a estar muerto. No es una posibilidad ganar el dinero trabajando, hay que buscar otra solución. Para colmo papá es bastante inútil, nunca ganó lo suficiente, ella me explica. Ni siquiera crió a Jairo, que es su hijo, ni a mí tampoco, que soy su otro hijo.

Quizá es mejor que el monto sea inalcanzable. Si hubiera sido más accesible, mamá hubiera trabajado 16 horas por día. Me hubiera puesto a trabajar a mí. Hubiera vendido su auto. Igualmente no hubiera llegado a nada, pero se habría torturado día y noche. Ahora al menos sabe que cualquier esfuerzo es de gusto, y se ahorra el esfuerzo.

***

Cuando nací, papá estaba empezando a salir con mamá. No fue una relación larga. Desde que tengo uso de razón están separados. Pero no estarían tan separados porque en algún momento, cuando yo tenía seis años, nació mi hermano Jairo. Es hijo de papá y mamá. De mi otra madre, mi mamá de sangre o, como dice mamá, mi madre biológica, nunca supe nada, salvo que vive en otro país, y de ella no tengo ningún recuerdo.

***

Pero estaba con esto del dinero para el corazón. Mamá pensó en organizar una colecta en el barrio, y ya lleva juntados 100 soberanos. Es mucho para nosotros, aunque no alcance ni para lanzar una campaña a nivel federal. Papá se dio cuenta de que iba a tener que reunir los fondos por otro lado. Él ganaba un poco acá y allá jugando al póker en casinos de los tres Sectroes de la Federación y en países limítrofes como Uruguay y Brasil. Nadie junta un millón de esa manera. No si es un jugador modesto y sin capital, como papá. Una alternativa, como decía él en broma, era hacer una carrera en el crimen. Pero eso no es para papá. No tiene las herramientas ni la velocidad. Entonces se le ocurrió hacer lo que hacen tantos desesperados. Ir al Territorio, juntar grandes montos en poco tiempo, con un riesgo muy alto para su salud, y volver corriendo a la Federación. Era un plan insensato, pero papá es bastante insensato, así que era coherente que se le ocurriera un plan así. Además de insensato es un buen hombre, de una manera que resulta difícil de entender.

–No pienses que soy como un héroe o un santo porque vaya al Territorio para conseguir el corazón –me dijo antes de irse, como si hubiera algún riesgo de que yo pensara eso–. Si fuera un héroe o al menos una buena persona los hubiera criado a ustedes dos. Pero no los crié. Ni siquiera crié a mi perra.

Se refiere a Ru, que él llama "mi" perra pero en realidad es mía, porque yo la cuido desde que nació, y es la única persona, o a lo mejor debería decir el único ser, que me entiende, de todos los que conozco.

–Arriesgar la vida no es elevado. Si yo fuera un hombre elevado hubiera estado presente para ustedes todos los días.

–Sí, ya me dijiste.

–Bueno. Morir por alguien es bastante fácil porque es cosa de un segundo. Lo difícil es vivir con alguien todos los días.

Noté que me estaba diciendo dos cosas. Una es que iba a morir casi seguro. Él lo sabía pero no le importaba. Prefería hacer el intento, y además morir por alguien para él era fácil, decía.

La otra es que vivir con su compañera y sus hijos era más difícil que morirse.

–En el Sector británico es complicado conseguir soberanos –siguió papá–, eso lo sabemos todos. Los imprimen en Inglaterra, son soberanos de verdad, los traen en barcos o aviones y los concentran los imperiales, por eso a los demás nos cuesta conseguirlos. Pero en el Territorio los soberanos circulan en cantidades. También circulan yuanes y dólares. Hay todo tipo de divisas y hasta pueden conseguirse corazones orgánicos a valores razonables, mientras que acá salen un dineral.

Yo le dije que tenía un poco de razón. Es verdad que en el Territorio podía reunir el dinero y hasta conseguir un corazón orgánico, mientras que en la Federación eso era impensable. Pero la probabilidad de éxito era mínima. Tenía tantas probabilidades de éxito como de acertar todos los números en la quiniela federal. Yo le estaba pidiendo que no fuera, pero él no quiso entender.

–Yo nunca tuve suerte y no voy a gastar mis poquitos soberanos en la quiniela.

Entonces, con esas palabras como despedida, me dio un beso en la frente, subió a su auto, que es un modelo antiguo, un Nissan del '24, y arrancó hacia el Territorio. Quería ir a Banderaló, a 320 kilómetros, justo en el límite con el Territorio, y entrar por esa frontera. Es una de las que queda más cerca de la Tóxica, que es nuestra ciudad.

***

Esa fue la última vez que lo vimos, hace 32 días, seis horas y 11 minutos. Iba a conseguir un millón y medio de soberanos y volver sano y salvo, nos había dicho. Tenía que apurarse porque a Jairo le habían dado dos meses de vida, si no le hacían el trasplante. No sé cómo son tan exactos, pienso que a lo mejor quieren estafar a mamá, pero así le dijeron: dos meses, más no. Ya habían pasado 32 días pero Jairo estaba desmejorando a un ritmo más rápido del previsto. Le hubieran debido quedar 28 días, pero en la clínica dijeron que no era así. Dijeron que con ese ritmo de desmejora le quedaban entre 10 y 15 días. Y ahí llama papá. Justo a tiempo para que siga existiendo una esperanza. Yo a veces pienso si no será una crueldad de la existencia.

De pronto me olvido de que no voy a poder escribir historias para videojuegos, que estoy varado en un pueblo fantasma en el norte de la provincia de Buenos Aires, y me pongo a escuchar a mamá, que dice:

–No me lo vas a creer, Antay.

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