Nueva Especie

LXV

No le agradaba en lo más mínimo tener que asistir a ese tipo de reuniones mensuales, pero era una de las condiciones que había aceptado para vivir en paz con su familia.

Tenía que estar en contacto con sus nueve hermanos para estar al tanto de como seguirían operando con los humanos. Podía participar aportando sus opiniones al respecto, después de todo, era el mayor.

Pero a Kyle no le interesaba.

—Las colonias se encuentran en perfecto estado, y ya estamos ocupando cada punto de la tierra. Los humanos están reaccionando como esperábamos —explicó Áaron—. Aquellos que no se mostraron sumisos, fueron eliminados, es necesaria una sociedad sin pensamiento, incapaz de objetar.  Nuestros niños están creciendo sanos y fuertes, cuando ellos tengan sus propios hijos, los humanos serán obsoletos.

—¿Qué hay de tu creador? ¿Por qué no está hoy aquí? —le inquirió Kyle, completamente desinteresado.

—Jaden no asistirá más a las reuniones, sus labores terminaron aquí, ahora yo estoy a cargo de todo.

—Hm, claro.

—Kyle, tú también debes reproducirte, es parte-

El castaño se puso de pie en ese momento, interrumpiendo a Áaron.

—No te equivoques, yo no soy parte de su juego, ni sigo sus ideales. No soy como ustedes, ni voy a tener hijos para que sigan siendo presos de otros.

—Conoces tu propósito.

—Y tú pareces que estás olvidando tu lugar —le dijo serio, mirándolo fijo a los ojos—. Lejos de mi familia los quiero, especialmente de Ariadna —reafirmó, mirando a cada uno de los presentes antes de irse.

***

—Me gusta tanto tu hermano —pronunció mirando al muchacho en una gigantografía, dónde lo estaban nombrando como el nuevo gobernante de ese distrito.

Ariadna observó a su compañera de clases, sonriendo incómoda.

—Isa, a... A mis hermanos no les agradan los humanos —pronunció en un tono suave, intentando no sonar descortés.

—¿Cómo que no le gustan los humanos? Si ellos están aquí para ayudarnos —le dijo confundida—. Tu hermano Áaron es nuestro salvador, ha ayudado a más personas de las que yo podría contar. Gracias a él es que los humanos aún seguimos vivos.

—Sí, pero no a todos mis hermanos les gustan los humanos. Ellos los ven como inferiores.

—¿Qué quieres decir con eso? ¿Qué Isaiah así nos ve?

—Sí —murmuró, sabiendo que aquello dañaría los sentimientos de su amiga.

La jovencita observó a Ariadna y luego la imagen de Isaiah.

—Pero, quizás es porque no se ha relacionado con nosotros. Tal vez si conoce una buena humana, él cambie de opinión.

—Sí, quizás... —sonrió levemente.

¿Para qué romperle sus esperanzas? Ella ya le había querido explicar la posición de sus hermanos, pero Isabella no quería entender.

—Oye Isa, debo irme a casa ya ¿Te parece si nos juntamos mañana para estudiar? —sonrió, subiéndose a su bicicleta.

—Claro —sonrió la jovencita de cabello negro, despidiéndose de su amiga, antes de que se fuera.