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El sonido del agua entrando por la entrada de lo que parecía ser una cueva lo despertó. No sabía por cuánto tiempo había quedado inconsciente después de la fatídica caída, sentía que su espalda estaba partida en unos cuantos trozos de huesos. Al levantarse con pesadez sintió un terrible e insoportable dolor en su rodilla. Apenas podía pararse pero con el más mínimo esfuerzo que realizaba su rodilla lastimada él dolor le impedía seguir. Se dio cuenta que estaba sangrando a cantidades mayores, el terror de desangrarse lo obligó a romper un pedazo de la tela de su taparrabo y utilizarla como torniquete para que no perdiera más sangre en la zona de su rodilla.

Se tenía que levantar de ahí, el agua que provenía del exterior se adentraba como una cascada dentro de la bóveda rocosa donde se encontraba el Omatikaya y no tardaría en hundir todo el lugar. A duras penas podía levantarse, obviamente los quejidos de dolor eran eminentes con cada paso que daba, era un dolor muy fuerte y chirriante, sentía como la rótula de su rodilla se había separado del fémur por la parte superior y de la tibia y el peroné en la parte inferior de su pierna. Aunque fuera cojeando tuvo que buscar otra zona de la bóveda rocosas donde se mantendría lejos de las furiosas aguas del océano.

El lugar era obscuro pero emitía una tenue luz turquesa y violeta, hecha por la bioluminiscencia de algunas algas y las propias aguas. Ahora lo único que tenía era esperar a que su Ikran aparecía, que la tormenta cesara o esperar a que fueran a su rescate, realmente no podría hacer mucho.

-Gran Madre por favor, Gran Madre, ayúdame, por favor. —Neteyam imploraba a Eywa una forma de salir. Sentía el terror recorrer en su cuerpo, eso era la única sensación que sentía; miedo.

De pronto Neteyam escuchó los quejidos que provenían desde el interior de unas de las cámaras del lugar. No sabía precisamente si se trataba de un animal o un na'vi, pero se escuchaba desesperado, se dio cuenta que no era el único atrapado. Cojeando empezó a caminar con dolor hasta el lugar de donde provenían los quejidos, con el cuidado de no resbalarse con el bioluminiscente musgo turquesa que se encontraba bajo las plantas de sus pies. Siguió caminando hasta llegar a una de las cámaras de la bóveda rocosa, algas colgaban del techo iluminando el lugar con un color violeta muy tenue, pero esta cámara contenía filosas estalactitas, haciendo relucir el lugar con un ambiente lúgubre y aterrador. Nuevamente el sonido de los quejidos acompañado del sonido de un aleteo chocando en el agua de forma desesperada. Neteyam a paso lento se acercó más y más hasta encontrase con un animal, se trataba dé Ngusawrä, el corcel acuático de Ao'nung y se encontraba enredado en un ramillete de algas marinas.

-¿Ngusawrä?. —Neteyam se acercó al desesperado animal para poder ayudarlo. —Tranquilo, te ayudaré.

Con dificultad se adentró en el agua, ya que no podía agacharse, en ese intento su dolor aumentaba más, quedando como opción entrar a las frías aguas, con el objetivo de ayudar al corcel acuático de salir de las algas. Debido al inquietante movimiento del animal era difícil remover las algas enredadas, aunque intentaba calmarlo era aún más difícil, Ngusawrä también estaba asustado. El nudo de las algas eran muy difíciles de desatar, entonces decidió recurrir a su puñal, cortando con facilidad los nudos de las algas para así dejar libre al corcel acuático. Neteyam sabía que Ao'nung se encontraba aquí pero no lo veía por ninguna parte.

-Ngusawrä, ¿y Ao'nung?. —Preguntó Neteyam al animal sobre donde esta su jinete, como si este lograra entender lo que decía.

Extrañamente el corcel logró entender lo que había dicho, apuntó con su hocico donde estaba Ao'nung, debajo del agua. El Omatikaya hundió un poco su cabeza y vio como unas algas que se encontraban un poco más lejos se movían de manera violenta, logró visualizar la tenue luz de la bioluminiscencia de la serie de puntos, característicos de un na'vi, y efectivamente se trataba de Ao'nung.

✨𝓜𝓪 𝓝𝓮𝓽𝓮𝔂𝓪𝓶✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora