Hoy en la escuela tengo la cabeza en otra cosa. Me siento ansioso. Pienso en ese sapo horrible y me acuerdo de papá, que ayer estaba por volver y de pronto le pasó algo. Que ayer estaba vivo y hoy no sabemos.
Era una desgracia previsible. Es difícil llegar a la frontera para el que viene desde el Territorio. Los últimos kilómetros antes de la Franja son duros. Los ladrones de caminos se concentran en ese tramo final y los viajeros tienen que contratar a proveedores de seguridad especializados. Pero ¿por qué alguien iba a confiar en proveedores especializados? Hasta ellos pueden cobrar por el servicio y después eliminarte en secreto en medio de la ruta. No van a tener sanción, dado que todos los delitos están permitidos.
Los lunes tenemos clase de Asuntos Coloniales. El profesor siempre insiste en el asunto. No es adecuado decir que los delitos estén permitidos, según él, porque en el Territorio los delitos no existen. Es falso que estén permitidos, no se puede permitir algo que no existe. No hay ningún precepto legal. No hay código penal o constitución. Entonces se puede hacer cualquier cosa, incluso matar, pero pensar que esas acciones son delitos significa que no comprendemos la perspectiva del Territorio. Es aplicarle nuestra perspectiva, unilateralmente. Según él, más adecuado sería decir que el Territorio es el único lugar del planeta donde no se cometen delitos. El único oasis libre de delito. El lugar de la utopía, una utopía muy real, aunque no sea justo la utopía que uno se imaginaría desde antes.
–Fíjense lo que pasa acá, en el Sector británico de la Federación. Hay una inseguridad infernal en el Gran Buenos Aires y en casi todas las localidades medianas y grandes. Ya son como el Territorio, casi casi.
Según este mismo profesor, el permiso estatal para llevar a cabo cualquier acción no implica que en el Territorio todo el mundo robe y mate. Por eso lo compara con el GBA. Casi toda la población estable del Territorio ni sueña con hacerle daño a otra persona, salvo en legítima defensa. Son gente como ustedes o yo, dice el profesor. Es gente que quiere lo mejor para sí misma y para la gente cercana, y encontró que el único lugar donde podía ganarse un sustento digno era ahí. Esa gente tiene el mérito, además, de que si no comete lo que para nosotros es un crimen, no es que no lo hagan por miedo al juez y al sistema penal. No lo hacen porque tienen valores o por cálculo.
–¿Cómo sería por cálculo? –pregunta un compañero.
El profesor explica que los proveedores de seguridad, por ejemplo, cuidan de verdad al pasajero ya que, si lo desvalijaran y eso se supiera, dejarían de tener clientes, y ellos pueden apostar a una mayor ganancia de largo plazo si mantienen la clientela. Porque sí existe la buena fama, el prestigio, y leyes no escritas hay a montones, como en cualquier otro lado.
Creo que el profesor no es muy republicano. En los pasillos de mi escuela escucho que es un anarquista, pero no uno de los peligrosos. Es uno que tiene ideas y nada más, no alguien que las quiera llevar a la práctica. Seguramente por eso las autoridades lo dejan dar clase, porque las ideas separadas de las cosas no les parecen un riesgo real.
No puedo concentrarme en la clase, les decía, aunque intuyo que estos temas van a tener utilidad práctica para mí en un momento muy cercano. La escucho con una sola oreja y me pongo a pensar en mis cosas.
Papá nunca llegó cerca de la frontera. Dijo que iba a llamar desde General Acha y desde Macachín y justo antes de cruzar a la Federación. Las comunicaciones en el Territorio son caras y riesgosas, por mucho que uno encripte. Si papá iba a llamar tantas veces necesitaba una buena razón, y era que supiéramos con la mayor precisión posible dónde iba a estar en cada momento, para la eventualidad de que le pasara algo. Y llamó por última vez desde Acha.
–¿Entendieron? –pregunta el profesor.
Yo, que ni estoy seguro de qué estuvo hablando, digo que sí junto con los demás.
Ahí empieza con un repaso de la división de poderes y las relaciones internacionales y con la historia del surgimiento del Territorio como espacio separado que me parece bastante aburrido. Si a ustedes también los aburre, pueden pasar al próximo episodio. No se va a enojar nadie. Yo lo escribo un poco para acordarme y un poco para pensar en otra cosa.
Al parecer, desde que la Federación empezó a existir en 1983, nos volvimos un lugar interesante para el resto del mundo. Somos una región tan caliente como cualquiera de Oriente cercano, pero en una parte del mundo que históricamente era el patio trasero de los Estados Unidos, una colonia secreta donde nunca pasaba gran cosa. El profesor lo repasa en períodos.
Primero, el año 1982. La guerra por ese archipiélago del Atlántico Sur que un poco custodia el Cabo de Hornos se extendió mucho más de lo previsto. Los aviones argentinos, aunque eran obsoletos, fueron pilotados por soldados heroicos que le causaron daños sustanciales a la Armada británico. En torno a la Navidad de 1982 los británicos hicieron explotar la primera bomba en Necochea, y la segunda en Mar del Plata. La guerra se acabó en horas y no hubo ninguna ambigüedad sobre quién había ganado. Fueron dos bombas H, no bombas relativamente modestas como las de Hiroshima y Nagasaki, sino bombas cien o doscientas veces más fuertes. La de Hiroshima, por ejemplo, tenía el equivalente a 15.000 toneladas de TNT, pero la de Necochea el equivalente a 500.000 toneladas, dice el profesor.
Segundo, la Anarquía del año 83. Nunca se firmó una rendición incondicional frente a los británicos. No hizo falta. Hubo cerca de 100.000 víctimas fatales y el gobierno local escapó a países limítrofes y luego a otros lugares. Nadie sabe dónde están ahora, en caso de que vivan. Los juzgaron como traidores in absentia, pero no los pudieron traer a cumplir su condena.
–¿Qué significa in absentia? –pregunta Rita.
–Que no estaban presentes en el juicio.
Hordas de habitantes muertos de hambre atacaron a sus vecinos. El país ya había quedado medio vacío. Todos los argentinos con medios para desplazarse habían emigrado. Fue una especie de vuelta a la Prehistoria. Tres países limítrofes cruzaron la frontera para plantar sus banderas en suelo argentino.
Yo no entiendo bien los detalles, que son bastante complejos, pero en este escenario de caos la N.U.N. (New United Nations) envió tropas para prevenir la desintegración territorial. Con esto se inicia el Reordenamiento Federal, la tercera fase histórica de lo que terminó siendo la Federación. Esta tercera fase es la toma del poder efectivo por parte de la N.U.N. y el despliegue de un ejército internacional. Con este ejército, la N.U.N. repelió a los invasores de Estados limítrofes. Según el profesor, no podía permitir que tres paisitos de ejércitos modestos, que no tenían peso a escala internacional, se repartieran reservas de minerales muy necesarios para el mundo, como el litio, pero también petróleo, shale oil, etcétera, y eso sin contar sus millones de hectáreas de tierra fértil y sus reservas infinitas de agua potable. Era un botín demasiado grande porque este suelo, bien administrado, tiene un potencial inmenso. La N.U.N. logró salvar a la Argentina de sus vecinos agresores y lo puso bajo la tutela de cuatro grandes potencias que gentilmente se ofrecieron para la difícil tarea de salvarnos del desgobierno. En este cuarto momento, con la Constitución Federal de 1985, quedaron conformados tres Sectores, a los que con el tiempo se agregó un Protectorado.
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El Territorio
Science Fiction...lo único que cambia es el pasado El joven Antay necesita un corazón para su hermano. Su única posibilidad de conseguirlo se halla en el Territorio, provincia donde los delitos están permitidos... La antigua República Argentina fue invadida en 198...