XLIV

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—¿Para qué es esto, papi? —le preguntó curiosa Ariadna, viendo como su papá ayudaba a Rose a meterse en la piscina que había armado unos minutos antes.

—Es para probar una terapia alternativa con tu madre —le explicó.

Rose se tomó del brazo de Adrián, y con cuidado se sentó en el agua, sintiendo como la misma le llevaba hasta los pechos.

—¿Puedo meterme yo también? —sonrió la pequeña rubia.

—No, sólo tu madre puede estar en contacto con el agua en este momento.

Kyle observó en silencio lo que sus progenitores estaban haciendo. Aunque una idea ya se había formado en su cabeza de cuál sería la terapia "experimental" de Adrián.

—¿Por qué mejor no se van adentro a hacer algo? No sean molestos —pronunció con fastidio.

—Es nuestra madre con la que quieres experimentar, obviamente no vamos a irnos —le dijo serio el niño.

—Si no los estoy obligando a qué lo hagan, es sólo por pedido de ella. Así que mejor obedezcan, y vayan adentro. En verdad ustedes no quieren estresarla más —gruñó mirando al niño.

—Pues adelante, controla mi mente si tanto crees que puedes hacerlo —lo desafió Kyle.

—Adrián —murmuró Rose, mirándolo con cansancio.

El castaño la observó y apretó los puños. Ese pendejo de mierda lo desafiaba, y él no podía reaccionar por culpa de ella.

Tomó una silla y se sentó junto a la rubia, tomando la bolsa dónde drenaría su sangre, para posteriormente inyectársela a ella.

—En esta misma piscina, naciste tú, Ari —sonrió suavemente Rose.

La niña observó a su mamá y sonrió, tomándola de una de sus manos.

—Eras una bebita tan bonita, tan chiquita.

—Sí, todo muy lindo hasta que cagaba. Imposible olvidar esos pañales asquerosos —acotó Adrián, cortando su muñeca para poder llenar más rápido la bolsa.

—Lo siento, papi, era sólo una bebé y me hacía mal la leche de fórmula. Pero cuando mami comenzó a alimentarme, dejé de sufrir de dolores de panza —sonrió.

—Ajá, tu madre te salvó de seguir sufriendo de cólicos —pronunció colgando la bolsa en su soporte.

Metió el brazo dentro del agua, y la herida rápidamente se cerró.

—Extiende tu brazo, Rose.

La rubia le obedeció, y él le colocó un elástico por encima del codo, apretando un poco.

—Cierra el puño un momento, necesito encontrar tus venas.

—Está bien.

—¿Kyle dónde nació? —preguntó Ariadna, curiosa.

Ella no sabía nada de su hermano, ya que es algo que jamás habían hablado. Y ahora parecía una buena oportunidad para saberlo.

—Kyle nació en otra ciudad, muy alejada de aquí —le contó Rose, mientras Adrián tomaba la aguja.

—Sí, muy alejada de aquí, solos, sin la ayuda de nadie que pudiese explicarle a nuestra madre como traer al mundo a un niño con necesidades diferentes —pronunció con recelo el pequeño castaño, mirando a su padre—. Pudimos haber muerto ambos aquel día, si no fuera porque con sus últimas fuerzas, mamá fue al baño y se metió bajo el agua de la ducha.

—Se hubiesen evitado todo ese drama si tú le hubieras dicho que necesitabas el agua como medio para nacer —le dijo indiferente Adrián—. Abre el puño suavemente, Rose.

—Si yo lo hubiese sabido, créeme que se lo habría dicho. A mí no me agrada causarle dolor y hacerle daño como a ti —masculló con rabia.

Adrián rodó los ojos y conectó la bolsa, mediante una manguerita, con el brazo de Rose.

—Abriré la válvula. Estaré controlando tus pensamientos, para poder mantenerte calma —le explicó.

—E-Está bien.

—¿Recuerdas cuándo la tenías de zombie para poder hacer con su cuerpo lo que quisieras, Adrián? Oh, creo que eso no lo sabías Ariadna ¿Verdad? —preguntó Kyle mirando a su hermanita—. Estoy hasta seguro que el cáncer se lo produciste tú. Por tu culpa mi madre está enferma, después de poner en contacto su organismo con tus asquerosos fluidos.

—Kyle, papá está tratando de ayudar a mami, no es el momento ahora —le dijo angustiada Ariadna, con los ojos cristalizados—. Necesita concentrarse para hacer esto.

—¿En serio, Ariadna? Tú te piensas que a este pedazo de basura ¿Le mueve algo lo que yo diga? Tu amado padre no siente un carajo por nadie, es un pedazo de mierda, nada más. Ahora sólo está jugando al héroe porque no tiene nada más que hacer. Si su mujer seguiría viva, él jamás habría regresado contigo. Ya madura de una vez, niña.

Adrián cerró los ojos e ignoró completamente a Kyle... Luego se ocuparía de él.

—N-No digas eso, yo puedo sentir a papá —le dijo sollozando la niña—. Yo tengo una conexión con él, desde que estaba en la panza de mamá.

—Él sólo manipula tus emociones para hacerte creer eso, pero la realidad, es que no siente nada por nadie. Y cuando lo entiendas, hermana, me darás la razón —pronunció con rabia—. Recuerda lo que te dije, mamá está enferma por su culpa, él le provocó esto.

Se fue del patio, entrando a la casa. Él no quería ser parte de esa estupidez, ni ver el organismo de su mamá colapsar en ese momento.

Ariadna se acercó a su papá, y se abrazó a él.

Quizás Kyle tenía razón, tal vez su papá no había sido bueno con él y con sus demás hijos, pero ella sabía que su progenitor la quería.

Adrián siempre se había preocupado por ella, incluso antes de que naciera.

...

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