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El leve ardor en forma de punzadas molestaba el sueño complaciente de Ao'nung, todavía en estado de sueño llevó su mano sobre la zona del ardor: su rostro: la zona del entrecejo y alrededor del ojo. Abrió sus ojos poco a poco para así averiguar de donde provenía ese ardor y algunas molestias como si fueran piquetes en su rostro.

Cuando se levantó, todavía con aquel dolor incómodo sobre su cuerpo, como si sus huesos eran débiles y tenían soportar el peso de su carne, noto algo diferente y un poco pesado sobre su pecho. Pues al tocarlo y observarlo fijamente, tenía a aquella prenda que consistía en ligeras escamas de pez y molares de dientes de akula incrustadas sobre las conexiones de estas escamas, todo esto del lado izquierdo y el tejido hecho a base de fibras de manglar del arrecife que acomplejaban toda la prenda de color negro ébano. La prenda que todo guerrero al terminar el Iknimaya lleva. Ao'nung no podía estar más que sorprendido.

(Imagen de referencia)

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(Imagen de referencia).

Ao'nung se dio cuenta que había despertado en medio de la madrugada, al ver la oscuridad helada, acompañada de los ligeros sonidos de los faroles que alumbraban el marui por fuera.

Al tratar de levantarse sin hacer el más mínimo ruido por el suelo del marui y sus pasos enormes al caminar, miró a los lados de su estancia, notando tres cuentas de diferentes tamaños y respecto al material que fueron hechas o encontradas, además de estar acompañadas por su puñal, la empuñadura hecha de posidonia secada con el clásico color de amarillo y azul. Y la mejor parte de un puñal es la cuchilla; hecha de durísima obsidiana marina, con patrones serrados, inspirado en los dientes de un corcel acuático. El puñal era idéntico al de su padre, Ao'nung, a diferencia de tener un patrón similar a los dientes de un akula. Sospecho que el puñal lo había hecho especialmente para el.

Quería gritar de emoción por haber cumplido uno de sus mayores retos de vida: completar el rito Iknimaya, a pesar de la convulsión a último minuto. Pero debía ser más precavido en no hacer ruido, su familia estaba durmiendo.

—¡Srane!. [¡Sí!]—. Comentó Ao'nung en silencio, aunque la emoción era demasiada.

Tomó las cuentas del suelo y colocando su nuevo puñal a la vaina que mantenía en el amarre de su taparrabo. Su puñal original había quedado olvidado en la isla donde ocurrieron los hechos de los avatares. Y salió con el cuidado de no hacer ruido al salir, objetivo que fue exitoso.

Camino a paso rápido por los caminos de lona para llegar a las orillas de la playa, cuya compañía solo era una tranquila soledad y el viento gélido de la madrugada. Ao'nung no mostraba indicios de sueño, había descansado lo suficiente para mantenerse despierto en altas horas de la madrugada.

Mientras caminaba y colocaba las cuencas en su cuerda de canción, accidentalmente piso un ramito de flores del arrecife de color anaranjado y violeta en el centro. En su mente se maldecía por su distracción que causó en dañar a la obra de Eywa en la playa. Con delicadeza tomó con sus manos la única flor que permanecía intacta y acariciaba sus pétalos levemente dañados pero en si, la flor se encontraba bien.

✨𝓜𝓪 𝓝𝓮𝓽𝓮𝔂𝓪𝓶✨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora