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Estaba cumpliendo sus funciones, visitando a una de las colonias humanas de aquella semana que estaba en su lista. La verdad, era una actividad bastante sosa, algo que no le agradaba en lo más mínimo.

No le gustaba estar en contacto con los humanos, mucho menos con aquellos que se sentían "especiales" por tener ciertos privilegios y seguir vivos.

Pero era parte del plan de Jaden y él debía respetarlo.

Luego de hablar con los responsables de allí, salió a conocer un poco el lugar. Todas tenían lo mismo y eran iguales en infraestructura, lo que cambiaba, era el lugar donde estaban ubicadas, el paisaje de las mismas.

Esta se encontraba en una zona bastante alejada de la ciudad principal, era una especie de pueblito, con grandes montañas rodeando el horizonte.

Realmente era un lugar muy tranquilo, con una energía única de paz.

Escuchó un risa, que creyó que en su vida volvería a oírla, ya que siempre era parte de sus sueños. Sueños que hacía mucho tiempo no tenía, y vio a lo lejos a una joven castaña de cabello largo y lacio, correteando a unas gallinas.

¿P-Podría... ser posible? ¿Realmente podría ser ella? ¿O es que acaso estaba soñando nuevamente?

Caminó hacia ella, inmerso en sus pensamientos, ignorando todo lo que estaba pasando a su alrededor, a las personas que lo saludaban o llamaban.

La jovencita al girarse y encontrarse con él, bajó rápidamente la cabeza, apenada. ¿Qué estaba haciendo el líder de los humanos allí?

—S-Señor Jaden, que bueno que haya decidido visitar mi colonia, e-es... un honor para nosotros tenerlo aquí hoy.

La miró, sintiendo que por primera vez en su existencia, su corazón comenzaba a latir de una forma estúpidamente rápida, sin poder controlarlo.

Era ella, ahora que la veía de cerca, que la podía escuchar, no había dudas.

—¿Cómo te llamas?

—¿D-Disculpe?

—Dime tu nombre y mírame al hacerlo.

Levantó la cabeza, estremeciéndose al ver su mirada verde y seria.

—Laila, señor —pronunció bajito.

Algo dentro de él vibró en ese momento, aumentando su respiración, hasta el punto de sentirse mareado.

—Señor ¿Se encuentra bien? —le inquirió preocupada, al ver que él se ponía pálido—. Señor ¿necesita...?

La vista de Áaron se hizo borrosa, y no supo en qué momento perdió la consciencia. Todo aquello que había visto años atrás, no había sido un sueño.

Era una premonición, ella era real.

***

Afirmó su agarre en sus caderas, y continuó embistiendola, jadeando igual que ella, que estaba con los ojos cerrados, tomándose de las sábanas.

Era tan hermosa, no importaba los años que hubiesen pasado, Rose era perfecta a sus ojos.

Y más aún cuando podía tenerla de ese modo, apreciarla cuando estaba siendo completamente suya.

Bajó hacia la rubia y devoró su boca, siendo abrazado por los delgados brazos de Rose.

—N-No te vayas más... de mi lado —le pidió débilmente, con la respiración entrecortada contra su oído luego de romper el beso, acariciándole la espalda y el cabello.

Él negó con la cabeza y besó su cuello, escuchándola gemir más alto. Sabía que estaba cerca, y él también lo estaba... tan ansioso por volver a correrse en su interior.

Rose era lo que más amaba en la Tierra, junto a su hija Ariadna.

***

Escuchó un suave quejido, y al momento de girarse, vio que el joven rubio estaba apretando sus párpados. Se acercó rápidamente a él y tocó su frente, comprobando que la temperatura había bajado ya.

—Señor Áaron, que bueno que esté despertando —sonrió suavemente.

—Laila ¿Y la bebé?

La jovencita lo miró confundida y volvió a tocarle la frente. No tenía fiebre para estar delirando.

—¿Qué bebé, señor?

Áaron abrió los ojos y al observar dónde se encontraba, comprendió que había estado soñando nuevamente... pero no importaba, ya la había encontrado.

La miró y sintió tantas ganas de estrecharla entre sus brazos, de besarla y decirle que la había estado esperando durante mucho tiempo.

Que incluso la conocía desde antes de este primer día, y que tenían una vida entera juntos.

Pero no podía hacer aquello, Laila no lo entendería, y sólo terminaría por asustarla.

—¿Cómo se encuentra, señor? Tuvo un desmayo y fiebre.

—Estoy bien, un poco mareado aún.

—Deje lo ayudo, con cuidado —le dijo ayudándolo a sentarse—. ¿Quiere un poco de agua?

—Sí, eso estaría bien, gracias.

Laila fue hasta una jarra que había sobre una mesa, y le sirvió un poco de agua en un vaso. Áaron observó la habitación, frunciendo levemente el ceño.

—¿Esta es tu casa? —le inquirió tomando el vaso.

—No, estamos en la residencia —sonrió—. Yo vivo con los demás humanos de la Colonia.

La miró, bebiendo el agua. ¿Por qué ella vivía con los humanos normales, si no lo era?

—De acuerdo, me quedaré unos días aquí, pero ya no cumplirás esa función. Ahora serás mi asistente.

—¿Q-Qué?

Asintió con la cabeza, dándole el vaso.

—Tú conoces este lugar mejor que nadie, has nacido y crecido aquí. Así que necesito a alguien como tú a mi lado.

—S-Señor, sería un honor para mí ayudarlo, pero quizás-

—No, no quiero a otra persona —la interrumpió—. O eres tú o nadie.

...

Nueva Especie Donde viven las historias. Descúbrelo ahora