NV: 13

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¿Por qué demonios estaba en ese lugar? ¿Por qué no recordaba nada? Se sentía tan perdido, que no sabía que emoción predominaba más en ese momento, si la rabia por no recordar nada, o la ansiedad por no estar con ella.

Ariadna.

Frunció el ceño y apareció en la habitación de la rubia, quien estaba plácidamente durmiendo en su cama, abrazando una almohada.

Se acercó con pasos lentos hasta la cama, y se sentó en el borde, antes de tocar su cabello, sintiendo una emoción extraña en su pecho. ¿Por qué ella le causaba tanto sin siquiera hacer nada? De alguna forma que no comprendía, ella alteraba todo su ser.

Desvió su mano hacia su mejilla, tocando su suave y tibia piel.

"-Entiende que debo hacer esto, me estoy sofocando aquí, estoy harta de esto ¡Necesito experimentar nuevas emociones!

-Pero-

-Llevo tanto tiempo en este lugar, que ya ni siquiera sé quién soy. Mírame -le dijo acercándose a él-. O lo hago, o termino por desaparecer.

-No puedes dejarme, no puedo estar sin ti, nuestra existencia... Yo te necesito a mi lado -pronunció desesperado, tomándola de las manos-. Si te vas, ya no seré yo.

-Entiende que no todo se trata de ti... Me asfixias.

-Eres mi complemento, sólo si ambos estamos juntos, podemos-

-Me iré a la Tierra a experimentar su nueva Era -expresó indiferente, soltándose de su agarre-. Y así como yo, eres libre de hacerlo también.

-¿Estarás conmigo si voy? -le inquirió afligido.

-Si me encuentras, lo haré... Pero lo más seguro es que ni siquiera recordemos quienes somos.

-La conexión que existe entre nosotros es inquebrantable."

Quitó rápidamente su mano, y observó a la rubia con los ojos cristalizados, sintiendo como las lágrimas lentamente comenzaban a mojar sus mejillas.

¿Qué era ese nuevo sentimiento? ¿Qué significaba? ¿Y eso que había visto? ¿Qué había sido? Lo único que sabía, es que tenía una necesidad enorme de abrazarla y sentirla, por lo que se inclinó hacia Ariadna y la abrazó, cerrando los ojos.

Y sintió calidez, sintió paz, y como de alguna forma, ella lo complementaba y estaba completo. Es como... Si ellos hubieran estado destinados a estar siempre juntos.

Ariadna abrió los ojos al sentirse apresada contra la cama, y al ver que alguien la estaba abrazando, rápidamente se sentó, alejando de un empujón al muchacho junto a ella.

-¿Qué crees que haces, Sirio? ¿Te volviste loco? -le inquirió aturdida.

-Te necesito -le dijo con lágrimas en los ojos, desconcertándola aún más-. Siento que he viajado durante mucho tiempo para poder encontrarte.

La jovencita respiró profundo y negó con la cabeza.

-No puedes estar aquí, no sé cómo entraste, pero será mejor que te vayas, Sirio, a mí hermano no le gustará saber que estás aquí.

-No hables de él cuando estás conmigo -pronunció con rabia.

-Estoy cansada, debe ser de madrugada, y yo lo único que quiero en este momento es dormir, Sirio, mañana podemos hablarlo ¿Si? Vuelve a tu casa.

La miró a los ojos y extendió su mano en sentido transversal, como si corriera algo, antes de abrazarla y hacer que todo se detuviera.

Ariadna abrió los ojos aturdida, inmóvil, sin entender que estaba pasando.

-Te seguiré a dónde sea que vayas, no importa a dónde sea, siempre te encontraré, eres mía, así como yo soy tuyo, estamos destinados a estar juntos.

Y la rubia estaba por hablar, cuando del cuerpo de él comenzó a desprenderse una luz blanca tan brillante y potente, que la hizo cerrar los ojos.

-Sirio, basta, detente.

-Te necesito conmigo, entiéndelo.

-N-No puedo respirar.

-Eres parte de mí, somos-

-¡Me estás asfixiando! -le gritó empujándolo, saliendo ambos de aquel trance en el que se encontraban, tirándolo de la cama-. ¡No vuelvas a hacer eso!

***


-D-Despacio -le pidió en un tono bajo, abrazándolo, pasando suavemente sus manos por la espalda desnuda de Áaron.

No, ya no era la primera vez, pero seguía molestando y doliendo al comienzo. Era una sensación extraña de placer y dolor, pero de todos modos no quería que él se detuviera.

Y... Le era imposible no recordar lo que Jaden le había dicho alguna vez, ella había sido creada para engendrar ¿Pero con quién? ¿Jaden sabía que ella lo haría con Aarón?

En realidad ¿Era Áaron la persona con quién debía hacerlo?

El rubio la tomó del rostro, para devorar su boca, haciéndola olvidar en qué estaba pensando, o en toda inseguridad. Él podía hacerla delirar cada vez que la besaba de ese modo.

La tomó de las caderas con ambas manos, y comenzó a embestirla más profunda, haciéndola gemir contra su boca.

-Á-Áaron.

-Abrázame -pronunció ronco, agitado, hundiendo su rostro en el cuello de ella, besando y chupando su piel, sintiendo como la castaña hundía sus uñas en la piel de su espalda.

Sabía que estaba cerca, ella era tan sensible a toda estimulación, que no le llevó mucho más a él terminar en ella, cuando la sintió alcanzar el orgasmo.

No sabía por qué, pero finalmente Áaron comenzaba a conectar con su lado humano, comenzaba a experimentar y sentir emociones, sensaciones, y todo gracias a Laila.

Al final... Sí tenía sentimientos, no era una maldita máquina.

-N-No, espera -le pidió en un susurro, intentando corresponderle a sus besos.

Áaron podía ser demasiado intenso.

-¿Por qué?

Laila lo miró insegura, tomándolo del rostro.

-Dime porqué quieres que espere. ¿Te molesta? ¿No te gusta?

Negó con la cabeza, sin saber si estaba bien negarse o no a estar con él. Ella había sido creada para obedecer después de todo, y mucho más al salvador de la humanidad, no podía negarse ahora a estar con él, aunque le doliese ya.

Cerró los ojos y volvió a abrazarlo.

-Laila.

-No me hagas caso -le dijo en un tono bajo.

Debía sentirse privilegiada de ser ella la mujer que estaba con el líder de los humanos.

Y no hizo más que entrar en ella, que con escucharla jadear, y estremecerse, supo que quizás quería que esperara, porque le dolía. Salió con cuidado, y la abrazó a él, repartiendo suaves besos por su hombro, y cuello.

-Si te dolía, debiste decírmelo, Laila.

-L-Lo siento.

-No, yo lo siento -le dijo subiendo hacia su rostro, para besarla suavemente, tomándola de las mejillas antes de alejarla y mirarla a los ojos-. Desde ahora, me dirás siempre cuando algo no te guste o no quieras hacerlo ¿De acuerdo?

-Quiero complacerte, Áaron.

-Y yo quiero que seas sincera conmigo y tus sentimientos, no que me mientas. Si algo no te gusta, o te duele, quiero que me lo digas ¿Okay?

-Está bien -murmuró.

Le acarició suavemente las mejillas, viendo su hermosa mirada azul.

-Quiero que seas mi esposa, mi compañera ¿Tú quieres serlo?

...

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