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"—Mi pequeña Ariadna, según lo que dijo tu padre, la próxima semana estarás con nosotros, mi amor —sonrió, acariciando su panza, con los ojos cerrados—. Ya no falta nada para conocernos, mi pequeño amor, tengo tantas ganas de abrazarte y llenarte de besos."

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—Vamos, Rose, puja de nuevo —le dijo Adrián apoyando una de sus manos sobre el vientre de ella, sintiendo la contracción.

La rubia se tomó del brazo de él, y respiró profundo, volviendo a pujar, apretando los dientes.

—Ya casi veo la cabeza de la niña, respira, respira y cuando sientas la contracción, puja.

Se alejó un momento de ella, y acomodó la toalla que estaba debajo de Rose. La rubia estaba sentada en una piscina inflable, la cual habían cargado con agua tibia que le tapaba las piernas.

Kyle estaba sentado en su coche para bebés, observando la situación... Para nada feliz, su madre estaba sufriendo nuevamente los dolores de parto.

La escuchó gritar mientras pujaba nuevamente, y desvió la mirada, con fastidio.

—Eso es, bien, lo estás haciendo bien —le dijo poniéndose en frente de sus piernas, separándolas para observar—. Una vez más, Rose, vamos, ya casi sale por completa la cabeza.

Cuándo la rubia pujó una vez más, Adrián tomó con cuidado a la niña, y la ayudó a salir, recibiéndola en una toalla. La pequeña lloró en los brazos de su padre, y él sonrió, sintiéndose... Emocionado por primera vez en su vida.

—Ya, ya, tranquila —sonrió limpiándole el cuerpo, la cara y la cabeza—. Ya estás con papá, hija, tranquila.

Rose los observó, sollozando, sintiéndose tan casada.

Adrián le colocó a la bebé sobre el vientre a Rose, y cortó el cordón umbilical, antes de que ella pudiese tomarla.

—D-Déjame tomarla.

—No —le dijo acunándola a su pecho—. Recuerda que aún tienes la placenta adentro, debes expulsarla.

—Adrían ¿Q-Qué haces? ¿A dónde vas? —le inquirió aturdida, desesperada, al ver que se iba con la bebé de la sala—. ¡¿Adrián que haces?! ¡Tráeme a mi hija! ¡Adrián! —le gritó, comenzando a llorar—. ¡Dame a la bebé! ¡Dame a mi hija!

Kyle se movió incómodo en el coche, maldiciendo su condición de niño, y luego de intentarlo, logró bajarse, caminando con pasos torpes hacia su madre.

—Ma, ma.

Rose se cubrió el rostro con una de sus manos, rompiendo a llorar desesperada, desecha... Se había llevado a su bebé, se había llevado a su hija, y ni siquiera había podido tocarla una vez, acariciarla, ni darle un beso, nada.

El niño la observó afligido y se abrazó a ella. Sabía que ella estaba sufriendo, pero lo tenía a él. Ahora dolía, pero estaría bien.

***

La escuchó quejarse y sonrió suavemente, acariciando su cabello, sus cachetitos. Sí, tenía razón, su hija era perfecta, pero no sólo eso, era hermosa también.

Y sobre todo, era suya, él había creado ese pequeño ser.

—No me importa que pase con los demás, si nacieron o murieron, si los tienes encerrados o son libres. Ni siquiera me importa si son capturados al encontrarlos y comprobar que son como yo, no, nada de eso me importa. Sólo tú me importas, Ariadna, mi hija, mi mayor legado —le dijo en un tono suave, antes de darle el biberón—. Nos iremos muy lejos, y tú crecerás cómo lo que eres, una princesa. Y escucha bien esto, no quiero que crezcas rápido, no quiero que experimentes cosas que no sean acordes a tu edad. Quiero que tú tengas lo que yo nunca tuve, libertad y opciones.

La bebé se quejó, acurrucándose contra él. Al parecer, su padre no entendía que aquella leche comenzaba a causarle muchos gases, y eso dolor en su panza.

Sí, la fórmula era para bebés recién nacidos, pero a ella no le estaba haciendo del todo bien. Quizás era intolerante y ellos no lo sabían.

Observó su poquito cabello rubio, y dejó de darle el biberón, para poder colocarle un gorrito en la cabeza, antes de continuar alimentándola.

—Los bebés humanos no pueden controlar su temperatura cuando nacen, por eso es necesario que estés abrigada, hija —sonrió.

***

Había pasado un día desde que Rose había tenido a la niña, y desde entonces no había dejado de llorar. No importaba que tuviese a Kyle de "consuelo", ella quería a su hija.

—Ma.

Vio al pequeño junto a ella sentando en la cama, y lo abrazó.

—Lo siento, Kyle, m-mamá está muy triste, extraña mucho a tu hermanita —lloró—. No es... J-Justo lo que tu papá hizo, yo necesito a la bebé también, es mi hija también.

Kyle se alejó de ella y la miró a los ojos.

"¿Por qué te duele tanto su partida? ¿No me amas?"

Rose observó a su hijo, sollozando, acariciando su cabeza.

—Kyle, el amor que yo siento por tí no va a desaparecer por amar a tu hermanita. Ambos son mis hijos, a ambos los amo por igual.

"No, por igual no, tú me amas más a mi."

El niño la observó con el ceño fruncido, molesto.

—Tú eres muy pequeño para entenderlo aún, hijo.

Rose negó con la cabeza y se cubrió el rostro. Necesitaba tanto a su hijita, y sabía que no volvería a verla, que jamás podría abrazarla y decirle cuánto la amaba.

Adrián se la había llevado para siempre.

...

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