II

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—SEMANAS DESPUÉS—

Los malestares matutinos cada vez eran peores, hasta el punto de ya no poder consumir nada sólido, únicamente agua, era lo único que su organismo toleraba.

Pero aún así, se obligaba a asistir a clases, y ya más de uno se había percatado de su deplorable estado físico. Rose había bajado bastante de peso, su piel estaba pálida, y habían grandes ojeras bajo sus ojos que ya ni el maquillaje podía ocultar.

Estaba regresando de clases, cuando observó desconcertada que habían unos autos y camionetas negras con vidrios polarizados fuera de la residencia donde vivía, con unas otras quince chicas más, que al igual que ella, eran estudiantes universitarias.

Comenzó a sentir desesperación y se llevó una mano al vientre. Sólo había un pensamiento en su mente en ese momento, peligro.

Debía irse de allí.

Se giró lentamente, y aprovechó un grupo de estudiantes que pasaba por allí para mezclarse entre ellos y salir de la zona. No tenía idea de que estaba pasando, sólo que no podía regresar.

Sabía que algunas de las chicas que vivían con ella estaban del mismo modo, por lo que habían sospechado que quizás era culpa de una intoxicación por el agua o los alimentos, pero... ¿Por qué estaban esas camionetas y autos allí?

Su celular comenzó a sonar, y lo tomó con su mano temblorosa, respondiéndole a su madre.

—¿Ma?

"—¡Rose! Dios hija, estábamos justo viendo las noticias con tu padre —pronunció desesperada—. ¿Estás bien? ¿Dónde estás?"

—Estoy bien ¿Qué ocurre?

"—¿Cómo qué ocurre? ¡Está en las noticias! ¡La residencia en donde vives sufrió un atentado! Hay como cinco chicas muertas, y unas tres desaparecidas."

—¿Q-Qué?

"—Rose ¿D-Dónde...?"

—Ma, no te escuchó bien, ¿Ma?

Cortó la llamada, y el sentido de alerta nuevamente se apoderó de ella. Guardó el celular y giró levemente la cabeza, encontrándose con un tipo que la venía siguiendo.

Su cuerpo se estremeció por completo y volvió a mirar hacia el frente, comenzando a caminar más rápido. No sabía cómo, pero debía perderlo de vista.

Algo estaba pasando con las mujeres que vivían en la residencia, y ahora podía confirmarlo... Ese supuesto atentado era mentira.

Su celular.

Metió la mano dentro de su bolso y lo sacó, tirándolo en un contenedor de basura. Observó una gran avenida que atravesaba la ciudad, y aprovechó la multitud para cruzar y perderse entre ellos.

El tipo que venía detrás de ella se detuvo y frunció el ceño.

—Estoy casi seguro que era ella, cuando se percató de mi presencia, se apresuró a irse —pronunció por un comunicador.

"—¿Y dónde está?"

—La acabo de perder de vista, pero descuida, la encontraré —murmuró, antes de cortar y cruzar la avenida también.

***

Era de madrugada, y no sabía que hacer. No tenía a dónde ir, ni como comunicarse con su familia. Tenía hambre, frío, y no se sentía muy bien.

El poco dinero que llevaba en su bolso, lo había gastado en una botella de agua temprano, de la cual ya no le quedaba más. Sí, podía sacar dinero de un cajero, pero temía acercarse a un lugar como aquel y que pudiesen reconocerla.

Ya era muy tarde, y ella se encontraba deambulando sola por una ciudad que no conocía. No se había detenido la mayor parte del día, intentando huir.

—Ey señorita —pronunció divertido un tipo.

Rose se estremeció y continuó caminando, ignorándolo.

—¡Te estoy hablando, perra!

Se acercó rápidamente a ella y la sujetó de los brazos.

—¡Suéltame! ¡Ayuda! —exclamó forcejeando, asustada.

—¡Cierra la boca, estúpida! —exclamó dándole un cachetazo, tirándola al suelo.

Y cuando se subió sobre ella, sujetándole el cuello, la piel de Rose quemó sus manos, haciéndolo gritar. La jovencita se apresuró a arrastrarse en el suelo, hasta alejarse y ponerse de pie, observando aturdida como el tipo no dejaba de gritar.

¿Qué demonios le pasaba? De seguro estaba drogado y...

Observó cómo se giraba hacia ella gritando, y como la piel de sus manos comenzaba a caer en pedazos junto a sus dedos. Y al ver que él venía hacia ella, comenzó a correr asustada.

El tipo la siguió por detrás gritando, sin pronunciar palabra alguna, sólo gritando, hasta que cayó al suelo, sin emitir sonido alguno.

Rose se giró a varios metros de él, y observó que se había quedado quieto.

Debía irse de allí, no sabía dónde, pero no podía quedarse. Sentía que ningún lugar era seguro.

...

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